Del espacio reflexivo del papel, a un mundo de recursos para todos los sentidos
Si las fotos, los textos y el espacio en blanco de la página eran antes los elementos básicos para diseñar un diario (simplificando mucho, claro), resulta que ese mundo cambió y la paleta se llenó de colores.
Audios, imágenes en movimiento, documentos que pueden ser mostrados como si los tuviéramos entre manos, volúmenes inconcebibles de información que puede ser ordenada y filtrada para elegir solo aquello que queremos ver son apenas algunos ejemplos de los recursos ahora disponibles. Cada plataforma es un mundo.
Sabemos que la edición papel es y será ese mundo interior inmenso, y por suerte finito, donde estamos con nosotros mismos. Donde el diseño de LA NACION busca, con los recursos más sutiles, generar ámbitos propicios para cada tipo de texto. Y ahora también sabemos que el mundo digital es inmenso y que, a la hora de contar, "casi" todo es posible
Hoy, la edición papel, la digital, la TV y las redes conforman un vasto universo, al que se suman newsletters, alertas y podcasts, con sus respectivas particularidades. Pensar una misma cobertura para cada una de las plataformas equivale a situarse en cada imaginable momento de lectura. Quién lee, cómo lo hace, buscando qué. Quizás es en el subte, con ruido cerca; o en la mesa de un café o en la oficina; tal vez mirando la TV y la pantalla del teléfono al mismo tiempo; o durante un domingo de disfrute de lectura en papel; quizás en compañía de otros o en soledad por la noche, en casa. Cada cual necesita algo diferente y descubrirlo es una aventura maravillosa.
Hay dibujos que se mueven, reconstrucciones en 3D, explicaciones animadas, placas para TV y redes. Hay bases de datos construidas o por construir, y está la capacidad conceptual y técnica de encontrar allí pepitas de oro con visualizaciones
Sabemos que la edición papel es y será ese mundo interior inmenso, y por suerte finito, donde estamos con nosotros mismos. Donde el diseño de LA NACION busca, con los recursos más sutiles, generar ámbitos propicios para cada tipo de texto. Y ahora también sabemos que el mundo digital es inmenso y que, a la hora de contar, "casi" todo es posible. Desde elaborados especiales hasta sencillas piezas únicas. Al abordar un producto, lo primero es determinar para qué lo hacemos; a partir de allí, el tiempo con el que contamos, los recursos y el conocimiento terminarán de delinear la forma que le daremos.
Son tantos y tan interesantes los recursos para combinar, tan ardua la tarea de chequeo, tan motivante el deseo de usarlos bien. Hay audios con testimonios tajantes, capturas de pantalla de WhatsApp, opiniones leídas por sus propios autores con su invaluable humanidad comprometida. Hay imágenes de bajísima resolución y alta repercusión, otras en movimiento, videos editados que narran como lo haría una película, escenas que congelan el tiempo al momento del clic de la cámara para grabarlo en la retina. Hay dibujos que se mueven, reconstrucciones en 3D, explicaciones animadas, placas para TV y redes. Hay bases de datos construidas o por construir, y está la capacidad conceptual y técnica de encontrar allí pepitas de oro con visualizaciones. Es decir, existen muchas formas de informarse, jugando, desafiando prejuicios con interactivos que interpelan e inclusive con algunos que nos ponen como protagonistas. ¡Son tantas las formas de contar! ¡Tantos los colores!
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