Dejaron sus trabajos para hacer de su hobby su modo de vida: ya tienen dos locales y abrirán otro en Miami
Víctor y Dana comenzaron a reseñar locales de comida en Instagram y terminaron abriendo su propia hamburguesería; hoy sueñan con llevar su marca a Estados Unidos
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La historia de la hamburguesería Burger Couple es, de alguna manera, la de Víctor (32) y Dana (30), sus mentores. Y también es tan breve como intensa. En menos de tres años y medio, crearon una cuenta de Instagram para reseñar locales de comida, empezaron a cocinar en el patio de su casa, abrieron y cerraron su primer local en el barrio porteño de Boedo, inauguraron junto a un socio una sucursal en Palermo, se casaron y firmaron el contrato de la próxima apertura que ya están acondicionando en Caballito, solo por mencionar algunos de los hitos de este relato meteórico.
Víctor y Dana se conocieron en 2017, en el cumpleaños de una amiga en común, y a los seis meses se fueron a vivir juntos. Sus citas favoritas eran en restaurantes, hamburgueserías y locales de comida rápida de Buenos Aires, por lo que tuvieron una idea. “Todo nace cuando empiezo a salir con Dana, íbamos mucho a comer y a mí me gusta escribir, entonces encontré en eso un pretexto para poder hacerlo”, explica Víctor en diálogo con LA NACION.
“Es un tipo de escritura medio bizarra, descontextualizada, tomando lo que probamos como una excusa para hablar de otras cosas cómicas. A raíz de eso nació Burger Couple, en principio como una cuenta de Instagram en la que opinábamos sobre los lugares a los que íbamos a comer”, cuenta el emprendedor que acaba de dejar su puesto en una compañía de seguros para dedicarse full time a su proyecto gastronómico.
La cuenta empezó a crecer rápidamente y en poco tiempo comenzaron a recibir invitaciones para comer en diferentes restaurantes. “Al principio nos invitaron a una sanguchería, ¡no podíamos creer que no íbamos a pagar la comida!”, recuerda Víctor. En menos de un año recorrieron prácticamente todas las hamburgueserías de la ciudad y fueron conociendo cocinas, dueños, equipos y sistemas de trabajo. “Medio que mirábamos de reojo lo que pasaba del otro lado del mostrador”, explica.
A finales de 2019, justo antes de que comience la pandemia, la pareja empezó a evaluar opciones para tener un ingreso extra. Pensaron en vender ropa para mujer o pendrives a través de las redes sociales. “Estábamos tratando de encontrar algo que complemente nuestros laburos”, explica Víctor y cuenta que Dana, su flamante esposa, es psicóloga y trabaja en un centro terapéutico con chicos con discapacidad. Hasta ese momento, la cocina ni siquiera aparecía en el horizonte de posibilidades. Pero un evento cambió todo para siempre.
La idea era asociarse con un local de comida y usar el alcance de Burger Couple para convocar a los comensales. Y fue un éxito. “Cuando llegaron los invitados, que fueron muchos más de los que imaginábamos, la gente pensó que nosotros íbamos a estar cocinando. A raíz de esa pregunta, ‘¿por qué no cocinan ustedes?’, empezó a nacer la idea”, explica Víctor y describe la dinámica de su pareja: “Yo soy el más lanzado, lo cual fue necesario para que todo esto pase; pero ella es la moderación, la que termina de darle el marco lógico a mis ideas”, asegura.
Decididos a apostar por ese camino, compraron una plancha y una freidora -las más económicas del mercado- y empezaron a hacer algunos eventos con Víctor al mando de la espátula. “Para cuando cocinamos la primera hamburguesa habíamos escrito reseñas de todas las hamburgueserías relevantes de Buenos Aires. ¡Más de 40! Eso fue elemental”, reflexiona el emprendedor. Y dice que la clave para obtener un producto “excelente” es conocer a los mejores proveedores y respetar las técnicas de cocina sin tratar de escatimar en gastos. Pero para llegar a esa conclusión, la pareja tuvo que atravesar varios procesos de aprendizaje.
