De Hollywood a viajar por el mundo con un mensaje de fe contra el aborto
Eduardo Verástegui es un actor mexicano que se alejó de todo y cuenta su transformación espiritual
Su vida dio un giro de 180 grados. Uno de esos vuelcos en los que cualquiera siente que volvió a nacer. Y eso es lo que él dice: "No conocía mi fe. Era ignorante y nadie puede amar lo que no conoce. Empecé a ordenar mi vida y mis prioridades. Y nací de nuevo".
Eduardo Verástegui es mexicano y tiene 35 años. Después de ser actor en Hollywood, vivir en Los Angeles y ser elegido como uno de los 25 solteros más codiciados del mundo, sintió que no era feliz. "Vivía una vida de placer hedonista. Tenía fama, dinero, mujeres, pensando que eso era todo pero no tenía nada", confiesa. Dejó todo. Y empezó otra vez.
En lo profesional, hoy apuesta al cine con contenido, al arte con un mensaje lleno de valores desde su productora, Metonimia, y en su vida personal abrirá en marzo una casa para ayudar a mujeres y evitar que aborten, además de sostener una organización que viaja por el mundo para brindar ayuda.
Ahora se entrevistará con Benedicto XVI. "El sábado 21, el Papa se va a reunir en la Capilla Sixtina con 150 representantes del arte. El viernes me confirma si voy a estar en ese encuentro", señala el actor.
"Vivía en una burbuja de vanidad, soberbia y ego que llevan a estrellarse... Hasta que una profesora de inglés me preguntó si era parte del problema o parte de la solución. Sentí una tristeza profunda por haber desperdiciado 28 años; me arrepentí y suspiré al descubrir que Dios perdona", relata Verástegui.
"Hice la promesa a Dios de no trabajar en un proyecto que ofendiera mi fe, mi familia y mi comunidad", explica. Estuvo cuatro años sin trabajo. En 2004, cansado de esperar, fundó la productora. "Siendo actor, uno no controla el mensaje del contenido", aclara. La primera producción fue Bella. "Es una película sencilla, que celebra nuestra cultura, nuestra música", afirma.
El film ganó varios premios, entre ellos en el Festival de Toronto. "Se distribuyó en 20 países. Fue una de las películas más taquilleras y habla de valores. Eso nos hizo ver que la gente tiene hambre de cosas trascendentales que transformen sus vidas", afirma. Bella costó tres millones de dólares y recaudó 50. Con ese fondo de inversión, Verástegui quiere financiar siete películas más. "Artística y moralmente ricas", subraya.
Primer viaje a Buenos Aires
Su meta era Chile, pero el plan turístico en el que venía al Cono Sur rápidamente cambió de eje. "Es la oportunidad de mi vida para cruzarme", pensó. Aquí lo invitaron a una conferencia, a charlas, a programas de televisión. "Los restaurantes y los cortes de calles fue lo único turístico que vi -bromea-. No me imaginaba que Buenos Aires era así, con una arquitectura tan bella, con tantos árboles, con gente tan elegante."
No quiere dejar de contar esos momentos que torcieron su vida. "Mientras preparaba mi personaje fui a la puerta de una clínica que realiza abortos, en Los Angeles -recuerda-. Una chica latina que iba a entrar me reconoció y nos pusimos a hablar. Canceló su cita; hablamos algunas veces y al tiempo su pareja me llamó para decirme que habían tenido un varón y querían bautizarlo Eduardo. Fue increíble tenerlo en mis brazos", dicer emocionado.
El 25 de marzo inaugurará una casa para que las mujeres sigan adelante con su embarazo y ofrecerles otras alternativas, como pensar en la adopción. Su página web es www.eduardoverastegui.com.ar.
"Tomé la misión en persona de ser la voz de los que no tienen voz. En los Estados Unidos se abortan 200.000 bebes latinos por año. La vida no es un accidente: es un regalo, y hay que protegerlo. El aborto no es un derecho. La vida, sí", dice convencido. Sabe que su mensaje tiene un poder enorme. Sin ir más lejos, anteayer, después de una entrevista televisiva, una chica le mandó un e-mail para decirle que no iba a abortar.
Con su organización El Manto de Guadalupe, viaja por el mundo para llevar médicos, enfermeras, y construir casas.
"No juzgo: ayudo. No quiero condenar, sino servir a través del arte. La fe es un regalo. Yo no invento nada nuevo; soy la voz de alguien que ya lo dijo. Estamos acá para agradar al Jefe", dice Verástegui, y se ríe. Y se va a otra parada de su ajetreada agenda porteña. Ansioso por conocer al Papa, sólo espera que su mensaje llegue a más y más personas.
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