Daniel Burman: la sabiduría del rey del Once
La actriz, protagonista de la última película del realizador, cuenta su experiencia en el rodaje con el hombre convocado por la cadena globo
Es una persona inspiradora. Este año volvió sobre sus pasos y retornó a un cine de producción más pequeña, que habla de ese universo judío que conoce a la perfección y consigue pintar con tanta particularidad. Fue, además, el primer director en trabajar con la cadena O Globo, con la que hizo Supermax.
Cuando nos reunimos por El rey del Once me dijo que el papel que quería proponerme era un personaje muy importante, y mi personaje no habla durante toda la película. Fue un desafío interpretar a una persona muda como Ana; el rodaje fue bárbaro, Daniel tenía muy claro lo que quería, filmamos con velocidad y alegría. Veníamos rodando muy rápido, pero el último día la escena final no se armaba. Nos pusimos a escribirla, a reescribirla con él y Alan [Sabbagh]. Daniel siempre fue receptivo. Nos quedamos escribiéndola mucho tiempo hasta que nos gustó, aunque finalmente no quedó en la película. Era la última escena antes de que Ana fuera a hablar con su papá y lo encontrase muerto. La estábamos filmando en el cuartito de arriba de la fundación donde vive el personaje. Hacía mucho calor, no nos cerraba el resultado. Había que encontrar un punto justo: que no fuera demasiado emotiva ni demasiado explicativa. No quedaba bien y nos pusimos con Alan y Dani a pensar distintas opciones. Creo que finalmente no quedó en la película porque era necesario un final más difuso, más inconcluso en lo que rodeaba a mi personaje. Estuvo buenísimo igual. Fue gracioso porque todo el rodaje fue tan veloz, tenía algo documental, como de un registro rápido de las cosas, y justo el último día, en la última escena, nos anclamos, pero esto lo describe a él como director, con la tranquilidad necesaria para poder detenerse donde uno se tiene que detener. Otra lectura posible es que no nos queríamos despedir del todo de la película.
Es un director muy amoroso, muy tranquilo, muy concreto. Parecía como si estuviese haciendo una de sus primeras películas cuando filmamos El rey del Once, por el entusiasmo que tenía, estaba renovado. Es impresionante que, siendo tan joven, haya realizado tantas películas. Tiene la tranquilidad que te brinda el saber. Es un conocedor del universo judío y tiene la distancia justa para poder contarlo muy desde adentro y, a la vez, con su impronta, también con su humor.
Compartí con él algo tan lindo e intenso como el viaje a Berlín. Todo el mundo estaba muy feliz con la película, es un director muy querido allá. Me acuerdo que la noche del estreno en la Berlinale fue muy impresionante: una ovación total, realmente emocionante. Alan y yo fuimos tres días. La película se estrenó al mismo tiempo en Berlín y en Buenos Aires, hicimos la première en Buenos Aires y después nos fuimos a Berlín y allá fue muy cálida la recepción. Lo llamaron a él y hablaron muy bien. Como él había ganado con El abrazo partido, es un director muy querido, respetado y siempre esperado.
Del editor: ¿por qué es importante? Estrenó “El rey del Once”, filmó “Supermax” para Globo y fue convocado por Netflix para realizar la primera producción orginal argentina
Julieta Zylberberg
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