Cuando la llamaban "la Chicago argentina"
Rosario, la ciudad que a fines del siglo XIX y principios del XX se convirtió en el principal puerto cerealero del país, no sólo albergó el paso de miles de marineros y extranjeros, sino que también cobijó otro tipo de desembarco, el de la prostitución. Fue el trampolín de la mafia en el país y, de allí, el bautismo de "la Chicago argentina".
Las andanzas de los italianos Juan Galiffi, apodado "el Chicho Grande", y su rival, Francisco Morrone, "Chicho Chico", inspiraron el cambio de nombre acorde con los niveles de violencia y corrupción que los envolvían.
Galiffi, señalado como el jefe de una asociación mafiosa llamada la Honorable Sociedad, fue el alma máter de la mafia rosarina en los años 30. Tenía a su lado a Morrone, su brazo derecho, que luego lo traicionaría para disputarle su liderazgo y convertirse en su enemigo. A los dos se los acusaba de estafas, secuestros y crímenes.
Corrían tiempos del lenguaje cifrado. Los códigos rituales mafiosos se extendían al uso de seudónimos y apodos. "Chicho Grande", un siciliano que llegó al país con 18 años, en 1910, se radicó en Gálvez, Santa Fe. De empleado fabril pasó a ser inversor en casas, viñedos y caballos de carrera hasta manejar a gran escala una industria de "trabajos sucios" encomendados a "sus ahijados".
A este "Al Capone argentino" le atribuyeron el secuestro y muerte del estudiante Abel Ayerza y de Silvio Alzogaray, periodista del diario Crítica. Galiffi, sin dudas, transformó a Rosario en "la Chicago argentina". Fue detenido en 1933 y deportado a Italia, pero nunca se le probó ningún delito. Murió en 1943, durante la Segunda Guerra, por un paro cardíaco.
Pero en Rosario sólo podía existir un "capo mafia", un sólo "capo de tutti capi". Y en 1933 desapareció "Chicho Chico" a manos de los ahijados de Galiffi. Su cuerpo lo encontraron enterrado en Ituzaingó, estrangulado.
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