Del "Yo no la maté" al "Estaba con mi amante": Nicolás Pachelo, el sospechoso preferido de los García Belsunce
-¿Usted qué hacía el fin de semana de Pascuas en el barrio privado Tortugas?
-Fui a visitar a mi amante.
-¿Cómo se llama la mujer?
-No se lo puedo decir por respeto, es casada.
-¿Ella vivía en la casa donde a usted se lo vio ingresar?
-No, ahí entré porque me estaba orinando.
-Faltaron cosas de valor en varios domicilios, no me diga que entró sólo para hacer sus necesidades.
-Le aseguro que sí.
Como pudo, con su habitual ironía, así se defendió Nicolás Pachelo cuando fue a rendir cuentas ante la justicia en 2018 por hurtos reiterados. En esa oportunidad no le creyeron y terminó detenido un tiempo en una comisaría de Pilar y luego fue a parar a la cárcel de Florencio Varela donde está hasta hoy.
Esa vez todo empezó en la Semana Santa con cuatro robos en viviendas del mencionado country club Tortugas, donde Nicolás de antemano tenía prohibido el acceso. Jaqueline Ducoté, Lote 472 –hermana del ex intendente local, Nicolás Ducoté–, Arturo Luis Piano, Lote 253; Sol Bunge, Lote 423 y Osvaldo Horacio Brucco, Lote 329, denunciaron que habían robado en sus casas en su ausencia.
El juez de Garantías Nicolás Ceballos ordenó medidas y la DDI –Dirección de Investigaciones– de San Isidro y la Sub-DDI de Pilar a través de tareas de inteligencia identificaron a los presuntos autores: Nicolás Pachelo y Ernesto Fabián Suárez. Fue fácil: revisaron las cámaras de seguridad y vieron a Pachelo en bicicleta en los parques de las propiedades asaltadas con un objeto –una de las cajas de seguridad- y una barreta.
A las viviendas entraron barreteando puertas y ventanas. Sólo una no fue saqueada. En las otras faltaron cajas de seguridad, pesos, dólares, euros, una pistola Glock calibre 40, cargadores, municiones, acciones de empresas, brillantes, anillos, brazaletes y cadenas de oro.
Contando con estas pruebas el magistrado allanó el departamento de avenida Libertador de la Ciudad de Buenos Aires donde vivía Pachelo –el mismo desde donde se suicidó su mamá- y se secuestró una barreta, una remera camuflada, una gorra y zapatillas. Todos elementos iguales a los que lucía en los videos de seguridad. También dólares, alhajas y relojes. Al mismo tiempo se registró una caballeriza del propio country y se detuvo a Suárez –quien sería su cómplice–, y lucía el mismo atuendo que el día de los escruches.
Por todo esto enfrenta las siguientes imputaciones: tres "robos agravados por efracción"(entrar con violencia, cuya pena es de tres a diez años de prisión); un "robo simple" (un mes a seis años); dos "hurtos agravados por uso de ganzúa, llave falsa o verdadera sustraída" (de uno a seis años); y dos "hurtos simples" (un mes a dos años).
Anécdotas sobre Pachelo sobran. Como aquel episodio ocurrido en 2017 cuando el reportero gráfico Enrique García Medina –autor de las fotos de esta nota- montaba guardia con su cámara frente a su departamento del piso 11. Al darse cuenta de que pretendía retratarlo salió a la calle con un casco en su cabeza, y más tarde cuando regresó, sobre el auto del trabajador cayó una lluvia de pintura blanca.
"Yo no la maté"
El sospechoso preferido de la familia García Belsunce, Nicolás Pachelo, hoy concurre a talleres tras las rejas del Pabellón Evangélico en el Penal 23 de Florencio Varela. Los cursos o estudios que puedan hacer en prisión son una inversión en tiempo para cualquier recluso, ya que sirven para reducir tiempos de la sentencia cuando son condenados.
También "hace fierros" para mantenerse en estado. La familia de la socióloga intenta convencer a quienes vieron la serie "Carmel ¿quién mató a María Marta?", que ellos no la mataron de seis balazos en el cráneo y tampoco encubrieron el crimen. Le apuntan directo a él.
"Yo no la maté", se defendió constantemente. Y como contrapartida los señaló a ellos como culpables. El documental presenta dos bandos enfrentados como "malos de la película". Carlos Carrascosa, el viudo, ya pasó siete años en prisión, acusado de coautoría y encubrimiento, y entre idas y vueltas de la Justicia terminó absuelto y en libertad en 2017, aunque dicha medida fue apelada ante la Corte Suprema Corte bonaerense y aún se encuentra pendiente de resolución.
Sus cuñados, Horacio García Belsunce y John Hurtig –quienes discutieron qué hacer con el tristemente célebre "pituto" el día del crimen cuando lo hallaron- y Guillermo Bártoli –ya fallecido, quien tramitara el certificado de defunción- llegaron a pasar casi 20 días en la cárcel de Marcos Paz imputados por encubrimiento.
No es todo. Además la pasó mal la esposa de este último, Irene Hurtig, también hermana de la víctima, a quien el fiscal original de la causa, Diego Molina Pico, la puso en la mira, hizo todo para involucrarla, pero finalmente no pudo lograr su objetivo.
