De la furia a la protesta: la respuesta de madres y padres al cierre de escuelas
Preocupación en la comunidad educativa por el impacto que puede tener en niños, niñas y adolescentes la suspensión prolongada de clases presenciales; historias detrás de las movilizaciones que se gestan en los grupos de WhatsApp de los colegios
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Durante los últimos minutos del miércoles, un grupo de agentes de la Policía Federal en motocicletas cortaba el silencio del río y de la avenida Libertador. Viajaba a toda velocidad rumbo a zona norte, para reforzar la seguridad en la Quinta Presidencial de Olivos. Porque allí se desencadenaba una manifestación espontánea constituida casi en su totalidad por decenas de padres, madres, alumnos y también docentes de la comunidad educativa bonaerense. Autoconvocados que protestaron frente a la residencia oficial por la orden del Ejecutivo de cerrar durante dos semanas todas las escuelas del AMBA.
“El ánimo en la Quinta está mal, porque se sintió la bronca de la gente”, dijo a LA NACION una persona del entorno presidencial, mientras afuera de la residencia las manifestaciones se extendían en diferentes barrios del Área Metropolitana, afectada fuertemente por las nuevas medidas de control de circulación en las calles.
Las protestas son la cristalización de un entramado complejo de problemas vinculados a la presencialidad escolar que durante el año pasado se robustecieron lentamente en todas sus aristas, hacia el interior de los hogares y los colegios. Sin embargo, tal como publicó LA NACION pocos días atrás en un extenso informe, recientemente se comunicó desde el Ministerio de Educación que la incidencia de contagios en las escuelas es baja. Un relevamiento nacional de datos de la plataforma de prevención de contagios Cuidar Escuelas indicó que en 5926 establecimientos activos, a los que asisten un total de 1.429.190 estudiantes matriculados y 214.850 docentes y no docentes, sobre el total de estudiantes que asisten de manera presencial solamente se contagió un 0,16 %; mientras que el 1,03 de los docentes dio positivo.
A su vez, las estadísticas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires también confirmaron que la incidencia de contagios es baja. Desde el ministerio de Educación porteño se indicó que entre el 17 de marzo y el 12 de abril se registraron en escuelas 5006 casos. Y esta cifra representa el 0,71% del total de personas que cursan sus estudios en instituciones educativas. Por este motivo, entre los principales dirigentes políticos de la Capital, la decisión presidencial de cerrar los colegios generó malestar y sorpresa, según consignaron fuentes oficiales.
En esa línea, un segundo informe publicado por este diario durante los últimos días da cuenta del severo impacto que el aislamiento y la suspensión de clases provoca día a día en los alumnos del sistema educativo argentino. “Todos los estudios que hicimos en este año demuestran que el impacto de la cuarentena prolongada fue muy grande en los chicos. Pero ahora, ante la llegada de la segunda ola y frente a la amenaza real de nuevas restricciones, están perdiendo su capacidad de adaptación frente a la crisis. Tienen mucho temor y preocupación de qué va a ocurrir si se vuelven a quedar sin la escuela y sin sus entornos de sociabilización”, manifestó Luisa Brumana, representante de Unicef en la Argentina, en una entrevista con LA NACION.
Fue en este contexto que los días 12 y 14 de abril el ministro de Educación, Nicolás Trotta, ratificó que las restricciones a la circulación no debían comenzar por el cierre de escuelas y, tal como se informó oficialmente, presentó al Ejecutivo “una propuesta para administrar la presencialidad en aquellas áreas donde la situación epidemiológica se agudice”. Luego, Trotta insistió en un reportaje con la agencia estatal de noticias Télam: “No se van a cerrar las escuelas”. Sin embargo, a última hora de este miércoles y por presión del gobernador bonaerense Axel Kicillof, tal como consignó este diario, la decisión del Presidente fue -finalmente- suspender las clases presenciales por 15 días.
Por otro lado, también este miércoles, pero antes de las protestas de padres y madres, a modo de presión cuatro sindicatos porteños anunciaron medidas de fuerza -paros y movilizaciones- para reclamar al gobierno la suspensión de clases; se trató de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE), la Asociación del Magisterio de la Enseñanza Técnica (Amet), la Unión Argentina de Maestros y Profesores (Camyp) y la Asociación Docente de Enseñanza Media y Superior (Ademys). En una sintonía similar se ubicó el sindicato bonaerense Udocba.
