Universidades públicas y privadas abren el juego a nuevas alternativas para estudiantes que buscan una salida más rápida al mercado; los parámetros de prestigio y el futuro de las profesiones tradicionales; testimonios de alumnos y análisis de especialistas
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“Sueño con un futuro laboral en el campo, a la par de quienes trabajan allá día a día. Y lo veo bastante cercano”, dice Patricio Covernton, de 25 años, quien después de pasar por varias de las carreras universitarias tradicionales decidió comenzar a formarse como Técnico Universitario en Producción Agropecuaria en la Universidad Católica Argentina (UCA), una tecnicatura que se cursa en dos años y medio.
Patricio se dio cuenta de que esta alternativa era la que más rápido lo iba a llevar a concretar su objetivo. “La carrera me brinda un conocimiento bastante completo sobre la producción agropecuaria, con materias 100% enfocadas en la especialidad”, explica. Como él, muchos jóvenes se alejan de los mandatos y se alistan en programas de estudio que les permiten salir al mercado laboral en poco tiempo.
Ante la creciente demanda, en los últimos años se incrementó notablemente la oferta de carreras cortas. Las propuestas ya no vienen únicamente de los institutos terciarios como tradicionalmente ocurría, sino que ahora se suman alternativas también de las universidades, atentas a los cambios en la sociedad y a las nuevas necesidades del mercado laboral.
Según el análisis de Marcelo Rabossi, profesor e investigador de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), los datos son reveladores: “En las universidades, de cada tres carreras tradicionales en cuanto a extensión, una es de pregrado, que se extiende de dos a tres años”. Asimismo, es interesante mirar el crecimiento de los graduados de carreras cortas en relación con los profesionales de carreras largas o de grado, como se las denomina. “Aquí se repite la proporción, y uno de cada tres profesionales que se recibe, hizo una carrera corta”, observa.
Para el especialista en educación hay varias razones que explican este auge y una de ellas responde a que quienes las eligen perciben a las carreras cortas como “más transitables”. Además, acceden a algún tipo de certificación para mostrar en el mercado en un plazo cercano. Es el caso de Paula Andrea García, que, con 52 años, se graduó en agosto como Martillera y Corredora en la Universidad del Salvador (USAL). “Me decidí por una carrera corta para poder formarme y llevarlo a la práctica en poco tiempo. Es un rubro en el que ya tenía experiencia, pero al tener la matrícula, ahora puedo llevar adelante mi propio negocio”, cuenta.
En otras ocasiones, mientras cursan una carrera larga, los estudiantes deciden incursionar en alguna otra de menos años relacionada para poder insertarse en el mundo laboral anticipadamente. Como Catalina Huidobro, de 25, oriunda de Salta que actualmente vive en Recoleta, quien, tras haber empezado veterinaria, se inscribió en la tecnicatura en Producción Agropecuaria en la UCA por la necesidad de conseguir un empleo. “A medida que pasaban los años de la cursada de veterinaria, me di cuenta de que me iba a costar entrar en el ambiente del trabajo, más si quería irme al campo en Buenos Aires o volver a Salta. Le seguía poniendo todas mis ganas, hasta que tuve que buscar trabajo. Y cuando vi el plan de estudios de la tecnicatura me gustó, pero lo que más me atrajo fue la bolsa de trabajo. Vi una oportunidad, una carrera corta e intensiva que me deja trabajar mientras estudio”, indica.
Nuevos parámetros de prestigio
Sobre los factores comprometidos al momento de elegir una carrera, Rabossi considera que entran en juego no solo la vocación o el mandato familiar, sino también lo que se denomina factor de evitación. “Esto se refiere a ciertas particularidades que podría presentar una carrera que el alumno prefiere evitar. Por ejemplo, la extensión en cuanto a cantidad de años, o la dificultad que el alumno percibe de antemano en cuanto a los conocimientos previos que debería tener para transitarla sin demasiados sobresaltos”, explica. A esto se suma que, actualmente, los parámetros de referencia y de prestigio cambiaron. “Existe una mirada más abierta, producto de los avances tecnológicos y de la globalización. Si bien medicina y derecho siguen entre las carreras más demandadas y, desde una mirada colectiva, seguimos atados al precepto de ‘mi hijo, el doctor’, ya no se considera imprescindible como antes seguir una carrera larga para ser plenamente valorado”, plantea el profesor de la UTDT.
