Una activista trans, crítica con el trabajo sexual, le contestó a Sofía Gala
"Prefiero ser puta antes que moza", dijo la hija de Moria y encendió el debate; Florencia Guimaraes, una activista por los derechos de las personas trans, se prostituyó desde los 15 y opinó sobre los dichos de la actriz.
Florencia Guimaraes "salió a la calle" por primera vez a los 15. Hoy, con 37 años dice que es una sobreviviente del sistema prostituyente: "Estoy agradecida de no estar muerta". No es la única. Según la investigación "La revolución de las mariposas", el 80% de las mujeres trans caen en las redes de la prostitución por necesidad. "Nosotras no tenemos elección, el rol que se ha puesto para las travestis en la sociedad es el lugar cloacante de la prostitución", dijo Guimaraes.
Esta semana, el trabajo sexual estuvo a la vista de todos. Sofía Gala presentó su película "Alanis" en la que retrata a una prostituta. Durante una entrevista, habló sobre su posición política en cuanto a la prostitución. "Prefiero ser puta antes que moza", dijo en una entrevista y levantó la polémica.
La Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (Ammar) salió a apoyarla pero las abolicionistas, y en particular la comunidad trans, que también padece los efectos de la prostitución, se sumaron a las críticas.
Para Ammar, el trabajo sexual está estigmatizado y eso provoca que las mujeres que eligen trabajar como prostitutas no puedan tener los derechos que tendría cualquier otro trabajador. A diferencia de la trata, que tiene como intermediario a un proxeneta o "fiolo" que cobra una comisión y está penado por la ley, el trabajo sexual no tiene marco legal y obliga a las mujeres que la ejercen a estar en la clandestinidad. Según Ammar, el detino de las prostitutas es trabajar a escondidas, esperar que ningún oficial las note y rogar porque los clientes no las maltraten. Con miles de afiliadas en todo el país, las trabajadoras sexuales reclaman un monotributo, tener obra social y jubilación.
En cambio, para Guimaraes la prostitución fue lo que le arruinó la vida y la autoestima. Hoy es fotógrafa y maquilladora, aunque todavía no encuentra un trabajo estable por la discriminación que sufre en el mercado laboral formal. "Lo que dijo Sofía Gala no es un escándalo, es un lobby del fiolaje", disparó Guimaraes.
El fuego cruzado entre las que están en contra de la prostitución y las que quieren que se regule el trabajo sexual no cesa. Unas dicen que las otras apoyan la explotación a las mujeres y el proxenetismo; las otras, que son conservadoras porque quieren regular los cuerpos de las mujeres. "Las prostitutas piensan que no acompañamos el trabajo sexual pero eso es mentira. Nosotros apoyamos pero queremos que ninguna mujer necesite ser prostituida sin otra elección", dijo la activista.
Las violencias que viven las personas trans son múltiples. Desde que descubren que su cuerpo no las identifica, muchas sufren el rechazo y el prejuicio de sus familias y terminan en la calle. "Tenía que sobrevivir y mi infancia fue vulnerada", contó Guimaraes. Como a muchas personas trans, la discriminación del mercado laboral la obligó a prostituirse. "Nosotras no queremos ser putas, estamos pidiendo tener la oportunidad como cualquier persona de poder elegir", dijo Guimaraes.
Según "La revolución de las mariposas", una investigación realizada por el Programa de Género y Diversidad Sexual del Ministerio Público de la Defensa de la ciudad de Buenos Aires, la principal causa de muerte en la comunidad trans son las enfermedades de transmisión sexual, la segunda son las cirugías estéticas ilegales y la tercera tiene que ver con los travesticidios, los crímenes que involucran específicamente a las personas trans.
"Todas las causas de muerte tiene que ver con la prostitución. La expectativa de vida en nuestra comunidad es de 35 años y es un techo. La mayoría de las chicas que estamos enterrando tienen entre 20 y 24. Hay un travesticidio social, a nadie le importa nuestras vidas y es responsabilidad del Estado porque nuestras muertes son evitables", dijo Guimaraes.
Una de las referentes de Ammar, Georgina Orellano, habló con LA NACIÓN de las diferencias entre las opciones a las que puede acceder una mujer de una mujer transgénero. "Vemos que hay desigualdad en el trabajo sexual para las trans, las mujeres cis [aquellas personas que se identifican con su género otorgado al nacer] tuvimos otras opciones. La comunidad trans es un sector discriminado, estigmatizado y excluido desde lo laboral. Pero creemos que las dos políticas tienen que ir de la mano, otra alternativa laboral para las que no quieren seguir en la prostitución y un marco laboral para las que sí", dijo Orellano.
Para Guimaraes, la elección sobre la prostitución es para unas pocas mujeres que tienen la posibilidad de elegir con quién, cuánto y cuándo. "La calle no es una agencia de modelos", dijo la activista, "una tiene que comer y vestirse".
Las activistas que están en contra del trabajo sexual creen que esta situación se repite con las mujeres de clase baja que no pueden pagar un "privado" para trabajar y tienen que armar una red de contención entre varias prostitutas para cuidarse. Según ellas, mientras que la reglamentación del trabajo sexual podría beneficiar a unas, daría el marco para que las mujeres postergadas por la prostitución sigan explotadas por esa actividad.
"Me parece importante remarcar que para las travestis la prostitución no es un trabajo, sino una imposición del Estado. Cuando estemos en condiciones de elegir otra cosa, entonces consideraríamos otra postura", dijo en una charla en 2006 Lohana Berkins, una activista por los derechos de la comunidad trans que murió el año pasado. Después de 11 años, poco cambió para la comunidad. "Seguimos siendo perseguidas y marginalizadas. El travestismo es sinónimo de prostitución y nosotras no queremos eso", dijo Guimaraes.