Del “ghosting” al “benching”, las nuevas formas de crueldad romántica
Dejar de contestar o alargar situaciones poco claras son algunas de las tendencias que practican (y sufren) muchos
“La gente joven cada vez se relaciona peor”, se le suele escuchar decir a muchos adultos hoy en día. Argumentos que culpan a la tecnología o al ritmo vertiginoso de vida son recurrentes cuando se trata de diagnosticar el problema. Por más tedioso que pueda ser escuchar por décima vez a tus viejos diciendo que estas cosas antes no pasaban, una parte de vos está empezando a considerar si, al menos parcialmente, no podrían tener algo de razón.
Y es que si hay algo en lo que los millennials parecieran estar haciéndose expertos, es en la crueldad romántica. Gracias a las nuevas dinámicas sociales, posibilitadas a su vez por la tecnología, ciertas instancias tradicionales como cortar una relación se han vuelto sistemáticamente más despersonalizadas, con el consecuente impacto emocional de estas prácticas. “Ghosting”, “benching”, “zombing”, son parte de los nuevos códigos que ingresan al léxico y se naturalizan como hábitos. Como explica la socióloga Sherry Turkle, quien se dedica a estudiar la psicología de los vínculos en relación a la tecnología y ha publicado numerosos libros sobre el tema como Reclaiming Conversation, fenómenos como el “ghosting” son productos únicos de la era digital que nos toca vivir. “La idea de que si yo te pregunto algo vos me puedas contestar con “nada”, es algo que no podría darse presencialmente. En las conversaciones de texto, y en particular, en las de índole romántica, nos hemos acostumbrado a responder simplemente con nada”.
¿Cuáles es el impacto de estas prácticas?
Difícil saberlo a largo plazo, pero como Turkle explica, si ya desde la adolescencia las nuevas generaciones se están acostumbrando a hablar y no obtener respuesta, esto aparte de acarrear serias consecuencias emocionales en el momento, predispone a la gente a acostumbrarse a la idea de que puede ser ignorada, y por tanto de que puede tratar así también a los demás. En suma, se naturaliza un estándar de comunicación y relacionamiento de gran pobreza expresiva que tiende a un descenso generalizado de la empatía, según se explica en el siguiente video producido por el periódico The Huffington Post.
Al “ghosting”, término acuñado el año pasado y popularizado a raíz de un viralizado artículo del New York Times donde se relataba el caso famoso de la supuesta ruptura por este medio de Charlize Theron y Sean Penn (luego desmentido por ella), ahora se le suman nuevas variantes. Pero para los que quizás nunca escucharon hablar del ghosting, este comportamiento refiere a la desaparición paulatina de la pareja (hombre o mujer) en una relación de cualquier índole de intensidad, en donde el partenaire va dejando de comunicarse hasta llegar al tan temido “bloqueo de WhatsApp”, o en casos extremos, ser borrado de todas las redes sociales en conjunto. Según reportaba esta misma nota, el 11% de los entrevistados en una encuesta del YouGov/Huffington admitían haberlo hecho a otros. Asimismo, una encuesta informal de ELLE del 2014 recalcaba que el 16,7% de los chicos y el 24,2% de las chicas lo habían sufrido. Finalmente, de acuerdo a una poll online realizada por el sitio de citas Plenty of Fish, casi el 80% de los participantes habían cortado relaciones vía ghosting.
Al banco de suplentes
Lejos quedaron los tiempos del tan temido “Tenemos que hablar”. El “benching”, una forma quizás más cruel de destrato por la especulación que implica, se pone a la cabeza. ¿En qué consiste? Básicamente es algo así como “mandar a alguien al banco de suplentes”, es decir, no dejar de hablarle por WhatsApp o tener el guiño ocasional en alguna red social, con el objetivo de no descartarlo totalmente como prospecto, pero tampoco avanzar. Una especie de “bizarro limbo textual” como lo describe Jason Chen en el blog Beta Male, en donde no se corta la relación pero tampoco se progresa ni siquiera para tener encuentros ocasionales o una relación declaradamente informal tipo “amigos con beneficios”.
Un comportamiento despreciable, manipulativo y egoísta, que según Chen todos estamos practicando de un modo u otro, con el salvaguardo protocolar de que el “benching” supone una manera más diplomática que simplemente decir “no, gracias, paso”. Si bien, todos sabemos, ésta es una amabilidad superficial, y de hecho, resulta peor para la persona que está siendo “puesta en el banco” o “freezada” que el ghosting o la negativa directa -el corte de rostro a la vieja usanza.
Al menos si alguien te “ghostea” podes atravesar todas las etapas del duelo y acabar con el asunto, pero así ni siquiera tenés esa paz mental. “Cuando alguien desaparece y sigue mandándote mensajes, es como un muerto que sigue volviendo a la vida”, concluye el autor.
Será por esto que también se habla del “zombing”, en referencia a esta problemática creciente que es la reaparición -cual zombies de Walking Dead que se rehúsan a morir- de aquellos que se se habían dado a la fuga, y que vuelven para histeriquear, en busca de autoafirmación o hasta para marcar territorio. ¿Manifestaciones de estos comportamientos? Un texto en medio de la noche para “tantear” qué onda, una charla trivial totalmente descontextualizada luego de semanas de desaparición, una interacción inesperada en las redes sociales en forma de un like en Instagram o un comentario en alguna foto vieja de tu feed de Facebook.
Inteligencia artificial para el amor
Finalmente, en un giro moderno que lleva el desapego a niveles insólitos, si “ghostear” te da pereza podés dejarlo en las manos de una app. Ghostbot utiliza la inteligencia artificial para “ayudarte a salir con gracia de situaciones no deseables” -lo de gracia sería discutible-, como explica su sitio, sin tener que ensuciarte las manos vos. Funciona de manera que cuando te llega un texto de la persona con la que querés cortar relación, el bot se activa y genera respuestas automáticas que carecen de entusiasmo o calidez para que la otra persona se desilusione…o capte la indirecta.
Según Juan Tesone, miembro de APA, no es tan simple como echarle la culpa a los dispositivos y nuevos medios, si bien esto puede favorecer una forma más superficial y menos comprometida de relacionarse. “La comunicación humana presenta grietas, siempre se dice más de lo que uno cree y siempre se escucha desde nuestra propia percepción que puede diferir de la intencionalidad del mensaje. Por supuesto que hay grados de entendimiento, pero siempre existirá un cierto desfasaje entre el que emite el mensaje y el que lo recibe. Las formas modernas de comunicación, ya sea por sms, mails, redes o inclusive el ghosting o el zombing, son formas actuales de repetir esa dificultad de comunicación inherente al ser humano. La tecnología no es la que crea la incomunicación por sí misma”.
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