Burger Couple, desde el patio de casa
Con los primeros eventos, llegaron los primeros acuerdos comerciales con locales, emprendimientos e influencers, pero la plata no aparecía. “Yo no se lo decía a ella, se lo escondía, trataba de dibujar un poco los números porque no quería decepcionarla. Pero la verdad es que no sabíamos sacar cuentas, costos, no entendíamos nada”, admite Víctor. Con la plancha y la freidora en su poder, decidieron incursionar en el mundo del catering, pero enseguida se dieron cuenta de que no era lo que estaban buscando. Ahí empezaron las dudas. “¿Estaremos haciendo las cosas bien? ¿Será este el camino?”, se preguntaba Dana mientras Víctor le pedía paciencia. Pero ella sabía que había que cambiar la perspectiva y tuvo una idea bisagra.
“A ella se le ocurrió trabajar desde el patio de casa. ‘Vendamos como un delivery’, me dijo”, recuerda Víctor. “Tenemos un patio grande, como una cocina respetable de un restaurante. Clavamos la plancha y la freidora y arrancamos con amigos y conocidos”, recuerda. Empezaron vendiendo entre 15 y 20 hamburguesas por día. Tomaban pedidos hasta las siete de la tarde, cocinaban y repartían todo. Después volvían a su casa, cocinaban la segunda tanda y salían a repartir otra vez. “Así nació oficialmente Burger Couple como se lo conoce hoy, desde del patio de casa”, asegura.
El volumen de ventas creció semana a semana hasta que llegó el primer empleado, uno de los siete sobrinos de Víctor. De repente, el asunto se volvió oficial: tuvieron que sumar otra freidora y hablar con una empresa de delivery para poder satisfacer la demanda de los clientes, la mayoría del mismo barrio, Villa Mitre. La pareja seguía trabajando en sus respectivos empleos, pero de jueves a sábado, de 8 a 12 de la noche, se convertían en Burger Couple. Contrataron a otro empleado, y enseguida a otro, y tuvieron que transformar la cuenta de opinión de Burger Couple en “Loco Piña” -un personaje cómico que encarna el propio Víctor y forma parte del universo de la hamburguesería-, y fundar la marca comercial con un Instagram dedicado exclusivamente a la venta.
Casi sin darse cuenta empezaron a trabajar de miércoles a domingos y la casa empezó a deteriorarse. Los días de lluvia colocaban la plancha debajo de un pequeño techo, ponían las freidoras contra la ventana y las mesas de trabajo en el living. “Capaz que hacíamos 90 hamburguesas, con toda la grasa que eso larga. Prendías el aire acondicionado y largaba grasa. Ya estábamos empezando a pasarla mal desde ese lado y seguíamos con la misma: no ganábamos mucha plata o no la veíamos, porque no la sabíamos manejar”, recuerda Víctor.
Burger Couple, del patio a los barrios porteños
Después de alrededor de un año y medio de trabajo en el patio, Víctor y Dana llegaron a su límite. Un viernes fatídico de abril de 2021 en el que casi abandonan todo, apareció la oportunidad de mudar toda la estructura a Boedo y enseguida cerraron el acuerdo. “Era un localcito chiquito que así como nos lo dieron lo tuvimos que dejar. No teníamos plata para remodelarlo, ni para comprar una lata de pintura. Metimos la plancha adentro y el día que hicimos la inauguración llegó la gente y se cortó la luz, saltó todo por el aire. Esa noche hicimos 100 hamburguesas cocinando con velas”, recuerda el emprendedor.
En esa instancia no tuvieron más remedio que profesionalizarse y aplicar un sistema de trabajo a la altura de las circunstancias. Cada peso que ingresaba se invertía en acondicionar el local. Y el barrio empezó a responder. “Estábamos manejando volúmenes altos, teníamos muchos clientes de Boedo, nos fuimos haciendo conocidos y vendíamos mucho”, asegura Víctor.
