Cuántos son y cómo viven los argentinos que están presos en el exterior
El último jueves empezó en Malasia el juicio en contra de los chilenos Felipe Osiadacz y Fernando Candia, que podrían ser condenados a muerte tras ser acusados de homicidio, debido a las leyes del país asiático.
El caso es similar a lo que sucede con Víctor Saldaño, el argentino con pena de muerte en Estados Unidos y espera la resolución final de la Justicia. A pesar de que es el único que se conoce que esté en esta situación, hay más de mil ciudadanos locales que se encuentran privados de su libertad en el mundo.
Según la información brindada por la Dirección de Asuntos Consulares del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Nación, en los últimos doce meses asistieron a más de 2100 argentinos presos en el exterior, aunque aclararon que es muy difícil tener el registro exacto, ya que en algunos casos las detenciones y liberaciones no son notificadas por las autoridades locales. Además, algunos ciudadanos se niegan a que se comunique su detención a los consulados y en los casos de doble nacionalidad la autoridad local no suele informar sobre la detención, explicaron desde Cancillería a LA NACION.
Por su parte, en el registro de la Procuración Penitenciaria de la Nación (PPN) de enero de 2018 se habla de 1715 detenidos, mientras que en Cancillería creen que la cifra bajó hasta llegar a un poco más de 1500.
Existen presos en más de 80 países. Casi el 50% está en algún país de Latinoamérica, mientras que el 29% está en Europa. España es donde hay mayor presencia argentina, con un total de 388 casos, seguido por Uruguay (241), Estados Unidos (227), Brasil (145) y Bolivia (97).
Las causas más usuales son el tráfico de estupefacientes (y actividades relacionadas con drogas: tenencia, transporte, comercialización) y delitos contra la propiedad, entre otros. Según explicaron desde la PPN a LA NACION, hay muchos que se encuentran en esta condición en razón de procesos de deportación por situación migratoria irregular.
Cómo se vive en una cárcel del exterior
Una de las máximas preocupaciones del consulado son las condiciones en las que viven los argentinos presos en el exterior. A partir de la aplicación de los "Cuestionarios para Argentinos Privados de Libertad en el Exterior", por parte de las distintas reparticiones consulares, se obtuvo información vinculada con el encierro en otros países.
La Procuración analizó algunos cuestionarios en los últimos años para verificar las condiciones en las que viven en las cárceles del mundo. Estos son los resultados que obtuvieron:
Comida: el 55% considera que la comida es suficiente, aunque no siempre de buena calidad. Solo el 45% de los encuestados piensa que es agradable. Por estas razones, en el 59% de los casos los detenidos complementan su alimentación con dinero obtenido de su trabajo o de familiares.
Educación: el 57% de los consultados prefirió no participar de actividades educativas argumentando que "no les corresponde", y en menor medida por la ausencia de profesores y/o de vacantes.
Trabajo: el 67% de los entrevistados trabaja en sus espacios de alojamiento. Entre las actividades desarrolladas, están las de ayudante de cocina, realización de artesanía, carpintería, limpieza o de distribución de alimentos. El 60% de los encuestados recibe remuneración por el trabajo realizado.
Salud: el 43% de los encuestados caracterizó como irregular la atención médica recibida, a pesar de que el 40% sigue un tratamiento médico.
Violencia: a pesar de que se viven distintas situaciones en cada penal, el 40% dice que el lugar en el que está es de poco a nada violento, el 30% más o menos violento y finalmente el 27% lo considera entre muy y bastante violento.
Requisas: se realizan en términos generales al producirse un movimiento de los detenidos (antes de salir de la celda, cuando se regresa del exterior de la prisión, cuando se va a la escuela) aunque también han dicho que se hacen prácticas aleatorias según la voluntad de los guardias. Su realización implica en el 37% de los casos desnudo total, en el 23% desnudo parcial, en el 64% "cacheos", en el 23% flexiones, y en el 27% inspecciones vaginales/anales.
Saldaño, el argentino condenado a muerte
Victor Saldaño es el único argentino condenado a muerte según los registros oficiales de Cancillería. El cordobés está preso en Texas desde fines de noviembre de 1995, cuando fue hallado culpable del asesinato de Paul King, un comerciante estadounidense.
Hoy tiene 45 años y lleva más de 20 años esperando un milagro. Un primer juicio en su contra fue anulado por una denuncia de racismo. Luego de varios años en el llamado "corredor de la muerte", en 2004 Saldaño llegó al segundo juicio con su estado de salud mental muy deteriorado. Durante las audiencias se reía, leía revistas y se masturbaba. Fue condenado otra vez a la pena capital.
Tras varios intentos tanto de abogados como de Cancillería argentino para evitar que sea ejecutado, actualmente, la apelación del rechazo de su habeas corpus por el Tribunal Federal de primer instancia está siendo analizado por la Cámara de Apelaciones del Quinto Circuito (U.S. Court of Appeals for the Fifth Circuit), según informó a LA NACION Jonathan Miller, uno de los abogados de Saldaño.
El 28 de junio de 2017, un panel de tres jueces de aquella cámara concedió un Certificate of Appealability, que permite abrir una apelación sobre un tema específico del habeas corpus. !Esta certificación es sobre dos temas : si el juez en el momento del juicio en 2004 tenía la obligación de haber realizado una audiencia abierta a prueba sobre la capacidad mental de Víctor para ser juzgado, y si los abogados defensores de Víctor faltaron en su responsabilidad de pedir una audiencia de este tipo", explicó Miller.
