De la playa al trabajo: cómo es la vida de un oficinista en Mar del Plata
El traje le pesa a todos, pero cuando tenés la playa a unas pocas cuadras de distancia puede ser peor. Cómo lidiar con la constante tentación, las olas de turistas y, además, cumplir con el trabajo
Para los que viven en Buenos Aires, y seguramente cualquier otra urbe de Argentina, trabajar durante enero, aunque no parezca, tiene sus ventajas. Sí, hace mucho más calor y las reglas de etiqueta del trabajo pueden conspirar al momento de viajar en subte o colectivo. Sin embargo, se vive una ciudad más liviana, con menos gente. Lo que durante el año suele ser un atolladero, en enero es simplemente un medio de transporte.
Ahora bien, debe haber una sola ciudad en el país en el que esta sensación de relajo no se produce. No sólo eso, sino que debe ser la única donde, durante el mes de enero, la experiencia de trabajar se deteriora sensiblemente. Esta ciudad es Mar del Plata.
¿Cómo se lidia con la obligación de ir a trabajar con 30°, teniendo el mar a la vuelta de la esquina y una horda de personas en el medio? ¿Cómo se vive el verano? ¿Se van de vacaciones a la playa, aprovechan las suyas o se escapan a la montaña? Para indagar sobre estos temas, nos calzamos el traje y pasamos un día con una trabajadora marplatense para que cuente en primera persona cuáles son los desafíos de vivir en la ciudad balnearia más concurrida de la Argentina.
Para empezar, técnicamente no hubo traje. Según comenta Valeria, nuestra guía, salvo en ciertos rubros muy específicos, no es muy común usar traje para ir a trabajar. Como una ciudad eminentemente destinada a los servicios, es más común lidiar con uniformes o, simplemente, con ropa de trabajo más relajada. Ahí ya tenemos una ventaja con respecto a Capital, donde la mayoría de los que sufren el Microcentro lo hacen en traje.
El mar desde lejos
A pesar de esto, el calor en Mar del Plata puede ser agobiante y en especial cuando uno tiene que ir al centro a trabajar. Ante la pregunta obvia sobre cómo afrontan las altas temperaturas -¿salen de trabajar y se van al mar, no? ¿un chapuzón antes de entrar a la oficina?- No particularmente. Según comenta Valeria, y no resulta difícil entender, durante el verano los marplatenses no tienen mucho contacto con el mar o las playas. Salvo aquellos que estén de vacaciones o las personas adultos sin mayores responsabilidades, la mayoría opta por hacer una vida más hogareña y esquivan las playas atestadas de turistas.
Para hacerle frente al calor aprovechan la casa de amigos que tengan piletas, se refugian en jardines. Algunos más fanáticos, se juntan con algunos amigos y alquilan una carpa durante temporada, y antes de entrar a trabajar se dan un chapuzón en el mar. Aprovechan los vestuarios que brindan los balnearios, se bañan y salen listos para ir a la oficina.
La realidad es que la mayoría de nosotros no pisamos la playa en todo el año.
"La realidad es que la mayoría de nosotros no pisamos la playa en todo el año. Durante invierno es imposible acercarse por el frío. En verano, por la gente" explica Valeria. "Cuando verdaderamente aprovechamos la playa es durante la primavera, antes de la segunda quincena de diciembre –que es cuando empiezan a llegar en masa los turistas- y algunos días durante marzo".
El transporte
Lo que interesa es cómo se vive el verano teniendo que ir a trabajar todos los días. Y la respuesta es algo así como una pesadilla. Por muchas razones. La principal es porque todo se duplica: el tiempo de viaje, la cantidad de gente a atender (incluso en rubros no directamente relacionados con el turismo), las colas en restaurantes, supermercados, cajeros, colectivos. La vida cotidiana se estira un par de horas más de lo normal.
"Para ir al trabajo tengo que tomarme un colectivo que para al otro lado de una de las rotondas de la entrada a la ciudad. Durante el verano tardo 15 minutos en cruzarla" comenta Valeria. Durante las vacaciones, los marplatenses se enfrentan al dilema de ir a trabajar en auto y lidiar con el tráfico y la falta de estacionamiento, o usar el sistema de transporte público que durante los días de enero colapsa por la cantidad de gente.
Los colectivos vienen llenos. Imaginate que hay gente que se sube con el torso desnudo o en patas.
"Acá la gente viene y espera que hagamos cola para tomarnos el colectivo. En todo el año no hago fila, no la voy a hacer en verano" cuenta Valeria. Pero hacer cola es lo menos complicado. El tema es que durante la temporada alta el tiempo de viaje al trabajo se llega a duplicar, la espera de un colectivo se multiplica varias veces y la experiencia durante el trayecto se degrada. Uno llega a trabajar en peores condiciones que las normales. . Acá se toman licencias que en sus propias ciudades no".
Pero todo esto no sería tan grave (o sí, imagínense tener que levantarse una hora más temprano para ir a trabajar, todos los días) si no se tienen en cuenta alguna de los otros efectos que producen el aluvión turístico a Mar del Plata. Constantemente se producen cortes de agua o de electricidad. A pesar de los refuerzos, la ciudad se encuentra sensiblemente más sucia ( "Es chocante ir a la playa por la tarde y encontrarla toda llena de basura" ).
Los horarios
Además de estas incomodidades estructurales, está la cuestión del ritmo de vida. Cuando uno sale de vacaciones lo primero que rompe es el esquema horario. Desayuna, almuerza, cena y duerme en horas muy diferentes a las habituales. Los hábitos se ven trastocados por esta burbuja vacacional. Al vivir en una zona de bares y restaurantes, difícilmente el tráfico o el ruido lo dejen dormir.
Los disturbios son tales, que este año se aprobó una ley que obliga a cerrar los bares a las cuatro de la mañana y prohíbe la venta de alcohol entre las 21 y las 10 de la mañana en la zona de Playa Grande. Además, el municipio está gestionando el traslado de bares y boliches que se encuentren sobre la calle Alem para evitar los trastornos que causan las salidas nocturnas, más teniendo en cuenta que es una de las zonas Premium de Mar del Plata.
El medio vaso lleno
La verdad es que entre tanta incomodidad también hay algunas cosas positivas que se pueden rescatar (obviando el hecho de que Mar del Plata es una ciudad que eminentemente vive del turismo) y eso es que con la llegada del verano el día se estira para bien. "Los comercios abren hasta más tarde. SI tengo que comprar algo puedo ir sin preocuparme porque cierren" explica Valeria.
Las posibilidades de salidas son mucho mayores que durante el resto del año
Además, abren boliches, bares y restaurantes que durante el año están cerrados por fuera de temporada. "Las posibilidades de salidas son mucho mayores que durante el resto del año" y al fin y al cabo sigue siendo verano, y uno a pesar del calor siempre la pasa mejor.
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