Un día, subió a sus redes sociales un anuncio buscando delivery para el local y un amigo suyo, un expiloto de avión que estaba desempleado, se sumó como repartidor de Burger Couple. Sin embargo, en pocos meses terminó convirtiéndose en alguien mucho más importante para esta historia. “Él tenía ahorros y cuando empezó a repartir, y a ver los volúmenes que manejábamos, vino y me dijo ‘me quiero poner un Burger Couple’. Fuimos a comer y hablamos. A raíz de eso nació La Chupetería de Palermo”, dice Víctor orgulloso. “Perdimos un motoquero de lujo porque iba a los gomazos y era muy responsable, pero ganamos un socio”, agrega.
Ubicado en Fitz Roy y Nicaragua, el local fue inaugurado en noviembre de 2021 y tiene todo lo que tiene que tener una hamburguesería de Palermo. Además, expone aun más el concepto de la marca. “Yo soy del 90, crecí con mi vieja obligándome a mirar Intrusos, mamé eso toda la vida”, explica Víctor. Su manía por los personajes mediáticos, los videos graciosos y memes fue trasladada a Burger Couple y de alguna manera se convirtió en su espíritu. “Cuando empezamos a cocinar en el patio le pusimos nombres de famosos a las hamburguesas”, recuerda. Y como siempre, llevaron la idea aun más lejos.
Ricardo Fort es su santo patrono, Moria Casán tiene un rincón en el local de Palermo y hasta las bailarinas de Fabián Show tienen su lugar en el menú. Así fue como sacaron a la venta la Burger Moon, una hamburguesa con medialuna inspirada en el animé Sailor Moon. O la Gorda Frita, una arriesgada apuesta de hamburguesa con torta frita. En ese sentido, quizás uno de sus mayores logros fue cuando le vendieron una hamburguesa a Guido Süller. Por suerte, quedó el registro para la historia. “No inventamos nada muy extraño, lo que intento es hacer eventos, propuestas y productos que mantengan a la gente enganchada”, dice Víctor.
Con La Chupetería creciendo cada vez más, decidieron cerrar el local de Boedo y seguir apuntando hacia arriba. “Estábamos vendiendo 230 hamburguesas por noche, nos iba bien, pero teníamos problemas con los vecinos, el contrato no estaba a nuestro nombre, nos pedían una fortuna para renovar y decidimos que no tenía sentido”, explica Víctor y dice que recibió varias ofertas para poner otros locales, pero quería encontrar a la persona adecuada. Por suerte, apareció antes de lo que imaginaba y se convirtió en el nuevo nuevo socio de la pareja, que pronto va a abrir un nuevo local para 130 personas en Caballito.
“La inyección de dinero que va a traer el nuevo socio nos va a permitir hacer una propuesta superadora en todos los aspectos”, asegura el emprendedor y se anima a seguir soñando: “Paralelamente estamos empezando a tramitar -y es una primicia- la visa de inversión para abrir un Burger Couple con mi suegro en Miami. Pero para eso falta”, aclara.
Recién casados, y con mucho trabajo por delante, Víctor y Dana tienen actualmente 15 empleados en nómina directa y comandan un equipo integrado por un asesor gastronómico, dos diseñadoras gráficas y dos diseñadoras de interiores e iluminación. Más allá del trabajo en redes sociales, la asociación con influencers, las campañas y los eventos, para los creadores de Burger Couple lo más importante sigue siendo la hamburguesa. “Para poder tener cola en el local, como nos pasa a nosotros hoy, mínimo tenés que tener un producto de 9 puntos. Pagamos el blend de carne $1250 el kilo, más caro que una persona particular, y compramos 800 kilos de carne por semana. Tenemos costos altos, pero también eso es lo que nos garantiza después que el local tenga espera y le vaya bien. El producto es elemental”, remarca Víctor.
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