Encuesta: Los hábitos que adoptaron los argentinos para sobrellevar la pandemia
CÓRDOBA.- Desde el inicio de la pandemia y de la cuarentena, todas las personas en mayor o menor nivel intentaron buscar prácticas que ayudaran a estar mejor y a superar la incertidumbre y el encierro. Las que más se incrementaron fueron la meditación, los ejercicios de respiración y el yoga, un 6% cada una respecto al comienzo del año anterior, mientras que leer y compartir noticias sobre ciencia subió 4%.
Por supuesto, un cambio importante es que estas prácticas debieron mudarse al espacio virtual: el 25% eligió WhatsApp y el 18% Zoom, las dos plataformas ganadoras durante la pandemia. En menor medida, aparecen otras aplicaciones: El 13% de las prácticas se realizaron a través de Facebook o Facebook Live, mientras que la televisión fue apuntada en el 10% de los casos. El 5% mencionó aplicaciones descargadas en su celular, e-mails, páginas webs de su iglesia, Spotify o ebooks.
Los datos se desprenden de un trabajo de campo realizado Hugo Rabbia, investigador del Conicet y la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y el jesuita Gustavo Morello, del Boston College (Estados Unidos). La encuesta indagó sobre prácticas religiosas, espirituales o de bienestar, tales como rezar, meditar, lecturas, posteo en redes sociales, ayunos, yoga, cadenas de oración, participar en servicios comunitarios, encender velas, alineación de chakras, o similares.
Los autores apuntan que la polarización social argentina también "sesga la percepción de un trabajo científico": el trabajo que llevaron adelante fue percibido por algunos como una "operación de la CIA", "elaborado por pastores pentecostales brasileños", o "propaganda política kirchnerista". Subrayan que esta desconfianza no se registró ni en México ni en Uruguay.
Una de las conclusiones para la Argentina es que la mayoría de las personas siguió practicando espiritualidad o religión con el mismo ritmo que lo hacía antes, y que quienes no tenían el hábito no empezaron. La pandemia, indica el trabajo al que accedió LA NACION, provocó sentimientos "fundamentalmente negativos": incertidumbre (60%), preocupación (51%), e impotencia (29%). Entre los positivos, el más mencionado solo alcanzó 9% y fue "entusiasmo por vivir un acontecimiento histórico".
Salud y conspiración
Casi la totalidad de las personas entrevistadas (98%) piensa que el Covid-19 es una enfermedad, pero su origen se atribuye en primer lugar a causas científico-naturales: creada en un laboratorio para el 47%; un mecanismo de la naturaleza para equilibrarse y "la verdadera plaga es el ser humano" ambas para el 27%. En segundo lugar a conspiraciones político-farmacéuticas: "un medio para generar un nuevo orden", para el 34%; una estrategia de control para el 30%, y una conspiración política para el 19%. Finalmente, y muy lejos de las dos anteriores, a una acción divina: un castigo divino para el 6%, y una plaga apocalíptica para otro 6%.
La encuesta preguntó si se vivió alguna experiencia espiritual o religiosa significativa desde que se inició el período de aislamiento y la mitad dijo que sí. En ese grupo la mayoría muestra la profundización del sentido religioso ("comprender que Dios nos ama"), o la intensificación de prácticas religiosas ("más tiempo para dialogar con mis shakubukus", "más tiempo y energía a prácticas de yoga").
Otro grupo mencionó que el aislamiento fue un momento de reflexión sobre su vida ("me ayudó a centrarme, a poner en perspectiva el verdadero valor de la vida", "más abierta a cosas nuevas", "más conectada con la naturaleza").
Algunos apuntaron experiencias especiales, como sueños o sentimientos premonitorios.
Entre los practicantes, la mayoría indicó que lograron "paz interior" (55%) y una mejor "conexión con lo sagrado" (45%), ayudándolas a contrarrestar los sentimientos negativos provocados por el aislamiento y la pandemia. Por ejemplo, sentir esperanza (38%), reducir ansiedades (36%) o sentirse acompañadas/os (35%).
Las experiencias espirituales negativas se relacionaron, fundamentalmente, con dudas sobre la existencia de Dios y vacío existencial. Para las descripciones se usaron expresiones como "experimentar la fragilidad" o "me hace repensar la existencia de dios como entidad divina y si realmente quiere el bien para los seres humanos".
Entre los argentinos participantes, la media de edad fue de 43 años; la mitad con estudios universitarios o posgrados y el 52% con empleo en el momento de la encuesta. El 65% fueron mujeres (un sesgo que es frecuente en estudios online en la Argentina, más allá de la temática relevada). Cuatro de cada diez se identificaron como católicos y un porcentaje similar como "sin religión".
La encuesta se realizó entre mayo y agosto y trabajaron equipos de investigación de México (El Colegio de la Frontera Norte), Uruguay (Universidad Católica del Uruguay) y la Argentina (Instituto de Investigaciones Psicológicas, Conicet y UNC). Fue con personas que voluntariamente contestaron un cuestionario que circuló por distintas redes sociales.
En el caso de la Argentina, fueron 952 participantes mayores de 17 años; 36% de Buenos Aires, ciudad y provincia; 35% del centro del país, 5% del noreste, 7% del noroeste (Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, Santiago del Estero), 12% de Cuyo y 5% de Patagonia.
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