De bajo costo. Diseñan un ingenioso simulador para entrenar a estudiantes avanzados de Medicina en cirugías mínimamente invasivas
Funciona desde el año pasado en el Centro de Simulación Clínica de la UCES para los alumnos de último año de la carrera; se le concedió una patente como “modelo de utilidad” por sus características simples y su uso pedagógico para adquirir destrezas básicas que permitan reducir errores y riesgo de lesiones
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Con una caja de madera y tapa de vidrio, pasacables plásticos de escritorio para acceder al interior, dos tiras de luces led, una webcam, tornillos, hilos y figuras de goma EVA, un cirujano y un arquitecto recrearon con bajo costo un simulador para entrenar ya desde la universidad las habilidades básicas que demanda una cirugía mínimamente invasiva.
Carlos Spector, decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Ciencias Económicas y Sociales (UCES), y Alfredo André, prosecretario administrativo de la institución, diseñaron el dispositivo en el que desde el año pasado practican por grupos estudiantes avanzados de la carrera de Medicina. Por su construcción simple, el bajo costo de sus piezas con respecto de los simuladores con tecnología más desarrollada y la accesibilidad pedagógica, el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI) lo consideró un “modelo de utilidad”.
Un día a la semana, los estudiantes de Ciencias de la Salud de la UCES que ya están haciendo prácticas en hospitales concurren al Centro de Simulación Clínica de la facultad, sobre la calle Paraguay al 1200, en el centro porteño. En una de las salas, está el nuevo dispositivo. Spector y André repasan que todo esté listo, como si fuera una clase.
El decano, que es especialista en cirugía del tórax y consultor del Instituto Roffo, se coloca el camisolín y los guantes descartables con la ayuda de Norma Cabral, licenciada en Enfermería, que trabaja con los alumnos en cada estación para distintas prácticas que funcionan en ese piso. “Les decimos siempre que es el lugar donde pueden y se tienen que equivocar. Acá, no sólo se entrenan en técnicas y maniobras que tienen que aplicar con los pacientes, sino también en cómo tienen que saludar desde el momento en que entran en la habitación o consultorio y el trato”, cuenta Cabral.
De pie de frente al simulador quirúrgico, Spector cubre con un paño la tapa de vidrio e introduce la óptica telescópica y distintos instrumentos por los orificios laterales, mientras se guía en los movimientos dentro del dispositivo por la pantalla en la que se proyecta la imagen desde el interior. Sujeta un hilo y lo pasa con destreza por el anillo de un pitón a modo de práctica de una sutura, mueve y rota las figuras de goma EVA o les hace pequeños cortes.
Mientras opera los instrumentos, explica que los estudiantes van incorporando así, primero con la visualización directa del interior de la caja y, luego, a través de la pantalla, desde cómo posicionar los brazos para las diferentes maniobras hasta cómo hacer punciones, cortes o toma de muestras y suturas, entre otros. Lo que a simple vista parece sencillo, demanda técnica y, además, control y mucha paciencia.
“El monitor permite ver solamente dos dimensiones del campo operatorio [el interior del simulador], que en la pantalla están representados por el ancho y la altura –apunta Spector a LA NACIÓN mientras replica los ejercicios de una clase–. Si los extremos de dos instrumentos confluyen en un punto de la imagen, el observador no puede saber si están en un mismo plano del espacio o, si uno de ellos está por delante del otro, en un plano posterior.”
¿Cómo se resuelve la ausencia de esa tercera dimensión?, plantea, entonces, el profesional. “Con la sensibilidad propioceptiva que tenemos todos –agrega–: cuando nos examina un médico, nos hace cerrar los ojos y nos pide que con la punta del dedo índice nos toquemos la nariz y verifica así, entre otros factores, esa sensibilidad. Es a lo que apelamos con el diseño del simulador.” Mientras utilizan el instrumental que se puede ver en un quirófano durante una cirugía a través de pequeñas incisiones asistida por video, los estudiantes aprenden inicialmente cuál es la mejor posición de los brazos para que los extremos de los instrumentos estén en el mismo plano en el que tiene que trabajar, ni más adelante ni más atrás, arriba o abajo.
André y Cabral coinciden en que durante las prácticas hay alumnos que demuestran tener gran destreza. “Por eso insistimos en el entrenamiento desde la universidad. Seguramente serán los futuros profesionales que quedarán en los servicios de cirugía”, dice Spector.
El dispositivo ya cuenta con una segunda versión en preparación. Haber podido acceder a clases con el simulador es “el día y la noche” para los estudiantes en el último año de la carrera de Medicina que están haciendo las prácticas en hospitales, según les refieren a los docentes. “Les gusta mucho”, agrega Cabral. Hubo alumnos que pidieron asistir a clases suplementarias. Por currícula, son cuatro en el año, de dos horas cada una.
La idea de construir el simulador arrancó en 2019 y André la materializó al año siguiente, durante el aislamiento obligatorio por la pandemia de Covid-19. “Habíamos hecho un relevamiento online de la oferta de dispositivos de simulación para cirugías mínimamente invasivas y la mayoría era digital, con costos muy altos, en dólares, incluidos los repuestos si llegaba a necesitarse un reemplazo por el uso intensivo para la práctica en la universidad –recuerda el arquitecto–. Entonces trazamos un esquema y me llevé a casa la caja que había aportado el decano. En ese momento, se declaró la pandemia y el aislamiento.”
En ese contexto, André decidió recurrir a elementos de fácil acceso. El único elemento importado fue, finalmente, la cámara web que reemplaza la función de la óptica en los equipos que se utilizan en los quirófanos. Con marcos de cuadros, resolvió el pedido de Spector de que el simulador contara con una manera directa de ver el interior para la primera etapa del aprendizaje y la proyección en una pantalla para la segunda. Los pasacables plásticos redondos de escritorio como vías de acceso y la goma EVA en las figuras de práctica, según comenta, replican la flexibilidad de tejidos, como la piel, y órganos al operar.
Las primeras pruebas fueron en el consultorio de Spector desde 2020 y, al año siguiente, presentaron una solicitud de patente. El año pasado, se incorporó a las prácticas en la UCES. En octubre, luego de que no se presentaran observaciones, el INPI aprobó el registro del simulador como “modelo de utilidad” pedagógico, con exclusividad por 10 años. “Es una novedad y, además, que una universidad sin carreras tecnológicas, sino humanistas y científicas obtenga este tipo de patente es importante como antecedente para la acreditación de la carrera de Medicina”, resume André.
Por sus características, según explicaron, el simulador se puede adaptar para el entrenamiento en otros procedimientos. “Siempre con la doble posibilidad de la observación directa, primero, y por cámara y pantalla, después”, dice Spector. “Existe la posibilidad de hacer estudios de broncoscopía, por ejemplo. Bastaría incorporar en el lugar o plano de estudio [la base de la caja] un árbol bronquial simulado con tubos transparentes que se conectan al exterior por uno de los orificios en el frente del simulador a través de un tubo plástico que simula la tráquea”, finaliza el decano junto al simulador.
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