De bailar en su casa a escondidas, a interpretar a Michael Jackson en el tren Mitre: la historia de Kharola Mujica
Los pasajeros frecuentes la conocen desde hace cuatro años, cuando empezó a presentar su baile y su música a bordo de las formaciones
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Deslizando un pie tras otro, sin despegarlos del piso gris, produciendo un efecto óptico de deslizamiento hacia adelante, mientras se desplaza hacia atrás, “Michael Jackson” baila al ritmo de Billie Jean en un vagón del ramal Tigre del tren Mitre.
Cuando termina la música, los pasajeros reaccionan de distintas maneras al show. Se escuchan aplausos, risas y voces que siguen tarareando el clásico que acaba de sonar.
“Esa canción era mi preferida cuando era chica”, dice una mujer que está sentada en la tercera fila. “Nos alegra el viaje en tren hace varios años”, expresa otra. “Es muy loco ver a una mujer interpretando a Michael Jackson, lo hace muy bien”, señala un turista que tomó el tren para ir a conocer el Puerto de Frutos de Tigre.
Kharola Mujica es venezolana, pero vivió gran parte su infancia en Luisiana, Estados Unidos. “Éramos solo mi madre y yo, porque mi padre estaba muy ausente. Hasta que ella murió”, cuenta la joven de 38 años que dedica largas horas de sus días a bailar en el tren.
A los 8 años, la empresa donde trabajaba su madre las trasladó de Estados Unidos a Venezuela, donde continuó sus estudios secundarios y, años más tarde, los universitarios. Cuando tenía 20 años, tras la muerte de su madre, tuvo que salir a trabajar para pagar sus estudios de cocina. Al terminar, “mi situación socioeconómica era buena, era chef a domicilio, trabajaba para casas de millonarios”, recuerda.
Sin embargo, estaba muy sola: no se hablaba con su padre, no tenía amigos, solo contaba con la compañía de su gato, Grey, quien fue su única familia durante diez años.
Debido a la hiperinflación y a la crisis que sufría Venezuela, decidió venir a la Argentina. “Mi plan era buscar trabajo, también tener un título de cocina otorgado acá”, especifica.
Cuando llegó a Buenos Aires, consiguió trabajo en Pepino, un reconocido restaurante de Martínez. Luego de unos meses, renunció y comenzó a ensayar sus pasos de baile, aquellos que aprendió cuando tenía 13 años y repetía una y otra vez a escondidas.
“Empecé a ensayar hasta que volví a tomar el ritmo. Cuando ya me consideré lista, me compré el vestuario y el parlante”, detalla.
¿Por qué Michael Jackson? “De chica me identifiqué con él porque había tenido una relación muy complicada con su padre, había recibido mucha violencia física. Yo también había sido golpeada en reiteradas veces por mi papá”, responde Kharola. Dice que siempre quiso parecerse a su madre, pero ella pasaba muchas horas trabajando. En el tiempo que pasaba sola, veía la entrevistas del cantante y vivía en un mundo en el que él era “como un padre”; entonces trataba de imitar todo lo bueno y, sobre todo, su arte.
Retiro, Lisandro de la Torre, Belgrano C., Núñez, Rivadavia, Vicente López, Olivos, La Lucila, Martínez, Acassuso, San Isidro, Béccar, Victoria, Virreyes, San Fernando, Carupá, Tigre: los pasajeros suben y bajan de estas 17 estaciones, pero la “Michael Jackson del Mitre” realiza el mismo recorrido una y otra vez, mientras danza por los distintos vagones.
En un principio, cuenta, bailaba nueve horas arriba del tren: “Cuando terminaba la jornada, me iba al McDonald’s de la Avenida del Libertador en Acassuso, comía muchísimo y tomaba dos cafés. Después me ponía a ensayar en una concesionaria de autos que tenía una especie de tarima, hasta las 4 de la mañana. Era mucho tiempo, pero logré resistencia y precisión. Cada vez bailaba mejor”.
Sin embargo, en un momento la situación cambió: las otras personas que pedían dinero en el transporte público y los otros artistas la empezaron a ver como una competencia, explica. “Veían que por una canción me daban $1000 o $500 y no lo podían creer. Entonces me hicieron la vida imposible para que no me subiera más”, sostiene.
“Los pasajeros de todos los días me llevaban café en botellas de plástico y otros vendedores o artistas inventaron que yo tomaba fernet. Era tanto lo que decía de mí que llegó un momento que me bajaban del tren y me quitaban las cosas, yo no entendía ni siquiera el porqué”, relata.
Según cuenta, en varias oportunidades, le robaron los parlantes con los que ella trabajaba o mochilas donde guardaba su vestuario. “Las demás personas que trabajan en el tren se tratan y no le dan paso a cualquiera. Pero yo hago mi arte sola. Me costó mucho porque no pusieron obstáculos, pero logré ganarme mi puesto”.
La estigmatización
Mujica también canta e interpreta canciones de Justin Bieber, Pink y Bruno Mars, entre otros reconocidos artistas. En varias oportunidades vio que algunos pasajeros se reían alrededor de ella y, al principio, esto le afectaba, pero ahora mira hacia el final del tren y disfruta de su pasión.
“Mi misión como artista es llevar buena energía a la gente, hay muchas personas a las que no les gusta la música que yo hago. Tengo mi público: están los que me odian, pero también los que les gusto”, confiesa.
“Siempre los sorprendo con alguna nueva coreografía. Hay pasajeros que veo todos los días y que siempre me dan dinero por lo que hago. Inclusive gente humilde, que me dan $30, pero con mucho cariño”, detalla.
Cuando la imitadora de Jackson no está presentándose en el tren, da clases de inglés por Skype y clases de danza para jóvenes que son introvertidos y que necesitan expresarse de alguna forma.
Ser “Michael Jackson” le trajo experiencias muy lindas, pero la que más la marcó fue cuando terminó su show y una pasajera se acercó llorando a agradecerle, porque esa había sido la última canción que le dedicó su hijo cuando se casó y fue la última vez que lo vio.
En la calle la frenan para sacarle fotos, tuvo la oportunidad de bailar en el Paseo La Plaza, en comedores con el fin de recaudar fondos para niños con enfermedades terminales y en el Gran Día McDonald’s. También dio shows en La Plata.
Sin embargo, hay un show que todavía recuerda con nostalgia: el que hacía cuando su madre se iba a trabajar. Kharola trasladaba la televisión que estaba enchufada en el cuarto de sus padres y la conectaba en el living. Luego, movía los muebles a un costado y preparaba el escenario. Una vez que el terreno estaba listo, bailaba con sus mocasines en el piso de madera mientras imitaba a su ídolo que veía bailar en la pantalla.
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