La coartada que involucró hasta a El Hombre Araña
Pero volvamos a Pachelo… ¿Por qué la familia García Belsunce insistió siempre con su culpabilidad? Sencillamente por sus antecedentes de robos violentando casas y porque dijo que a la hora del crimen, 18.30 del 27 de octubre de 2002, se encontraba en el Paseo Alcorta en la Ciudad de Buenos Aires junto a su madre, Silvia Ryan –quien se suicidó en mayo de 2003-, comprando unos guantes del Hombre Araña para su hijo cuando las antenas zonales correspondientes a su celular registraron que se encontraba en Pilar. Además en las cámaras de seguridad del barrio privado Carmel se lo ve entrando a las 17.34 y yéndose a las 18.59. Y tres vecinos declararon en el expediente que lo vieron trotando minutos antes de la hora del asesinato cerca de la casa de María Marta.
La historia más antigua dice que en Carmel los vecinos sospechaban de Pachelo. Siempre a algún propietario le faltaba algo, desde palos de golf hasta el propio perro de María Marta, llamado Tom, una continuidad de hechos de los que no lo pudieron acusarlo por carecer de pruebas. Entonces decidieron en una reunión de propietarios y sin que él se enterara que un vigilador lo siguiera en forma permanente a no más de veinte metros de distancia para tenerlo controlado. Pero por esas casualidades del destino, el día del homicidio, el custodio de apellido Villalba que debía monitorearlo fue derivado al country Martinica, así que nadie supervisó sus movimientos.
El mismo perito psiquiátrico para Barreda y Pachelo
"Padece trastornos psicopáticos de personalidad, sin reconocimiento de afectos, actuador, inestable, no colaborador con el estudio, todo compatible con la adicción al juego. Se muestra lúcido e inteligente, superior a la media". Conclusiones como éstas arrojaron algunos de los exámenes psicológicos practicados a Nicolás Pachelo luego de haber cometido numerosos hechos delictivos, que además establecieron que padece ludopatía –inclinación patológica a los juegos de azar, que genera cambios en el estado de ánimo: irritabilidad, mal humor, poca tolerancia, preocupación intensa, ansiedad e insomnio–. Según los profesionales en su adicción al juego se fundamentaría el trasfondo de sus continuos asaltos.
Hay más. En 2004 un informe psiquiátrico que obra en el expediente rubricado nada menos que por el reconocido perito Enio Linares –uno de los que más sabía sobre la psiquis de Ricardo Barreda y resultó clave en el juicio oral al femicida de parte de los abogados de los familiares de las víctimas del odontólogo- determina que el trastorno de personalidad de Pachelo data de la niñez "y continuará en la adolescencia, la juventud, la adultez y la vejez". Establece que continuará con las conductas que lo caracterizan: simulación, mentiras, ocultamiento de identidad.
Su exesposa, Inés Dávalos Cornejo, madre de sus hijos, definió en la causa a su marido como "peligroso, mentiroso, violento y ladrón", pero siempre puso en duda que hubiera sido capaz de matar a María Marta. Agregó que con posterioridad al divorcio en 2009, él la hostigaba, la extorsionaba, la amenazaba, y terminó con una restricción perimetral. Cuando lo demandó por alimentos admitió: "Ahí casi me mata". Y agregó: "Le robaba las llaves a sus amigos o me hacía organizar reuniones para obtener información de dónde vivían".
La última palabra
Los nuevos fiscales, María Inés Domínguez –fallecida en noviembre de 2019- y Andrés Quintana que recibieron la causa después de que la Sala I de la Cámara de Casación Penal bonaerense revocara en 2016 la condena a Carrascosa por el crimen y la Corte Suprema ratificara tal decisión, investigaron la pista que involucra a Nicolás Pachelo, lo citaron a declarar y elevaron el expediente a juicio –estaba previsto para agosto de este año pero está frenado por la pandemia- con una imputación gravísima que pesa sobre él: "Robo agravado por el uso de arma en concurso real con homicidio criminis causa agravado" –cuando se mata para ocultar otro delito y lograr la impunidad–, que prevé una pena de prisión perpetua.
¿Qué tuvieron en cuenta para tomar tamaña determinación entre otras cosas?
- Que Pachelo fue visto por tres testigos trotando cerca de la casa de María Marta a las 18.15 y la data de muerte se estableció en forma definitiva a las 18.30.
- Que está probado que el día del homicidio, él llegó en su camioneta Ford Ranger a las 17:34 y salió en su Fiat Siena por el sector de no socios a las 18:59.
- Que las antenas de su celular lo registraron haciendo llamados a las 19:30 en la zona de Pilar.
- Además revisaron todas la causas por robos reiterados en diversos barrios del conurbano y la ciudad de Buenos Aires, algunas en las que resultó condenado aceptando la culpa.
- Analizaron los expedientes de los suicidios de sus padres, Roberto Pachelo y Silvia Ryan.
- Tomaron en cuenta la declaración de un mozo de una estación de servicio de Pilar que dijo que el lunes 28 de octubre de 2002 -al otro día del crimen- Pachelo le preguntó si sabía algo de la mujer que mataron en el country cuando todavía no se había establecido que era un homicidio.
¿Será justicia?
Seguramente este nuevo juicio acerca del crimen será quizás la última oportunidad para saber la verdad. Nicolás Pachelo seguirá diciendo que él no la mató. En 18 años intentaron acorralarlo, pero nunca pudieron. Gran parte de ese logro hay que adjudicárselo a su abogado, Roberto Ribas, eximio y experimentado letrado, pruebas al canto. Hoy su confidente y contacto más efectivo con su proclamada inocencia.
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