Declararon el padre y el hermano de Pablo Piccioli
Los testigos hablaron de la actitud de Petrocchi, el acusado
Con voz firme, muy tranquilo, pero con una tristeza que no pudo ocultar a lo largo de su testimonio, Andrés Piccioli recordó con lujo de detalles cómo el 9 de octubre de 2005 asesinaron de un balazo a su hermano Pablo, de 18 años, a metros del peaje en el kilómetro 35 de la ruta Panamericana.
"Ayudame, que me muero", fueron las últimas palabras de Pablo antes de morir, recordó Andrés ayer, en la primera audiencia del juicio que se realiza ante el Tribunal Oral Nº 6 de San Martín, que integran los jueces Javier Mariani, Patricia Toscano y Mario Yutiz.
Cuando el hermano de la víctima relataba lo sucedido, su padre se quebró. "Fue recordar el momento más triste de mi vida. Pablo no va a volver y el dolor no va a terminar", explicó Dante Piccioli al finalizar la audiencia.
Mientras Andrés, el testigo principal de la primera audiencia, hablaba ante el tribunal, Edgardo Petrocchi, el asesor de seguridad privada acusado de haber asesinado de un disparo a Pablo, parecía no inmutarse.
La primera audiencia no había empezado bien para Petrocchi, de 57 años: los jueces rechazaron un pedido de sus abogados, Ricardo Ruggiero y Javier Raidan, de suspender el debate por la presunta falta -según ellos- de peritajes psicológicos y psiquiátricos.
"En ningún momento le escuché decir alguna palabra. Con paso rápido, pero con tranquilidad [el acusado] se acercó a mi hermano, lo tomó con el brazo izquierdo y en ese momento sentí un estruendo. Miré a esa persona, y él me observaba de una forma desafiante. Ahí sentí miedo por mi vida. Estaba paralizado", contó Andrés, luego de una pregunta de la fiscal del juicio, Laura Pascual.
El primer testigo de la jornada había sido Dante, el padre de Andrés y de Pablo. Muy emocionado, habló del momento en que llegó al lugar del homicidio. "Me dijeron que Pablo estaba dentro de una ambulancia; apenas lo vi, me tiré arriba de él. Estaba tibio; lo abracé", contó Piccioli.
Entre el público estaban mezclados los familiares y amigos de la víctima y los parientes Petrocchi; también, Juan Carlos Blumberg.
Todos los testigos del crimen, más allá de pequeñas diferencias, coincidieron en resaltar que el día del asesinato Edgardo Petrocchi parecía estar muy tranquilo. Es más: dijeron que después de haber disparado contra Pablo, el asesor de seguridad privada miró a varios automovilistas y, en un claro gesto intimidatorio, movió la mano con la que sostenía la pistola Bersa .380 para la cual tenía permiso de portación.
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