La aplicación, que se llama IARA, usa inteligencia artificial para la identificación temprana de tuberculosis; los ocho adolescentes cursan quinto año en la Escuela ORT de Belgrano
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A comienzos de 2022, para ocho estudiantes de la escuela ORT, en Belgrano, el proyecto final de cuarto año era una tarea escolar más, pero al finalizar el ciclo lectivo, el trabajo se había convertido en su gran orgullo. Vincenzo Palonsky, Nicolás Taddeo, Daniel Wu, Gonzalo Benzaquen, Facundo Vázquez, Julieta Kovalivker, Luis Embon y Carola Orbuch crearon IARA, una aplicación que, mediante el uso de inteligencia artificial (IA), simplifica la detección temprana de tuberculosis.
Todo comenzó cuando un médico se acercó a la escuela y les comentó una problemática: la falta de recursos tecnológicos para diagnosticar una enfermedad que, a pesar de ser prevenible y curable, se cobra la vida de más de 4000 personas por día en todo el mundo. En la Argentina, las últimas cifras oficiales muestran que en 2021 se notificaron 12.569 casos y 734 muertes como consecuencia de esta afección.
“Se acercó a nosotros el director de la carrera de diagnóstico por imágenes de la Universidad Maimónides y nos dijo: ‘chicos necesito una IA para detectar tuberculosis’. El primer desafío para desarrollar cualquier IA es que se necesita una gran cantidad de imágenes y eso es lo que justamente él tenía y con lo que pudimos desarrollar a IARA”, explicó Taddeo.
Como toda IA, a la app, primero la entrenaron con datos. Le proveyeron radiografías clasificadas como “tuberculosis” o “no tuberculosis” y así fue generando patrones, de modo que ahora, al mostrarle una radiografía, IARA es capaz de detectar si están presentes estos patrones o no y devolver un porcentaje de probabilidad de que la imagen sea positiva para la enfermedad.
El nombre IARA lo decidieron entre todos. “Queríamos que el proyecto tuviera un nombre propio para personificar la IA y hacerla más amigable, entonces se nos ocurrió IARA, que significa ‘inteligencia artificial aplicada en radiografías’”, contó Kovalivker.
El proyecto estaba destinado a ser entregado a fin de año y así finalizar el curso, pero tiene tanto potencial que los chicos van a continuar trabajando en IARA, también durante quinto año. “Creemos que el producto puede seguir desarrollándose y tiene futuro. Ahora, estamos perfeccionando cuestiones de privacidad de los datos y reuniéndonos con médicos para conocer su feedback”, indicó Taddeo.
El sueño de los estudiantes es que cada vez más profesionales se apoyen en IARA para hacer sus diagnósticos de tuberculosis e, incluso, de otras patologías y así poder ayudar a más personas.
Para sus profesores, Ignacio Pardo, Ignacio Vigilante y Micaela Viegas Domina, el hecho de basarse en una problemática del mundo real que efectivamente asista a las personas fue la clave para que los chicos se involucraron tanto en el proyecto.
“La zanahoria está en ayudar a alguien, no en sacarse una nota, y eso cambia totalmente el eje de la educación”, dijo Darío Mischener, director de la especialización TIC (Tecnologías de la Información y las Comunicaciones) de la Escuela ORT, sede Belgrano.
“Poder dar un servicio que vos creaste con esfuerzo y le simplificaste el trabajo o la vida a otro se siente muy bien”, afirmó Palonsky.
Para Kovalivker, desde el inicio del proyecto tuvieron en claro que el objetivo del desarrollo era poder hacer una diferencia en la vida de los pacientes: “Por eso, quiero estudiar tecnología, para poder elaborar productos que ayuden”, dijo la joven.
Algo similar le sucedió a Wu, a quien le interesa la biología desde que tiene memoria, pero a partir del desarrollo de IARA ese interés fue más allá: le gustaría estudiar biotecnología. “Ver que IARA puede aportar un granito de arena al área de la medicina me hace muy feliz”, dijo.
