Cuando quitar el sostén vital es lo justo
En los casos en que los daños en el organismo se transforman en irreversibles o el tratamiento aplicado durante varios días no trae modificación o una evolución en el estado del paciente, no tiene sentido, desde el punto de vista médico y humano, mantener el sostén vital.
Se trata de no sostener la vida a cualquier costo. De no prolongar la agonía. De no condenar al paciente a una existencia vegetativa. Vivir conectado a aparatos, sin conciencia presente, sin un futuro, no tiene sentido en nuestra cultura para la persona que atraviesa este penoso estado, ni tampoco para las que la acompañan en ese doloroso trance.
La ley de muerte digna aprobada por el Congreso nacional hace apenas unas semanas vino a dar un marco legal para este tipo de decisiones, que nunca son fáciles de tomar, pero que en la práctica los profesionales de la medicina estamos obligados a enfrentar casi a diario.
Para que la decisión de mantener o no el sostén vital no sea sólo médica, el Comité de Etica del Hospital Italiano, al que pertenezco, como todos los comités de ética de los hospitales más reconocidos del mundo, está integrado por profesionales de distintas áreas.
Por eso, además de médicos de diversas especialidades, en estos comités reflexionan también antropólogos, sociólogos, psicólogos, enfermeros y abogados para aportar una visión multidisciplinaria e integral. Además, cada caso es analizado en forma particular y exclusiva porque ninguno es comparable con otro.
Un aspecto importante en este tipo de situaciones es no otorgar una valoración moral superior a la tarea de iniciar un sostén vital por sobre la suspensión del mismo. En situaciones donde el daño al organismo y sus funciones vitales es irreversible, levantar el sostén vital es, sin dudas, una decisión beneficiante, justa y fundamentada.
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