De la Rúa sorprendió y rompió el protocolo
¿Aburrido? Después de ayer, ése es el último calificativo que, al parecer, usarán los allegados a Fernando de la Rúa para describir el carácter del Presidente.
Eufórico tras la aprobación en el Senado de la controvertida ley de reforma laboral, el jefe del Estado se divirtió parafraseando tangos y rompiendo todas las reglas del protocolo.
Desde el mediodía se vio a un De la Rúa distinto. De tal manera llegó su cambio de actitud que, tras la inauguración de la estación Congreso de Tucumán, en lugar de subirse a un vagón para recorrer el trayecto hasta la estación Juramento, como estaba previsto, decidió retirarse de la terminal y tomar un taxi a dos cuadras de allí.
Caminó acompañado por la viceministra de Desarrollo Social y candidata a vicejefa del gobierno porteño, Cecilia Felgueras, y de su edecán de turno, el vicecomodoro Juan Alberto Macaya, por la avenida Cabildo hasta Congreso y, desde allí, hasta Ciudad de la Paz.
Entonces, paró un taxi y partió rumbo a la sala de velatorios situada en avenida La Plata al 900, donde se velaban los restos de César Torres, funcionario porteño y ex colaborador que había fallecido en la madrugada.
Sólo lo custodiaron hasta su destino dos agentes policiales subidos a una moto, que iban abriendo el tránsito, mientras los encargados de la seguridad presidencial lo esperaban desconcertados a la salida de la estación Juramento, donde nunca llegó.
Pero no todo terminó allí. De la Rúa, tras presenciar la firma de un convenio entre los ministerios de Salud y de Justicia con Transparency Internacional, en la Asociación Médica Argentina, aprovechó un intervalo para tomarse, también con Felgueras, un café en la confitería Belgrano Plaza, en la avenida Federico Lacroze y 11 de Septiembre, lo que produjo un revuelo de curiosos y cronistas.
Un presidente feliz
El Presidente estaba realmente exultante. Su felicidad quedó demostrada antes de la fuga en taxi. Ala hora de los discursos de rigor, como Enrique Olivera -amante confeso del tango- no había recitado ninguna estrofa, cosa que hace habitualmente, De la Rúa parafraseó la letra del popular tango "Amores de Estudiantes".
"Ayer, un juramento; mañana, otra estación", lanzó el Presidente ante más de un centenar de personas que se debatía entre la sonrisa y la sorpresa.
La versión original, escrita por Alfredo Le Pera en la década del 30 y musicalizada y cantada por Carlos Gardel, dice: "Hoy un juramento, mañana una traición... amores de estudiantes, flores de un día son".
Lo de De la Rúa fue un juego de palabras ya que cuando habló de "ayer un juramento" lo hizo en referencia a la parada de la línea D que inauguró el año último, y "mañana otra estación" fue en alusión a la que estaba habilitando en ese momento. "Daba la sensación de que quería distraerse un poco", comentó uno de los integrantes de la comitiva en alusión a su inesperado retiro del lugar y al recitado tanguero.
"Ni Menem, que se escapaba en la Ferrari roja a Mar del Plata, rompía así las reglas del protocolo", comentó uno de los encargados de seguir al Presidente a sol y a sombra.