Con pelucas, armaduras y superpoderes, la final de cosplay transformó el Jardín Japonés
Ayer tarde, personajes de animé y manga, con sus pelucas de colores, armaduras doradas y superpoderes, poblaron el Jardín Japonés. Decenas de chicos y chicas se confeccionaron sus propios trajes para participar del II Concurso de Cosplay, Animé y Manga que tiene el premio soñado: un viaje a Japón. Para quienes lo hacen, el cosplay es un arte; cos viene de costume –traje en inglés– y play, de jugar en el mismo idioama. Consiste en elegir el personaje del animé o comic japonés que más le gusta a la persona y dedicarle días y días a armar el traje que la transforme en él. Los más conocidos son los de Sailor Moon o los Caballeros del Zodíaco. A quienes lo practican se les llama cosplayers.
Daniela Loveiras vive en el barrio porteño de Paternal y es cosplayer hace diez años. Le gusta la estética de los vampiros. Su mamá se acuerda del primer traje que se hizo. Le pidió unos zapatos muy caros, armó todo y fue al Jardín Japonés a concursar en la categoría de menores de 18 años. Once años después, ve a su hija llorar de alegría. "No lo puedo creer: me voy a Japón", gritaba esta tarde Daniela, personificada. Alrededor, varios personajes de distintos animés la abrazaban. María Lagos, la ganadora de la primera edición de este concurso, le sostenía un ventilador de mano para que no se desmayara, como le había pasado a ella misma el año pasado.
Daniela había terminado su traje, el de Ion Fortuna, un personaje del animé Trinity Blood, hoy a las 7.30 de la mañana. En un momento, pensó que no llegaba a tiempo. Fueron dos largos meses de nervios. "Me gusta porque es un personaje que se supera día a día", contó Daniela, ya feliz por su premio.
Participantes
Fueron 18 participantes los que alcanzaron esta instancia. Hubo cuatro etapas en el año, con 20 concursantes cada una. De allí se elegían a los mejores. Entre los finalistas, figuraron personajes de Sailor Moon, Caballeros del Zodíaco, Dragon Ball Z y Pokemon, entre otros.
Fernando Brischetto fue jurado. Pero es, en realidad, más que eso: un fotógrafo especializado en cosplay y un fanático del concepto. Es el encargado de manga y animé de la Fundación Cultural Argentino Japonesa. Desde 2010 se dedica a promover estas iniciativas. "El cosplay es un arte", advierte. Cuando se dirige a los participantes en la pequeña isla del Jardín Japonés, habla de la perseverancia y el esfuerzo que sabe que les cuesta. Ha participado como fotógrafo de varios concursos de este tipo, pero sabe que este tiene algo especial: el viaje a Japón.
Los trajes cuestan tiempo y dinero. El de Selena llevó cinco meses. Armó a Seiya, de Caballeros del Zodíaco, un traje pesado y caliente para este día de calor. Un traje que hizo en el tiempo que le quedaba entre el ingreso a la Universidad de General Sarmiento para la carrera de Letras y su trabajo en la Municipalidad de José C. Paz. "Espero lograrlo y, si no, igual estoy orgullosa de lo que logré", dijo antes de escuchar la decisión del jurado. Su familia alrededor le sostenía el cuerpo y las patas traseras del Centauro, armados con un tubo de PVC y mucho color dorado.
Antes de la decisión final al aire libre, el evento avanzó en el primer piso, en un lugar con aire acondicionado. Primero, el jurado entrevistó a los participantes; les preguntaron cómo confeccionaron los trajes, qué materiales usaron, hace cuánto son cosplayers, por qué eligieron a cada personaje, entre otros detalles. Ellos contaron también sus historias de vida.
Historia
El cosplay llegó a la Argentina a fines de los años 90; al principio no había jurados, sino que la elección era por cantidad de aplausos.
Esta tarde, al jurado Martín Cantera, gerente del Parque Tres de Febrero, le sorprendió la conexión que había entre el personaje y la vida del participante. A una de ellas, cuando estaba internada de pequeña, le llevaron un VHS para que se entretuviera. Totoro, de Sailor Moon, la ayudó a pasar ese momento. Y ahora quería hacer ese personaje que tanto la había marcado.
Otra jurado fue Constanza Albarracín, secretaria general de la Fundación Cultural Argentino Japonesa. Lo que observó, dijo, es que cada año se van logrando más adeptos.
Fue la primera vez que Tatsuhiro Mitamuca, de JICA, la Agencia de Cooperación Internacional del Japón, participaba del evento. "No sabía que le ponían tanta dedicación al animé manga en la Argentina", dijo mientras esperaba a los participantes. Jun Komase es vicedirector del Centro Cultural e informativo de la Embajada de Japón. Fue también su debut como jurado y le sorprendió lo mismo: no se esperaba algo así en Buenos Aires.
María Lagos, ganadora del concurso anterior, llegó personificada hoy, aunque decidió no participar. Es una cuestión de ética cosplayer: si ya ganó, ahora debe dejarle el lugar a los demás. El año pasado viajó a Japón. Tiene 28 años, es diseñadora de alta costura y siempre le gustó disfrazarse, pero en el cosplay encontró su pasión. Ahora, vive de enseñar a confeccionar trajes de animé y manga.
"No es un hobby barato. Los cosplay más económicos cuestan 1000 pesos", dijo María. Hoy fue Boku Nohero, un personaje del animé que entrena para ser héroe y tiene el super poder de endurecer su propia piel. Cada tres pasos que daba, alguien le pedía una foto y ella posaba feliz.
Fotos: Fabián Marelli
Edición fotográfica: Fernanda Corbani
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