Desde este punto de vista, Ignacio Tomé, director de Relaciones Institucionales de la UCA, asegura que la demanda generada por el ritmo de vida y el mercado laboral actual abrió la posibilidad de considerar otras alternativas en los procesos de formación. “Esto sucede porque el conocimiento alcanzado quedará obsoleto en poco tiempo si la persona no se actualiza y, por ello, la alta demanda de las carreras denominadas cortas”, asegura.
Ese mismo paradigma se evidencia en la Universidad de Buenos Aires (UBA), que cuenta con carreras orientadas a la educación técnico profesional. “Este tipo de propuestas procura responder a las demandas y necesidades del contexto socioproductivo con una mirada integral”, dice María Catalina Nosiglia, secretaria de Asuntos Académicos de la UBA.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que las tecnicaturas tienen como destinatarios no solo a los jóvenes que egresan del secundario sino también a personas con una trayectoria laboral. En ese sentido, Ana Linares Quintana, vicepresidenta de Docencia e Investigación de la Universidad de Belgrano (UB), sostiene que, justamente, las carreras cortas, por tener una carga horaria menor que las de grado, son apropiadas para personas que ya trabajan o que poseen compromisos familiares. “La mayoría desea obtener un título universitario que le permita contar con más posibilidades en su trayectoria laboral o mejorar su posición. Y esta salida laboral inmediata también es apropiada y motivadora para quienes quieren reorientarse hacia otra área disciplinar, o para aquellos que desean probar si el tema les resulta de interés para luego articular con una carrera de grado”, explica.
La inmediatez en la salida laboral es evidente. Pero la lógica instalada, no obstante, es que los profesionales de grado son los más valorados. ¿Cambió esa premisa para el mercado? La respuesta no es taxativa. Depende del prestigio de la universidad en la que estudió el candidato, del área de desempeño y del contexto del trabajo en los distintos períodos, según los especialistas consultados.
“No considero que haya una dicotomía entre carreras cortas y largas. Son diversos recorridos formativos que nutren una vocación que puede transformarse en una profesión”, sostiene Pablo Hernández Molteni, responsable de la Secretaría de Promoción e Ingreso de la USAL. “La valoración académica depende del plan de estudio y del contexto formativo de la universidad”, agrega.
Desde productor agropecuario hasta agente de viajes
En los últimos años, en nuestro país, las universidades públicas y privadas abrieron el juego. La UCA, por ejemplo, dicta Producción Agropecuaria (2 años y medio), Bibliotecología (3 años), Martillero Público, Corredor (Mobiliario e Inmobiliario), Administrador de Consorcios y Tasador (2 años). Y, desde 2023, se sumarán la tecnicatura en Laboratorio de Análisis Clínicos (3 años) y en Hemoterapia e Inmunohematología (3 años).
En el caso de la UBA, Instrumentación Quirúrgica (3 años) y Cosmetología Facial y Corporal (3 años) son dos de las tecnicaturas más elegidas de su amplia oferta, que incluye 17 carreras cortas. Entre todas, las del área de la salud son las que reciben la mayor cantidad de inscripciones, y a las ya mencionadas se les agregan la tecnicatura en Bioterios, en Óptica y Contactología y en Medicina Nuclear, de tres años y medio. La Fundación Barceló, en tanto, propone tecnicaturas de dos años de duración en Instrumentación Quirúrgica, Análisis Clínicos, Análisis de Sistemas de Información Médica y el título intermedio de enfermero que tiene una duración de dos años y medio.
La UB cuenta con 18 carreras cortas. Entre las tecnicaturas universitarias virtuales que propone, las más elegidas son las de Logística, Producción Agraria y Hotelería y Turismo. Entre las presenciales, las que tienen una demanda creciente son las de Programación de Computadoras, Diseño y Animación Digital, Agente de Viajes, Acompañante terapéutico y Producción Agraria.
