"Dejé de estudiar porque no aguanté más la discriminación"
La trans Alba Rueda trabaja en el Inadi y milita por una ley que reconozca el nombre que cada persona decide usar sea cual sea su sexo biológico
No pasa un día en que Alba Rueda no tenga que aclarar que es trans, que su nombre no es el que figura en el DNI, en las tarjetas de crédito, en las facturas de pago que le llegan a su casa en Boedo. Con firmeza, en diferentes momentos del día y en distintas circunstancias cotidianas se la pasa aclarando esto cada vez. Lo soporta así hace años, desde los 16.
La Ley de Reconocimiento y Respeto a la Identidad de Género, que le permitiría modificar el nombre de varón que le pusieron sus padres por el de mujer que adoptó ella, es una de las principales luchas hoy desde la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina. Miles de personas esperan este reconocimiento.
Alba es optimista por naturaleza y, después de la aprobación de la ley de matrimonio igualitario, lo es aún más. En el Inadi, donde ella coordina el área de asesoramiento sobre discriminación y vulneración de derechos, ya logró que su recibo de sueldo esté a nombre suyo. Lo muestra orgullosa para que lo tome la cámara.
Ella sonríe siempre; se corre el pelo largo bien cuidado y se mira en un espejo alargado de su living. No hace falta que diga que es coqueta. En el encuentro con lanacion.com relata su infancia difícil en Salta, las discusiones con sus padres para que la aceptaran tal como era, los mil episodios de discriminación, su pasar preadolescente asexuado y solitario, su reconocimiento como mujer, su re bautismo. No hay tristeza en ese repaso o, si la hay, se esconde detrás de sus ojos negros brillantes y su boca grande apenas pintada.
Sólo se quiebra al recordar su gran deuda: terminar la carrera de Filosofía en la UBA , de la que sólo le restan dos materias. "Dejé porque no aguanté más la discriminación", dice. "Algunos profesores hasta me pidieron que me retirara del aula porque no figuraba como alumna; a veces, no podía rendir por ese mismo motivo".
En los papeles, Alba no existía. Su libreta universitaria tenía nombre de varón. Abandonó esa pelea, decidió dejar filosofía, pero se prometió emprender la lucha activa por legalizar su verdadero nombre.
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