Cuatro siglos de los jesuitas en Córdoba
Proponen que varias estancias de la Compañía de Jesús sean declaradas Patrimonio de la Humanidad.
ALTA GRACIA, Córdoba.- En estos días, Córdoba celebra los 400 años del establecimiento de la Compañía de Jesús. A partir de 1599, los jesuitas -orden fundada por San Ignacio de Loyola y aprobada por Roma en 1540- desplegaron aquí una esforzada tarea educativa y religiosa y fundaron la primera universidad del país.
Para poder costear esos emprendimientos, impulsaron una red de estancias que fueron centros agrícola-ganaderos y fabriles. Se estima que al ser expulsados los jesuitas, en 1767, sus establecimientos criaban más de 170.000 animales y producían harina, vino, tejidos, jabones, rejas, ladrillos, muebles y muchos otros productos.
"Si los hubieran dejado, otro sería nuestro destino", dice, sonriendo, la arquitecta Isabel Avanzi, que trabaja en lo que fue la estancia jesuítica de Alta Gracia, hoy Museo Histórico Nacional de la Casa del Virrey Liniers (que compró la finca en 1810).
Enfrente, todavía puede verse el tajamar construido por los jesuitas, el dique más antiguo que se conserva en la provincia de Córdoba. En 1643, Alonso Nieto de Herrera ingresó en la Compañía de Jesús y le donó esta estancia, en la que luego se levantarían una iglesia barroca de muros curvos, un molino, una fundición y una carpintería que producía puertas y muebles con maderas perfectamente encastradas, sin un clavo.
Los edificios se mantienen muy bien. En 1968, el Estado nacional los expropió para instalar un museo y encargó organizarlo a la señora Noemí Lozada de Solla, de la última familia propietaria, que lo dirigió hasta 1997.
Una idea en marcha
Un año antes, charlando con unos amigos, la señora de Solla reflexionó sobre qué importante había sido para las reducciones jesuíticas guaraníes, en Misiones, el haber sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco: aumentaron los visitantes y se mejoró la infraestructura. Esas reducciones están en ruinas, mientras que casi todas las estancias cordobesas se conservan en buen estado.
Así germinó la idea de proponer que la Manzana de la Compañía de Jesús en Córdoba (donde se hallan la iglesia y la capilla doméstica, el colegio Montserrat, el rectorado de la Universidad Nacional) y cinco estancias jesuíticas fueran incluidas en la Lista del Patrimonio Mundial.
La Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos, presidida por Magdalena Faillace, acogió la idea y el 29 de junio último la presentó en París a la Unesco.
Se presentaron ocho tomos, con fotos, mapas y documentos, que pesaban unos trece kilos. Ello demandó un gran esfuerzo económico, que solventó Telefónica de Argentina.
El Comité de Patrimonio Mundial calificó con la nota más alta (A) la presentación, pero la Argentina deberá pasar por varias inspecciones antes de admitirse su aspiración, lo que podría ocurrir a fines del 2000.
La semana última, el especialista holandés Herman Van Hoof, director de ese comité de la Unesco, dictó en nuestro país un seminario sobre el Patrimonio Mundial y volvió a escuchar argumentos en defensa del proyecto. Asistieron unos 70 especialistas, entre ellos, la directora del museo de Alta Gracia, Mónica Gorgas.
Santa Catalina, en manos privadas desde 1774, se conserva muy bien. Está en pleno campo, a diferencia de las estancias de Alta Gracia, de Jesús María o de Caroya, envueltas en ciudades. En la de Jesús María se inició en 1946 el Museo Jesuítico Nacional. Es un centro de investigación y realiza interesantes exposiciones. La cúpula de su iglesia muestra cuatro ángeles con rasgos aborígenes. Tiene 16.000 objetos y su director, Nelso Lenarduzzi, proyecta erigir una sala de reserva (para conservar aquellos que no se exponen habitualmente).
La Casa de Caroya es un museo del gobierno provincial; es notorio que requiere solucionar los problemas de humedad y arreglar las tejas rotas. Luego de la expulsión de los jesuitas, funcionó allí una fábrica de bayonetas que surtió al ejército de los Andes y en la presidencia de Avellaneda alojó a los primeros inmigrantes friulanos que dieron origen a la ciudad de Colonia Caroya.
Asumir la responsabilidad
La estancia de Candelaria tenía casi 39.000 animales cuando se fueron los jesuitas. Se halla en restauración por el gobierno provincial, que adhiere al pedido de declaración de Patrimonio de la Humanidad.
Si éste se produce, como todo parece indicar, la Unesco pondrá en el foco de atención del mundo estos testimonios de una gesta civilizadora singular. Pero ello implicará también una mayor responsabilidad de los argentinos, que se verán obligados a prestarles la mayor atención para resguardarlos del deterioro.
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