En la USAL, Dermocosmiatría (2 años) y Martillero y Corredor Público (2 años y medio) encabezan la lista de las carreras cortas con mayor número de ingresantes, pero además esta casa de estudios ofrece otras tecnicaturas como Corrector Literario (2 años y medio), Yoga (2 años y medio) y Organización de Eventos (3 años).
En el caso de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) todas las carreras que se dictan tienen dos niveles académicos: grado (4 años) y tecnicatura (3 años), ambos avalados por el Ministerio de Educación. “Por ejemplo, aquellos alumnos que opten por una licenciatura, en la mayoría de los casos, tienen la opción de gestionar su título intermedio en el tercer año. Esto es de gran valor ya que les permite insertarse con mayor facilidad en el mercado laboral teniendo una ventaja competitiva mientras obtienen su título de grado”, explican desde la universidad.
Una carrera acotada con mucha demanda es la tecnicatura en Programación que lanzó la Facultad de Ingeniería de la Universidad Austral en plena pandemia y es dictada en la sede de la ciudad de Rosario, con una duración de dos años y medio. “Surgió para dar respuesta a las necesidades de personal del sector, manifestadas a través del Polo Tecnológico de Rosario. Eso sucede porque el sector de desarrollo de software es uno de los más pujantes en la actualidad”, señala Alejandro Yacono Esmendi, codirector de la carrera. Y subraya que esta propuesta se da en un contexto particular en el que se estima que se crean anualmente en la Argentina entre 5000 y 10.000 puestos en esta área, y con perspectivas de crecimiento a tasas aún mayores por varios años más.
La Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES) tiene solo carreras de grado y posgrado, pero su creadora, que es la Fundación de Altos Estudios en Ciencias Comerciales (Faecc) ofrece únicamente tecnicaturas, por lo que es frecuente que los estudiantes comiencen en la fundación y luego continúen en UCES para obtener la licenciatura.
Programadores, productores agropecuarios, instrumentadores quirúrgicos, cosmetólogos, agentes de viajes o martilleros públicos. El auge de estas carreras obliga a repensar la futura disponibilidad de profesionales imprescindibles para la vida en sociedad.
Un médico, ¡por favor!
“Comparado con Chile, graduamos la mitad de universitarios en relación con la población. Evidentemente nos hemos quedado en el tiempo”, dice Rabossi. Y considera que parte de este fenómeno es producto de la baja proporción de jóvenes de entre 18 y 24 años que completan el secundario. “Cuando lo hacen, en promedio, sus conocimientos y saberes son bastante limitados. De esa manera, la universidad y las carreras largas los terminan expulsando”, admite.
Por esta razón, asegura que la existencia de carreras cortas enfocadas al mercado de trabajo y que estimulen las habilidades blandas del graduado como, por ejemplo, el manejo del tiempo, la capacidad para comunicarse y para trabajar en equipo, son fundamentales para intentar salir de una suerte de parálisis en la que ingresó el país desde hace al menos una década.
En este punto surge la duda: ¿puede esta tendencia hacia las tecnicaturas augurar un futuro con menos médicos, arquitectos, odontólogos o ingenieros? Más allá de la escasez de ingenieros que se da actualmente por la extensión de la carrera, Rabossi no visualiza un panorama de ese tipo. “Pero juguemos con dicha hipótesis”, plantea. “Por un lado, y en el caso de las ingenierías, y pongo a suerte de ejemplo la rama de alimentos, se podría ofrecer una tecnicatura en alimentos de dos años y medio que luego derive en una licenciatura en ingeniería de alimentos de cuatro, para completar la carrera a los seis años. Y así con otras carreras realmente largas y complejas. Creo que, de esta manera, se iría solucionando el problema”, afirma.
La falta de profesionales de la medicina es cada vez más notoria. Las ciencias médicas exigen sí o sí una formación más larga. “El Estado debería becar con una retribución monetaria al estudiante, situación que ocurre en algunas carreras de interés público”, cierra el experto.
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