"En este momento la sentencia de la cámara está demorada por el hecho de que uno de sus miembros, el Dr. Edward Prado, fue nombrado Embajador de los EEUU en Argentina, y entonces fue nombrado otro juez para reemplazarlo", agregó el abogado estadounidense.
Se espera que dentro de los próximos meses tenga lugar la decisión de la Corte del V Circuito. De ser favorable, Víctor Saldaño tendrá derecho a un nuevo juicio o en caso de que los fiscales desistan de hacerlo, podría aplicársele una conmutación de pena de muerte a cadena perpetua de 40 años con posibilidad de obtener libertad condicional en el 2036.
Un argentino preso en Rusia
Hernán Pérez Orsi fue uno de los dos argentinos que estuvieron presos dos meses en Rusia luego de una protesta de Greenpeace en el Ártico. Junto a Camila Speziale y otros 28 tripulantes, fueron acusados de vandalismo por intentar encadenarse a una plataforma flotante del consorcio ruso Gazprom en septiembre de 2013.
¿Qué te acordás del día que los detuvieron?
Mi primera hija cumplía un año. Hablé con mi mujer con Skype y quedamos en volver a charlar más tarde, durante el festejo, pero nunca llegué. Nos abordaron al estilo película yankee. Bajaron de un helicóptero ocho efectivos de fuerzas especiales rusas, todos tapados y ametralladoras increíbles. Nos habían tirado hasta con balas de plomo. Nos encerraron en los camarotes y nos llevaron hasta el puerto de Murmansk, donde nos esperaba el cónsul.
¿Qué sentiste cuando llegaste a tierra y les dijeron que iban a ir presos?.
Llegamos y nos dijeron que no íbamos presos pero a la noche el Comité de Investigación ruso nos mandó dos días a una cárcel militar, hasta esperar la audiencia. Cuarenta y ocho horas después, la fiscalía decretó dos meses de preventiva porque decían que había riesgo de que entorpezcamos la investigación.
¿Cómo fue estar en la cárcel? ¿Tenías miedo?
Estaba en la celda con dos chicos jóvenes de 20 y 23, yo tenia 40. Recuerdo que se hicieron las 2 de la mañana cuando me trasladaron. Estaba esperando en la celda de tránsito, donde te procesan y te mandan al pabellón. Iba cruzando el patio de la cárcel, veía que había una mugre total y por dentro pensaba 'ahora me van a violar, voy a tener que cagarme a piñas'. Cuando entré a la celda se reían de que era de Greenpeace y me boludeaban en ruso. Ah{i me calmé un poco.
¿Cómo era un día en la cárcel?
Tenías que estar 23 horas en la celda y una hora de ejercicio por día, que te sacaban a una especial para ejercicio. No había ninguna maquina y usábamos el tiempo para hablar con los de las otras celdas. Arrancabas a las 6, cuando pasaba el carrito con cereal, avena con leche, y una orna de pan para todo el día. Después pasaban al mediodía con sopa de repollo, a la noche puré de papa y sopa de pescado, los viernes te daban una albóndiga, era 'la comida'. Bajé 15 kilos en dos meses.
¿Podías dormir tranquilo?
A la noche la actividad oficial bajaba y la extraoficial subía. Había un sistema de comunicación que se llamaba 'taroga', que mediante una media se pasaban mensajes, cigarrillos, chocolates y falopa de celda a celda. Mis compañeros de celda estaban boludeando con eso, pasándose cosa con los otros y uno se prendía para darles una mano. Casi que no dormía y de día, si te tirabas una siesta, el guardia te veía durmiendo y te levantaba.
¿Podías hablar con tu familia?
Estaba incomunicado y era muy difícil. Tenía que pedir permiso la juez pero era un kilombo, los tramites tardaban como 10 días hasta llegar al fiscal para que él veía si lo aprobaba. Hablé tres veces en poco más de dos meses.
¿Recibieron apoyo del consulado?
El consulado argentino se portó muy bien con todos. En algunos casos de justicia penal, cumple lo que dice la letra pero con nosotros tuvieron atención constante, un soporte emocional total. Incluso después de que se solucionó todo nos siguieron ayudando.
Cuando se terminaron los dos meses, todo cambió. Aunque el miedo seguía. Fue uno de los pocos afortunados en salir de la cárcel, ya que en Rusia no es fácil que te liberen de la prisión. Un viernes a la mañana lo liberaron y a la noche comió con su familia en San Petersburgo.
"Me cambió mucho la vida. Me tomo el tiempo de disfrutar más, me permito sentir más. Estoy más amante de la simpleza, estoy menos hincha pelotas de lo que era antes. Valoro lo cotidiano, mi familia. Esa experiencia me puso las cosas en perspectiva al tener la posibilidad de perder todo. Si me daban 15 años como pedía el fiscal, yo no salía y me moría ahí. Era uno de los más viejos ahí y la incidencia de muerte por pulmonía en una cárcel rusa es altísima, las condiciones de vida son paupérrimas, el régimen es muy duro. Pero salí y ahora disfruto más todo", concluye Pérez Orsi.
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