Son las 10 de la mañana de un día invernal pero cálido de enero. El sol brilla sobre la arena anaranjada del desierto de Wadi Rum,una zona protegida ubicada al sur de Jordania. Árido, inmenso y silencioso, este lugar de 720 Km² fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 2005.
En la entrada rodeada de palmeras Mohammed recibe a un grupo de turistas, los invita a subir a la parte trasera de la camioneta y luego se sienta adelante, dispuesto a manejar por ese sitio tan conocido y familiar para él. Durante el recorrido cambia las velocidades, acelera y sube y baja formaciones empinadas, mientras los visitantes ríen, conversan y disfrutan del viento en la cara y de los paisajes. Frena en cuatro lugares para que las personas puedan sacar fotos, trepar dunas, conocer inscripciones nabateas, mirar a los camellos y tomar un té en una típica carpa beduina.
De apariencia tímida, con una amable y cálida sonrisa, Mohammed Hussein al-Swaileen invita cada día a decenas de turistas a conocer el desierto. A sus 19 años, este joven beduino atraviesa junto a ellos las coloridas arenas, con un guía que colabora en la traducción del árabe al inglés. Lo hace todos los días. "Me gusta mi trabajo", dice mientras se apoya en el vehículo donde lleva a viajeros a conocer paisajes soñados. Detrás de esa sonrisa se esconde la alegría por su última experiencia laboral: trabajar en la última edición de Star Wars.
En el medio del desierto jordano, y con un traductor electrónico mediante, Mohammed se inclina hacia el teléfono para responder las preguntas en su propio idioma y contar cómo fue su trabajo en la primera película de su vida: nada más -ni nada menos- que Star Wars, Episodio IX, título que cierra la tercera trilogía de George Lucas, quien ya eligió este lugar para grabar Rogue one: una historia de Star Wars (2016).
En septiembre pasado la tranquilidad y el silencio tan típicos del Desierto Rojo -también llamado Valle de la Luna- se vieron colmados de productores, directores, camarógrafos, sonidistas, asistentes, actores y extras, que llegaron para filmar la novena parte de la saga Star Wars. No fue la primera película que se grabó allí: este escenario natural fue elegido también por los directores de Lawrence de Arabia (1962), Planeta Rojo (2000) y Marte (2015).
"Nos ofrecieron a los residentes de la región trabajar en la película, ayudando con la escenografía y la utilería", cuenta Mohammed, mientras se arregla la hatta, el pañuelo rojo y blanco típico jordano para protegerse del sol, el viento y las cambiantes temperaturas.
It feels impossible, but today wrapped photography on Episode IX. There is no adequate way to thank this truly magical crew and cast. I’m forever indebted to you all. pic.twitter.com/138AprtFuZ&— JJ Abrams (@jjabrams) 15 de febrero de 2019
El contacto surgió a través de un ente gubernamental del país que conectó a ambas partes. "Por vivir en el pueblo de Wadi Rum, nosotros tenemos prioridad para trabajar", explica el joven beduino, quien reside allí con sus padres y sus cuatro hermanas.
Mohammed nunca vio una película completa de Star Wars, pero no dudó en aceptar y firmar el contrato. No fue el único: su papá y cinco de sus amigos también lo hicieron.
"Entre septiembre y enero trabajamos 12 horas por día, a veces un poco más. Seguíamos las órdenes del director", recuerda. Según sus cálculos, fueron más de mil personas a los rodajes. "El staff dormía en Aqaba y venía a grabar acá", agrega mientras señala la ciudad costera que está a 60 kilómetros de allí.
"Me gustó mucho la experiencia, pero también me hubiera gustado actuar", revela Mohammed, mientras busca en su celular la única foto que pudo sacar del rodaje. Ahora solo resta esperar hasta diciembre para ver, junto a su familia y amigos, el estreno de la primera película en la que participó.
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