“Cuenta conmigo”. La entrañable historia de un docente rural que da clases desde una radio
Antes de la pandemia, antes de la cuarentena, la vida de Víctor Daniel Vallejo era una rutina maravillosa. De la casa a la escuela, de la escuela a su casa, así, tres veces por día. Trabaja como docente en cinco colegios, turno mañana, tarde y noche. Es un apasionado de los números y el futuro: enseña Economía, Administración, Proyecto y gestión de micro emprendimientos, Sistema de información contable y Proyectos, en general. Cómo elaborar programas de tipo social, económico o cultural. Pensar en el futuro. Soñar en grande, sin barreras de edad y clases sociales: les toma examen a adolescentes y adultos. En la ciudad y en el pueblo.
Vive en General Güemes, una ciudad que está a unos 54 kilómetros de Salta capital. Hace un par de semanas, estaba grabando un tutorial casero, una necesidad educativa en tiempos de coronavirus. De 37 años, profesor en economía y licenciado en gestión educativa, padre de Mateo de 8 años y de Noor (3), despertó la admiración de Marissa Rosas Magro, su mujer. Esa mirada de enamorada derivó en una publicación de Facebook, que causó revuelo en el pueblo: tuvo 684 "me gusta" y fue 265 veces compartido, toda una declaración de principios en el pago chico.
Decía así: "Mientras lo filmaba para enviar sus explicaciones a sus alumnos decidí retratarlo, 4 videos hizo hoy... al margen de las horas que pasa frente a la computadora preparando las tareas, videos conferencias en Zoom y con el celular hasta en el baño respondiendo preguntas de los casi 300 alumnos que tiene en los 15 cursos de los 5 colegios en los que trabaja. Un profesor muy comprometido con su labor. Su meta es que sus alumnos le entiendan. Días atrás me dice: 'Tengo ganas de pedir un espacio en alguna radio para llegar a mis alumnos de Betania o Cobos q no cuentan con Internet y explicar algunos temas'. ¡Lo admiro! Que siempre seas un instrumento útil y Dios te abra puertas!"
Pueblo pequeño
Cobos es un pequeño pueblo, que tiene unos 1000 habitantes y una sola y pintoresca arteria principal, que abarca unas cinco cuadras. Tiene casas antiguas y se destaca por el Fuerte de Cobos, un monumento histórico. Calles de tierra, calles de desesperanza. Los adultos –y los niños- viven del campo y del ingenio azucarero. Actividades agrícolas y ganaderas. Son chicos descalzos, que por lo general son criados por sus abuelos, por sus tíos. Muchos no viven con sus padres: suelen sufrir situaciones dramáticas. Casos de femicidios, casos de suicidios. Abusos, abandonos.
El colegio tiene unos 80 alumnos. Muchas veces, porque hay que trabajar, los jóvenes empiezan las clases más tarde, o son empujados a terminar los estudios antes del egreso previsto cinco años después, por la misma necesidad.
Hoy no tienen esa merienda indispensable. Los chicos no suelen irse antes de tomar el mate cocido; puede que esa noche, seguramente, vayan a la cama con un vacío en el estómago. Se conocen todos. El maestro conoce a todos. Sabe de sus dramas y de sus ganas de sacar la cabeza del barro. Allí fue cuando se prendió la luz roja. Estaba en el aire de radio.
"A los adultos ya desde el año pasado empecé a darles material digital, porque el mundo laboral así lo exige. Este año me costó, porque casi no tuve contacto con ellos. Tenía que pensar de qué manera podía contactarme, sobre todo, con los chicos de Cobos, más desprotegidos. Yo suelo preguntarles si en sus casas tienen celular, computadora, si les llega internet, diferentes datos para saber dónde estamos parados. Armé estrategias diferentes, entre los que viven en la ciudad y en los parajes alejados. Justamente, pensando en estos chicos –hay casos que no tienen ni un celular en sus casas y si lo tienen, comparten uno para toda la familia y de baja tecnología-, charlaba con mi esposa si se podía hacer algo en la radio", cuenta Vallejo, que recuerda ese posteo como si se tratase de una verdad revelada. La radio les cambió la vida. A todos.
Pensaba, antes de convertirse en locutor. "El aparato se puede conseguir desde diversos medios. Y, por otro lado, en Cobos escuchan mucho la radio. Se comunican para pedir temas musicales, para saludarse entre ellos y cosas por el estilo. Mi esposa, un día, escribió ese posteo en Facebook y explotó. Tuvo 600 visitas. Para una ciudad como la nuestra y para alguien desconocido como nosotros, fue todo un éxito", relata.
"Me gusta ayudar a la gente"
Uno de los que se comunicó fue la hija del encargado de una radio. Se trata de FM Líder, 107.3. Hubo una charla y se llegó a un acuerdo rápido. "Me gusta ayudar a la gente, porque es un servicio para los más chicos", les dijeron. Les cedieron un espacio: los martes, desde las 16. No hay horario de cierre: puede durar una, dos, tres horas. "Cuenta conmigo", se llama el programa. Trata de economía, trata de la vida.
"Puede ser un poco aburrido, pero hacemos lo posible para que llame la atención, que les interese. Y les encantó, hubo una gran repercusión. Es todo desinteresado y gratuito. Los chicos nos piden temas, nos piden que mande saluditos. ‘Saludá a mi primito, que me está escuchando’, me dicen. Yo soy docente, no soy locutor. Este es el medio que encontramos, me disfrazo de conductor. Mi esposa me acompaña, tiene más voz de locutora que yo. Presenta el programa, lee los mensajes. Me hace preguntas, como si fueran de un alumno. La idea es transmitirlo en vivo por Facebook", se entusiasma Vallejo.
Cobos está a unos 15 kilómetros de General Güemes. El otro establecimiento rural, el de Betania, está a unos 10. El hombre va y viene todos los días, hasta que la pandemia le arrancó algo más que su trabajo. Sabe del desamparo de los chicos, que no solo es el hambre. Hay otro tipo de oscuridad en esos hogares. "No es fácil. Uno siempre trata dar los contenidos, pero hay otras cosas más importantes. La ESI (Educación Sexual Integral) en las escuelas les sirvió a los chicos para que cuenten sus cosas; se pudieron expresar como nunca antes. Sufren muchas situaciones que se viven en sus casas… el cuerpo de docentes es bastante unido y buscamos ayudarlos. Los chicos tienen muchas emociones. No es fácil, a veces, la vida en sus casas. El otro día me encontré con un chico del pueblo, cerca de casa, que decidió irse de su hogar, porque tenía conflictos serios. Situaciones como esas suceden a menudo", cuenta, ahora, cuando el operador baja el telón de un nuevo programa.
Vallejo sabe que no es un héroe. Pero cree. No baja los brazos, ahora, como un docente de radio. "Es un grito. Un aporte más contra las desigualdades. No soy el único que hace cosas por los alumnos. Nos genera impotencia que los chicos no puedan acceder a los contenidos. Esas cosas duelen", confiesa. El dolor lo convirtió en esperanza.
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