Cuando los palitos se sumaron al tenedor
Treinta años atrás, nadie sabía qué era la salsa de soja en la Argentina. Veinte años atrás, era difícil conseguir un tofu…
Pero en 2000, en plena crisis económica, hubo un boom gastronómico inesperado y en el mercado empezaron a proliferar las revistas especializadas y los productos gourmet nacionales e importados. Había un interés por conocer más sobre la cocina y sofisticar la comida de todos los días. La gente estaba dispuesta a descubrir cosas nuevas, probarlas, experimentarlas.
Para esa misma época, llegaron muchos inmigrantes chinos, en su gran mayoría provenientes de la República Popular China (los taiwaneses llegaron antes); todos trataron de insertarse y acomodarse en una Argentina donde los asiáticos conforman la nueva minoría. Y el primer problema en este encuentro de culturas es, obviamente, el idioma.
Pasé prácticamente toda mi infancia acá. Recuerdo que cuando ganó Alfonsín, yo estaba con mi familia en un restaurante chino de la calle Moreno (hoy cerrado) junto con unos amigos argentinos. Comimos juntos unos pollos a los tres aromas, tomamos una sopa y, juntos, festejamos el regreso de la democracia. Aun con diferencias culturales e idiomáticas, todos disfrutamos de la comida y la integración fue más que completa.
Hoy, casi 30 años después, la historia sigue siendo la misma: la comida nos une, no importa de dónde y cuán diferente sea.
La colectividad china es una de las que más creció en los últimos tiempos y su cultura fue introduciéndose de a poco, en especial desde la cocina. Hoy, el Barrio Chino de Belgrano explota, la salsa de soja ya está al lado del vinagre y todos tienen por lo menos un par de palitos chinos en su casa, que conviven junto con el tenedor, el cuchillo y las cucharas.
Y el chino también se adaptó al argentino: el "che", el mate, el asado. Cada vez que viajo a España o a países de habla hispana, la gente se sorprende al escucharme hablar como un argentino. Y me río. Y me siento orgulloso. Al asado se lo puede marinar con salsa de soja. Al arroz salteado no es pecado agregarle chimichurri. Pruébenlo, y así descubrirán un nuevo mundo integrado.