“La idea de poder hacer en el ámbito escolar algo que, quizás, se use en un ámbito más profesional y encima ayude a una persona o a un médico a diagnosticar, te deja sin palabras. Pasás de hacer un trabajo que te lo corrige un profesor y termina en hacer algo que te llena”, agregó Taddeo.
Aprendizaje Basado en Proyectos
De acuerdo con Viegas Domina, es cada vez más habitual que vengan personas externas al colegio a pedirle a los alumnos de TIC soluciones para distintas necesidades. “Intentamos que los chicos de quinto año se comuniquen con la industria y la realidad porque les queda poco tiempo para salir a la vida real y tratamos que puedan replicar sistemas, roles, metodologías y áreas de los proyectos que existen en el mundo adulto”, explicó.
“Se nos acercan muchas instituciones que no encuentran respuestas en el sector comercial. Atendemos muchas demandas de los sectores de la tercera edad y discapacidad porque en líneas generales son productos más personalizados de menor escala de producción y sin tanto interés económico. Y para los chicos es muy bueno, porque pueden ver el impacto de sus proyectos en la sociedad”, agregó Mischener.
La orientación en TIC nació hace 19 años en la ORT y desde entonces trabajan con la metodología de Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP), que, según Mischener, no es novedosa, pero es poco utilizada.
“La idea en TIC es que cada uno pueda desarrollar las habilidades que aprendió en clase, pero eso no significa que yo tenga que desarrollar todas porque quizás algunas no me gustan tanto. En mi caso, por ejemplo, me gusta más programar que diseñar, entonces al plantear el proyecto de IARA, me dediqué a ese rol. Eso nos permitió que cada uno realizara sus tareas en base a lo que le interesa y que el proyecto saliera mejor”, señaló Benzaquen.
Para Pardo, uno de los grandes beneficios del ABP es que permite ir más allá de un único temario. “Los chicos buscan desarrollar un interés independientemente de la currícula. El desarrollo de IARA, por ejemplo, la excedió y terminó usando una tecnología de punta, muy moderna”, dijo.
Inteligencia artificial
En un momento en que la inteligencia artificial es tan discutida dentro de muchos ámbitos, sobre todo en el educativo, Mischener consideró que, bien utilizada, puede ser una gran herramienta. “Nosotros trabajamos sobre redes neuronales, la de los estudiantes o la de las computadoras. Lo que estamos tratando de definir es cuándo pasamos de una a otra. Está claro que si no desarrollamos la red neuronal de los alumnos, es decir, sus ‘cerebritos’, no van a hacer un uso correcto de la red neuronal computacional. Estamos tratando de imponer que en tercero y cuarto año se utilicen herramientas de programación sin asistencia de IA, pero que sí deba ser utilizada en quinto, cuando se supone que ya saben programar”, dijo Mischener, para quien la discusión puede equipararse al siguiente ejemplo: “Si a un chico de primaria le dejás usar la calculadora es una tontería, pero si a uno secundaria no se lo permitís, también lo es”.
“Hay que pensar en qué momento le acerco esa herramienta para que esté en condiciones de sacarle el mayor provecho. Es una herramienta más y, como toda, bien utilizada es espectacular”, aclaró el docente.
Sobre la tuberculosis
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), la tuberculosis es una enfermedad infecciosa causada por un tipo de bacteria conocida como “bacilo de Koch”. Se propaga por el aire cuando una persona infectada tose, estornuda o escupe y suele afectar a los pulmones. Es posible prevenirla con vacunación, ventilación frecuente y normas de higiene y curarla con antibióticos, pero puede ser mortal si no se trata.
Los síntomas habituales de la tuberculosis son:
- Tos crónica (a veces con sangre)
- Dolor torácico
- Astenia
- Cansancio
- Pérdida de peso
- Fiebre
- Sudores nocturnos
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