Dejaron todo para instalarse en Ibiza y ahora triunfan con una empresa de turismo que Pampita elige para vacacionar
Nuria y Marcelo vendieron su casa de San Fernando y fueron a vivir a un velero en Barcelona; a LA NACIÓN, contaron cómo se reinventaron tras una crisis laboral y cómo son un auge en el verano ibérico
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Cambiar de rumbo en la vida no siempre es fácil y mucho menos cuando se tiene una edad en la que, todo el mundo considera que ya es tarde. Sin embargo, la palabra “no” nunca estuvo presente en el vocabulario de Nuria y Marcelo Cunill, que con más de 50 años abandonaron la Argentina y se instalaron en España con la intención de airear su rutina. Eso los llevó a fundar una empresa de servicios de turismo naval junto a uno de sus hijos, que también siguió su camino. En diálogo con LA NACION, los tres contaron las dificultades de emprender en Europa y cómo lograron captar la atención de Carolina “Pampita” Ardohain, quien vacacionará por segundo año consecutivo con ellos.
Las redes están colmadas de cuentas de compatriotas que relatan su vida en el exterior, por un motivo particular o simplemente con la intención de descubrir otros países. Cada vez son más quienes intentan establecer un negocio y a muchos les resulta complejo. Dentro de ese espectro aparecen Marcelo, Nuria y Agustín, que ante la necesidad expusieron las habilidades por las que tanto destacan los argentinos en el resto del mundo.
Nacidos para vivir en el agua
Marcelo siempre tuvo un contacto directo con el agua desde sus 15 años. Oriundo de Buenos Aires, conoció a Nuria, con quien formó una familia de tres hijos. Todos compartieron una cercanía con los deportes de agua y en diferentes oportunidades disfrutaban de vacaciones en velero por el Río de la Plata, entre la Argentina, Uruguay y Brasil.
Marcelo es Ingeniero y también piloto. En sus ratos libres realizaba vuelos privados para no perder relación con su otra pasión. Por su parte, Nuria, ejercía como kinesióloga. En medio de esos años de crianza de sus hijos, Agustín se dedicó a los deportes náuticos y competencias internacionales en regatas, desde los 15 hasta los 22 años.
Cuando todos se volvieron independientes, a Marcelo le interesó probar suerte como piloto de aviones en España, ese bichito por continuar con su profesión en otro país fue avalada por su esposa e hijos, por lo que en 2019 viajó a Europa con ese fin, sin saber que la pandemia se aproximaría.
Cuando logró estabilizar su residencia en Barcelona, recibió a Nuria allí. Y claro, lo más barato en esa zona era un bote y no una casa, por lo que la pareja de 56 años se compró un pequeño velero que lo adoptó como su nuevo hogar. Ese fue el inicio de una vida despojada de grandes acaparaciones, por algo mucho más modesto y minimalista. “Eran las vacaciones que siempre quisimos vivir”, recordó Nuria con alegría ante la propuesta de un volantazo rotundo.
La intención fue clara, quedarse en la ciudad catalana de forma permanente, por lo que luego de una serie de discusiones familiares, viajaron a la Argentina para vender la casa. Al mismo tiempo, Agustín, que se encontraba en Italia, se alojó unos días en Barcelona para cuidar el bote de sus padres y en ese instante nació su amor por querer repetir este estilo de vida.
Tras una larga expedición también pudo comprarse su velero de más de 40 años de antigüedad, al que refaccionó por completo y que lo inauguró como su casa fija. Ya eran tres en el país ibérico. Sin embargo, en 2021, Marcelo y Nuria enfermaron de coronavirus. No tenían trabajo y la desesperación crecía con el correr de los días. “Me agarró una depresión importante, hacía frío, estaba todo mal. Estábamos encerrados, ir al hospital no era una opción”, remarcó Marcelo con pena.
Al mismo tiempo, Agustín había emprendido en un e-commerce de comida junto a su amigo Nicolás, que vivía con él en el barco. Sus ingresos eran escasos, por lo que en medio de la temporada de verano española se fueron a Formentera y gracias a la ayuda de un viejo conocido, se animaron a ofrecer su casa a turistas con el fin de recorrer las Islas Baleares y alojarse allí. “Los primeros eran uruguayos que venían de Miami”, señaló el joven de 32 años. “Después se empezó a correr la bola y llegaron más a hospedarse”, agregó y dejó en claro que era una manera de hacer dinero de forma fácil.
“Con Nuria estábamos algo deprimidos hasta que nos llamó y nos dijo: ‘Che Pa, acá hay trabajo, ¿se quieren venir?”, contó Marcelo, quien no dudó ni un segundo y dio rienda suelta al alquiler de su bote con un fin turístico.
El negocio que les dejó prosperar en España
A pesar de que Agustín es Ingeniero Químico, que Nuria mantuvo algunos clientes en Barcelona y que Marcelo es piloto de avión, se volcaron a un negocio que les hace felices. Con tres veleros y un catamarán, la empresa Nomad sailing experiences (@nomadsailingtrips) va en expansión. Esta es su tercera temporada de verano y tuvieron el honor de recibir a Pampita Ardohain, quien se enteró de ellos mediante una amiga en común. Según contaron, en agosto de este 2024 volverá a vacacionar con ellos.
“Antes de permitirles hospedarse, nos fijamos bien”, dijo Nuria. “Hacemos una pequeña preselección porque es nuestra casa y se los dejamos en claro a todos (...) Cuando decís que vivís abordo, lo toman con respeto”, sumó.
Trabajar en familia no es fácil, aludieron, pero todos supieron aprender de cada uno y encararon este negocio que ya lleva tres años en la lista de opciones de turismo naval en las Baleares. Ninguno de los tres piensa en regresar a la Argentina, al menos por el momento. Nuria y Marcelo tienen 60 años y en unos meses recibirán a su hija, quien se mudará a España, tras la llegada también del otro hijo al país. “Tenemos a todos acá”, sostuvieron, por lo que no encontraron razones para volver a la Argentina, salvo para visitar.
La familia destacó que vivir en un bote tiene sus peculiaridades, como ver el amanecer y el atardecer en el mar y en diferentes puntos, si se desea. La “libertad” es lo que remarcaron como bastión de este estilo de vida.
Sobre animarse a cumplir sus sueños más allá de la edad que uno tenga, Nuria reflexionó: “Si uno tiene ganas de algo y está convencido, hay que hacerlo. Acá hay mucha posibilidad de trabajo. Si tenés ganas de trabajar, hay posibilidad de trabajar (...) Nosotros no lo elegimos como estilo de vida, sino que se fue dando y al tener los barcos, se probó. Entonces seguimos construyendo sobre una base de confianza”.
Antes de concluir, la familia destacó la capacidad del argentino para desenvolverse en otros países. La cual “es muy bien vista”. Incluso, remarcaron que todos sus empleados son compatriotas, no solo con el fin de revalorizar su esfuerzo, sino porque es el mejor gesto para ayudar a la comunidad que decidió emigrar a España.
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