De la ciudad al campo. El desafío de repoblar las localidades rurales
En Colonia Belgrano, en el centro de Santa Fe, una ONG logró mudar a familias de grandes centros urbanos para impulsar la economía local; replicarán la experiencia
COLONIA BELGRANO, Santa Fe.- El origen del nombre del pueblo es extraño, aunque no lo parezca. Se llama Colonia Belgrano, pero no como un homenaje al creador de la bandera, sino porque cuando llegaron los primeros inmigrantes italianos se asombraron por la fertilidad de la tierra a la que llamaron "Bello grano". Para qué separar esas palabras si había un prócer que tenía ese apellido, por lo que se acordó una síntesis. La rareza de sus orígenes hoy se recrea en otra situación llamativa vinculada a la migración, en ese pueblo de 1300 habitantes, en el centro de la provincia.
Cuando la mayoría de las localidades rurales se vacían de habitantes que emigran a las grandes ciudades, Colonia Belgrano vive un proceso inverso. Desde hace tres años su crecimiento demográfico fue casi del 10%, luego de que 17 familias llegaron con sus emprendimientos productivos, que no están vinculados al corazón económico de la zona, la producción agropecuaria, sino a los servicios.
Desde 2016 la fundación Es Vicis, que fue creada en Basilea, Suiza, ese mismo año, impulsa el proyecto "Bienvenidos a mi pueblo", que promueve la migración sostenible de "familias desfavorecidas por la dinámica de urbanización descontrolada -propia de las grandes ciudades- hacia pueblos rurales con potencial de desarrollo social y económico". La fundación, cuya directora ejecutiva es Cintia Jaime y uno de los miembros el exembajador en la Argentina Johannes Matyassy, trabaja también en Colombia.
Luego de evaluar pueblos de Córdoba y Santa Fe, los miembros de la fundación definieron que esta localidad era la "tierra prometida". El gobierno de Santa Fe aportó más de 25 millones de pesos para la construcción de las 20 viviendas, que se inaugurarán el 2 próximo.
Colonia Belgrano es un pueblo armónico, prolijo, sobrio, como muchas de las colonias que se erigieron a partir del siglo XIX en la llanura pampeana. Aquí nadie recuerda cómo fue el último crimen ni que alguien venda drogas. Tampoco que una pelea termine en un tiroteo, como ocurre en Rosario o Santa Fe, de donde provienen las familias que se seleccionaron para integrar el programa piloto.
Los seleccionados lograron asentarse, en una primera etapa, en casas alquiladas. Esto generó algunos problemas, porque no hay oferta de propiedades en la localidad, y muchas están en malas condiciones. Aquí había dos peluquerías, que solo abrían algunos sábados. Por eso, María Cecilia Romano decidió instalar una con su marido, Fernando. Ella, que tiene dos hijas, decidió que abría todos los días. "Fue un boom. La gente se acostumbró a que puede cortarse el cabello cuando quiere y cualquier día de la semana", dice Romano, que fue una de las seleccionadas para el proyecto.
Fernando también es peluquero, pero él llegó con otro emprendimiento, uno vinculado a la venta de insumos para frigoríficos y carnicerías. Antes la familia Romano vivía en Villa Gobernador Gálvez, una localidad vecina a Rosario, donde administraban una peluquería.
En un principio dudaban de migrar a un pueblo. Sin embargo, el detonante fue un asalto que sufrieron María Cecilia y sus hijas. "Lo primero que hicimos fue venir a visitar Colonia Belgrano. Hablamos con algunos vecinos y no nos tiraron muy buena onda. Pero había una necesidad de que hubiera una peluquería y nos fue muy bien después de instalarnos. Ahora nos mudamos a un local más grande y sumamos otros servicios", explica.
Temor
Había cierto resquemor entre los habitantes, señala Francisco Berta, presidente comunal de la localidad. "Se vinculaba a que viniera a asentarse gente que no tuviera trabajo. El miedo era que se gestara una periferia como existe en otros pueblos, donde se instalaron, por ejemplo, personas de condición humilde de Santa Fe que fueron damnificados por la inundación de 2003. ¿Por qué la gente piensa así? Es porque nadie quiere vivir en el campo. La idea que se impuso hace años es que la gente se va del campo. Y que llegara alguien generaba resquemor".
Félix Juárez, que vive hace 10 años aquí y es bombero voluntario, reconoce ese recelo de los habitantes. "Es una sociedad muy conservadora, en su mayoría de gente mayor, porque los jóvenes se van a estudiar y no vuelven más", admite. Ve esa desconfianza como "algo natural".
Víctor Hugo López, oriundo del barrio Triángulo Moderno de Rosario, formó parte del contingente migratorio. Este año, con su actividad, dio trabajo a dos jóvenes del pueblo. Fue al revés de lo que temían los pobladores. Él fue seleccionado porque no había un gasista matriculado en el pueblo, donde no hay gas natural.
"La gente te empieza a conocer y uno va ganando confianza, porque la construcción tiene mucho de eso, de esperar que la recomendación de boca en boca fluya. A pesar de la crisis económica empezaron a salir trabajos y tuve que tomar de empleados a dos chicos del pueblo que los capacité", afirma con orgullo López, que también participó de la construcción de las 20 casas que se edificaron con fondos del gobierno provincial.
Crecimiento
El programa se sustentó además en distintas instancias para trabajar los objetivos de integración y desarrollo económico, por lo que se creó una comisión de apoyo, conformada por los ciudadanos del pueblo, que también tuvieron incumbencia en la selección de las familias que se radicaron. La otra instancia fue la puesta en marcha de una asociación de emprendedores, que ofrece coaching y facilita el acceso a microcréditos del Estado provincial. Se crearon 23 nuevos negocios y emprendimientos, que generan bienes y servicios.
En un año, el 70% de las familias que se asentaron, según la fundación, aumentaron un 40% sus ingresos. "Las familias hoy brindan trabajo a 26 personas del pueblo y de la región. Aunque son trabajos temporarios, resulta muy importante el impacto ya que los emprendimientos generan una ocupación y desarrollo económico local", sostiene Cintia Jaime, directora ejecutiva de Es Vicis.
"La clave fue que la gente que venía a vivir al pueblo no venía a buscar trabajo, sino que venía con uno", explica Javier Bosio, que fue presidente comunal entre 2011 y 2017, cuando se puso en marcha el proyecto. Está convencido de que los frutos de esta neocolonización del pueblo comenzarán a verse en cuatro o cinco años. "Pero la gente de este pueblo es muy impaciente", admite.
Jaime destaca que el proyecto piloto, que se planea repetir en otros tres pueblos de Santa Fe, "visualizó las oportunidades que se gestan en este tipo de lugares, donde el cambio de las últimas décadas en la producción agropecuaria despobló los pueblos y ciudades pequeñas". Y agrega: "Demostró que se puede crecer con otros emprendimientos por fuera del agro". También reconoce que fue clave el interés del gobierno de Santa Fe que se comprometió con el plan, no solo al financiar la construcción de las viviendas, sino también en el inicio con microcréditos para los emprendedores.