“Nosotros estamos exigiendo la suspensión de la presencialidad en la escuelas dado el gravísimo incremento de contagios. Estamos pidiendo vacunación para toda la población, pero específicamente para el personal docente y no docente que trabaja en las escuelas”, dijo a la agencia española de noticias EFE María Isabel Grau, secretaria de prensa de la Asociación Docente de Enseñanza Media y Superior (Ademys).
Respuesta de padres y madres
Ante los anuncios del Gobierno, la comunidad educativa decidió movilizarse en las calles del Área Metropolitana. Y en gran medida, como explicaron los vecinos que estaban en las protestas, esa decisión se impulsó conjuntamente a través de los grupos de chat donde -durante el último tiempo- madres y padres dialogaron entre ellos o con los educadores sobre las medidas oficiales que, en los diferentes trayectos de la pandemia, impactaron positiva o negativamente en la prevención de contagios, la educación escolar y el bienestar de las familias.
“Estos grupos de chat de WhatsApp surgieron durante la pandemia, y están formados por madres y padres autoconvocados. Entendemos que la educación virtual no colma la necesidad que tienen los niños de estudiar y compartir”, dijo a LA NACION durante la noche del miércoles un joven padre de dos niños, llamado Sebastián, que vive en Vicente López. “En estos grupos se está hablando de manifestarse en la puerta de las escuelas. Estamos preocupados y pedimos la revisión de esta medida, porque la educación es esencial. Y que, con los cuidados necesarios, los chicos puedan venir a clases”, reclamó.
La información aportada por este joven de la zona norte coincide con los datos a los que accedió este medio y que confirman la realización de inminentes sentadas pacíficas en los colegios y de reuniones de padres y madres: el objetivo, que no cierren las escuelas. Se manifiestan con intenciones de conversar sobre los problemas ligados a la educación de sus hijos e hijas.
Por ejemplo, a través de un comunicado, un grupo autoconvocado llamado Red de Familias y Padres Organizados por la Educación, expresó: “De ninguna manera esperábamos que la estrategia de adecuación se llevara puesto un año lectivo entero. En la sucesión de medidas dictadas por el Poder Ejecutivo Nacional la escuela quedó olvidada y los niños resultaron completamente postergados en el marco de una política de confinamiento estricto que desconoció sus derechos a la educación y a la socialización”.
En la protesta que se desarrolló anoche en la Quinta de Olivos, los testimonios también fueron coincidentes, según constató LA NACION durante una recorrida por la zona donde se realizó el cacerolazo. José, un docente bonaerense de 54 años, dijo: “No estoy de acuerdo con las medidas. Creo que las clases deberían continuar. Y te digo esto sin estar vacunado”.
Mientras tanto, Laura, una trabajadora bancaria de 40 años y madre una niña de ocho, explicó durante la manifestación: “No podemos dejar a los niños sin educación. Vine a protestar porque tengo una hija”. Por otro lado, una madre de 42 años llamada Patricia aseguró: “Mi hija quedó en casa llorando porque no podrá ir a la escuela. La educación es lo único que nos va a sacar del pozo”.
Cierto es que cada región atraviesa realidades medianamente diferentes, tal como se consignó en un informe de los corresponsales provinciales de LA NACION. Como por ejemplo Santa Fe, donde el gobierno anunció que no cerrará las escuelas en este territorio donde ya se desarrollaban clases abiertas de protesta organizadas por padres, alumnos y docentes frente a colegios, como el Politécnico de Rosario.
Tras los anuncios del Presidente en la noche de este miércoles, gran parte del malestar que afecta a las familias también se expresó en las redes sociales, con distintas manifestaciones de periodistas, políticos, actores, influencers. En este clima de descontento, una campaña de la plataforma Change -muy pocas horas después de los anuncios del presidente Fernández- acumulaba más de 115 mil firmas bajo el lema: “No al cierre de escuelas, sí a la educación”.
Por el momento, el futuro es incierto. Pero el presente está marcado por la furia y la protesta.
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