De compañera a jefa
En el área de diseño eran tres que se conocían hacía cinco años. Laura, Marina y Martín habían empezado juntos en la agencia de publicidad, en medio de la expansión de la agencia, cuando los dueños decidieron dejar de tercerizar el diseño y empezar a hacerlo puertas adentro. Ya de entrada los tres tuvieron la complicidad de los buenos compañeros que se ayudaban si se trababan con algo o si uno de los tres estaba con más carga de trabajo.
Al poco tiempo esa complicidad se convirtió en amistad. "Nos invitábamos a los cumpleaños, salíamos a tomar algo después del laburo, alguno le presentaba a otro a alguien a ver si le gustaba, esas cosas", recuerda Laura ahora, ya en otra agencia, con nostalgia pero también enojada con sus compañeros y con ella misma.
¿Qué pasó en el medio para que Laura hoy tenga esas sensaciones? Hace dos años los socios de la agencia habían decidido reorganizarla incorporando a un profesional más al área de diseño y definiendo que alguien del equipo pasara a ser jefe. Eligieron a Laura. Las razones: estaba más formada que Marina y Martín, y tenía una mayor visión del negocio. "Mi primer día como responsable del área les dije a Marina y a Martín que una diferencia de puesto no iba a cambiar la amistad que teníamos; al contrario, que ya nos llevábamos bien los tres y conocíamos el modo en que trabajábamos así que iba a ser fácil organizarnos."
Pero lo que a Laura le parecía que iba a resultar no resultó. No alcanzó con haberse llevado bien previamente y conocer la manera en que venían trabajando. "Ellos me seguían tratando como a una par a la hora de decidir; no respetaban los criterios que yo quería aplicar. Se ve que yo tampoco sabía cómo hacerlo valer. Entonces empecé a darle los mejores trabajos al diseñador nuevo, que tomaba mis indicaciones y además las mejoraba." En el medio, adiós a los festejos de cumpleaños y a tomar algo después del trabajo; en cambio, una tensión no explicitada crecía al punto que Laura terminó yéndose de la agencia.
"Fueron varios meses así. La situación se había vuelto insostenible, creo que para todos. Un día me llamaron de otra agencia, más grande, y no lo pensé demasiado. Hoy soy jefa del área de diseño en esta otra agencia, donde de entrada decidí que tenía que construir una relación cordial pero no de amistad con el equipo. En un punto es más aburrido, pero también es todo más claro." Lo dice, aunque el gesto en la cara no es de mucho convencimiento.
Darle un lugar a la nueva etapa
Lo que sucedió entre Laura, Marina y Martín es habitual. "Quien ocupa un puesto de jefatura tiene que intentar liderar el equipo en la mejor versión de sí mismo y ayudar a que los otros desplieguen también su mejor versión. Muchas veces conseguirlo se complica si quien ocupa un puesto de jerarquía previamente fue par de los integrantes de ese equipo" explica Mercedes Korin, asesora en desarrollo profesional.
Es que al generarse una diferencia jerárquica de roles que antes no existía, donde uno de los miembros pasa a tener otro trato con quien está más arriba y a tener otro nivel de decisión con quienes antes tenían el mismo peso en la toma de decisiones, es difícil mantener la relación como si estos aspectos no existieran. "Por eso es importante que la gente que llega a puestos de jefatura esté capacitada para asumir esas situaciones, explicitándolas en un ámbito de confianza, dando espacio a que se converse sobre ello y que se establezcan criterios claros." Porque si el conflicto existe pero queda solapado, es muy probable que termine quedando alguien afuera de la organización.
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