Los dos milagros que convirtieron a José Gabriel Brochero en santo
Las salvaciones inexplicables de dos nenes son las que le dieron su nuevo título al cura cordobés
VATICANO.- Hoy, el papa Francisco convirtió en santo al cura Brochero. Para alcanzar la canonización, un religioso necesita dos milagros admitidos por la Iglesia católica. Estos son los dos que le concedieron ese título a José Gabriel Brochero, el primer santo que nació, vivió y murió en Argentina .
La historia de Nicolás Flores
Era la noche del 28 de setiembre de 2000 en Córdoba y Nicolás, a penas un bebe de once meses, viajaba en un Renault 11 junto a su familia. Pero en medio del camino fueron chocados por una camioneta que circulaba sin luces.
Su abuelo -quien manejaba- murió y él, un bebe, sufrió un traumatismo craneoencefálico muy grave; perdió masa ósea y masa encefálica y tuvo paros cardiorespiratorios.
Al verlo en ese estado tras el accidente, su padre pensó que se moría y empezó a pedirle a Brochero por su vida. A los 15 minutos, Nicolás no respiraba y apareció por la ruta de casualidad un bombero que frenó para ayudarlos, lo reanimó y logró sacarlo del primer paro.
En total, el bebe necesitó de 25 minutos de reanimación -con una declaración de muerte en el medio- para volver a respirar. Los médicos aseguraban que sobreviviría, pero no podría ver, hablar ni caminar.
Su recuperación es explicable para la ciencia: aunque tiene la mitad de su cerebro, Nicolás camina, habla, lee y lleva una vida completamente normal.
La historia de Camila Brusotti
Su madre llegó el 25 de octubre de 2013 con ella en brazos al Centro Integral de la Mujer y el Niño de San Juan . Había dicho que mientras estaba con su pareja la niña, de por entonces 7 años, se había caído de un caballo.
Luego de examinar la gravedad de los golpes de Camila, los médicos se dieron cuenta que la coartada de la madre no alcanzaba porque a la niña le faltaba todo el parietal derecho. El caso de violencia familiar conmocionó a la sociedad sanjuanina toda, que comenzó con cadenas de oración y rezos por su pronta recuperación.
En ese entonces, el cura Brochero llegó a manos de los abuelos de la niña, cuando una amiga notó la similitud entre el caso de Camila y el de Nicolás Flores y les llevó un cuadro con la imagen del cura que le habían dado para "personas enfermas o que lo necesitaran".
“Cuando me dijeron que Camila estaba mal, que tenía 72 horas de vida o quedaría vegetativa, en un primer momento le pedí a Dios. Después empecé a rezar a todas las vírgenes y santos de las estampitas que me daban. Ahora se comprobó que se curó por intermediación de Brochero, a quien también recé. Bienvenido sea. Estoy muy agradecido y me siento en deuda porque yo pedí por la vida de Camila y ella está acá, viva", contó en enero a LA NACION el padre de Camila, quien ahora tiene su tenencia.
Increíblemente, en menos de dos meses Camila, que estaba en terapia intensiva y se preveía que iba a morir en breve, recuperó los sentidos y fue dada de alta. En enero volvió a caminar y en marzo la sometieron a una cirugía para ponerle una placa reabsorbible en la cabeza. Hoy lleva adelante una vida sana.
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