La pandemia ha modificado algunos comportamientos y cada vez más personas se inclinan por lugares no tan populares para evitar las aglomeraciones
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El último fin de semana XXL de octubre resultó un buen termómetro de las ganas que tienen los argentinos de viajar. Unas 4.250.000 personas se movilizaron por el país durante esos cinco días y muchas ciudades alcanzaron el 100% de ocupación: según informaron desde el Ministerio de Turismo, se trata de la cifra de viajeros más importante de los últimos diez años para esa fecha.
Con ese antecedente, los principales destinos turísticos se preparan para un verano de mucho movimiento. De todos modos, más allá del entusiasmo del sector, lo cierto es que la pandemia ha modificado algunos comportamientos: muchas personas se inclinan por lugares no tan populares para evitar las aglomeraciones.
En ese sentido, entre las tendencias de viaje que crecen en todo el mundo —y la Argentina no es la excepción— están las “microcations” (o vacaciones de menos días) y los viajes que permiten conectar con la naturaleza.
El objetivo parece estar puesto en vivir experiencias realmente desestresantes. Y con el verano “a la vuelta de la esquina”, la Patagonia norte —la región cordillerana de las provincias de Neuquén, Río Negro y Chubut— despliega cuatro opciones por fuera del circuito turístico tradicional que pueden ayudar a diseñar el próximo mapa de ruta.
Valle del río Manso inferior, Río Negro
Ubicada justo en el límite sur del Parque Nacional Nahuel Huapi, esta zona ha ido ganando adeptos en los últimos años, así como servicios. Se trata de un destino privilegiado para la práctica de rafting. También regala diversas playitas y rincones pintorescos a lo largo del curso del río.
El ingreso al valle se encuentra 70 km al sur de Bariloche, y desde allí hay otros 45 km hasta la frontera con Chile. En todo ese recorrido, el visitante puede disfrutar de cabalgatas, trekking, mountain bike y pesca. A su vez, a más de un recién llegado le sorprenderá encontrar en medio de tan magnífico escenario natural una pequeña cervecería artesanal: en El Ventisquero elaboran IPA, Imperial Stout, Golden, APA y Frambuesa.
“Muchas personas buscan aire libre sin perder el atractivo de un gran confort”, cuenta Luciano Frasson, fundador de Frasson Travel Designer, una agencia especializada en viajes boutique y experiencias de alta gama. Entre las propuestas que ofrecen está Río Manso Camp, un campamento semipermanente de lujo con tres modalidades: pernocte (tres días, dos noches), full-day en plan relax y full-day con actividades.
“Para este concepto turístico, ha aumentado mucho la demanda entre los argentinos, sobre todo de familias y parejas. Y el programa PreViaje ayuda mucho también”, agrega Frasson. A su vez, en el Manso inferior hay múltiples opciones de campings y cabañas.
El Hoyo, Chubut
La Capital Nacional de la Fruta Fina es la escenografía ideal para actividades como el agroturismo (diversas chacras incluso ofrecen alojamiento), el trekking, la pesca, el stand up paddle y el buceo. Además, la fiesta nacional, que se celebra en enero, convoca a productores de frambuesas, frutillas, cerezas, grosellas, cassis y corintos, entre otras frutas finas.
Unos 15 km al sur de El Bolsón, este destino emergente esconde el Laberinto Patagonia: camino a la desembocadura del río Epuyén, el laberinto más grande de América del Sur se despliega en un predio de cinco hectáreas. “Visitarlo, transitarlo, habitarlo es una propuesta estimulante y una invitación al conocimiento personal”, aseguran sus creadores, Doris Romera y Claudio Levi. Ellos mismos plantaron en 1996 los 2100 cipreses de Monterrey (cupressus macrocarpa) que dieron origen al laberinto.
La pequeña localidad de El Hoyo también ofrece cuatro cordones montañosos en los que realizar caminatas por el día para conocer distintos atractivos como las lagunas Los Alerces y Espejo, la cascada Solitaria y los cerros Montura y Pirque. Y al pie de ese cerro se ubica el lago Epuyén, que se caracteriza por la calidez y transparencia de sus aguas, perfectas para el buceo.
Piedra Parada y Cañadón de la Buitrera, Chubut
Entre las localidades de Gualjaina y Paso del Sapo, se trata de un Área Natural Protegida que abarca 132 hectáreas de estepa patagónica, a la vera del río Chubut. El lugar está 130 km al este de Esquel, sobre la ruta 12, que es mayormente de ripio.
Vestigio de una erupción volcánica de hace 50 millones de años, la piedra mide 210 metros de alto y resulta imponente frente al paisaje que la rodea. Asimismo, el cañadón —que puede recorrerse a pie— tiene 5 km de extensión, con paredones que también superan los 200 metros. Ese rincón chubutense ha ido ganando visitantes en los últimos años, luego de que, en 2012, una marca francesa organizara allí un festival de escalada deportiva. Hoy recibe unos 3500 turistas anualmente.
Disfrutar de esa maravilla de gran riqueza geológica implica algo de aventura. Las opciones de alojamiento son pocas: hay dos campings en la entrada del cañadón, al igual que una proveeduría y una cabaña para seis personas (establecimiento La Buitrera). En Gualjaina —el pueblo más cercano— también hay una hostería y almacenes.
Villa Pehuenia y Moquehue, Neuquén
Sobre la margen norte del lago Aluminé y rodeadas de bosques de pehuenes, estas dos aldeas cordilleranas también actúan como imanes para quienes buscan destinos alternativos. Forman parte de la Ruta del Pehuén, un corredor que también tiene a Caviahue, Copahue y Aluminé entre sus protagonistas.
Los lagos Moquehue, Ñorquincó, Ruca Choroi, Quillén, Pilhué y Nompehuen están entre los rincones obligados, al igual que el lago y río Pulmari. Todos esos espejos resultan verdaderos paraísos de pescadores. Al mismo tiempo, el rafting en el río Aluminé se ha convertido en una de las principales actividades de la zona. Con un recorrido de 6 km y grados II y III de dificultad, el circuito Abra Ancha es la sección del río más accesible para practicar rafting.
Y en verano, estas localidades son escenario de múltiples festividades, como el Festival Provincial del Chef Patagónico en Villa Pehuenia y Moquehue (diciembre), la Fiesta Nacional del Pehuén en Aluminé (marzo) y la Fiesta Provincial del Piñón en Caviahue (marzo). La gastronomía es, de hecho, otro de los distintivos de la Ruta del Pehuén: el piñón, fruto de la araucaria, se utiliza molido (harina de pastas, alfajores y galletitas), salteado, tostado, así como en conservas, dulces, chutneys y licores.
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