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Cuando caminar es sinónimo de esquivar
Pese al aumento de los controles y los operativos, cada vez hay más vendedores ambulantes y menos espacio en las aceras
Caminar con libertad por esta ciudad es imposible. Casi tan difícil como abrirse paso en un mercado persa. No es la primera vez que se dice, pero a medida que pasa el tiempo es peor. El gobierno porteño jura que intensifica los controles y que la gente se pasa de la raya cada vez más. La Defensoría del Pueblo dice que esos controles son ineficaces y los vecinos lo único que piden es que caminar no sea sinónimo de esquivar.
Lo cierto es que Buenos Aires está repleta de gente que usa en beneficio propio el patrimonio que es de todos.
Y no se trata sólo vendedores ambulantes que se instalan en veredas o plazas con sus mesas, sino también de comerciantes que se extienden más allá de sus vidrieras, de dueños de quioscos habilitados para vender flores que deciden -sin cargo de conciencia ni autorización municipal- extenderse a otros ramos y hasta de grandes empresas que instalan sus estructuras publicitarias donde se les ocurre y sin pedirle permiso a nadie.
LA NACION publicó a principios de diciembre último una nota en la que se describían los distintos tipos de obstáculos que un peatón debe sortear para circular por las calles porteñas. Pese a los esfuerzos que desde el gobierno porteño dicen que se hicieron, la situación no cambió.
Silvana Giudici, secretaria de Gobierno y Control Comunal, afirma que se debe a una falta de conciencia ciudadana. La defensora del pueblo de la ciudad de Buenos Aires, Alicia Oliveira, señala que la conciencia que falta -además de la ciudadana- es la de un estricto control. Una razón no excluye a la otra y basta caminar unas cuadras para ver que algo falla.
Gente excedida
"No es que no tenemos capacidad de reacción, sino que la gente se excede cada vez más. Esto ya está llegando al colmo. Un día a un anunciante se le ocurre poner unos carteles con formas de casitas en los refugios de colectivos y los coloca sin permiso. No puede ser", dijo la secretaria.
Del 1° de enero al 30 de abril de este año los inspectores municipales labraron 107.340 infracciones -la mayoría por ocupación del espacio público- por un monto total de 3.519.954 pesos. De esa cifra, hasta la fecha ya se cobraron 600.000 pesos. El resto, dijo Giudici, se pagará en cuotas.
La secretaría tiene 560 inspectores. No todos están abocados a los operativos pero, según la titular de esa dependencia, en los últimos tiempos se intensificaron los controles. En 2002, dijo, se llevaron adelante 5233 inspecciones por ocupación de las calles, mientras que en lo que va de 2003 ya se hicieron 17.951.
Para Alicia Olivera no es suficiente: "Los controles son ineficaces y el método también. No se puede depender de la denuncia de un vecino, porque mucha gente no quiere pelearse con el verdulero de su cuadra. Hay que buscar otro sistema probatorio".
Rever los permisos
El problema no sólo es de los que ocupan la vía sin permiso, sino también de los que lo exhiben mientras el peatón se pregunta cómo puede ser que los hayan autorizado a ocupar la vereda de tal forma que los obliga a bajar a la calle.
Esto ocurre con bares que construyen maceteros en la vereda -aunque no esté permitido- o aquellos que sacan mesas a las calles sin pagar un canon. O, en caso de hacerlo, sin respetar las medidas permitidas.
Giudici reconoce que hay que rever muchos permisos que probablemente estén mal otorgados. "Trabajamos en un proyecto para una nueva ley porque en el caso de los quioscos de flores es muy confusa", dijo.
La proliferación de carteles y estructuras publicitarias sin autorización alguna es una de las principales preocupaciones de los funcionarios, que no pierden su capacidad de asombro. "Sacamos 20 tótems muy grandes con formas de productos instalados en lugares insólitos, hasta en medio de la acera, y sin ninguna autorización. Entorpecen el paso y producen contaminación visual", dijo Lía María, subsecretaria de Logística y Emergencia del gobierno porteño.
A esta contaminación se suma ahora una nueva modalidad en la que algunas empresas contratan a hombres que cargan carteles y los muestran a los automovilistas mientras el semáforo está en rojo. Así se interponen en el camino de los peatones que quieren cruzar la calle.
La falta de una cultura ciudadana no es un tema menor y Giudici dijo que están trabajando en una campaña de concientización. Muchos no tienen demasiada idea de que están cometiendo una infracción. ¿Las sanciones son lo suficientemente duras como para desalentarlos? Giudici dice que sí: "Con los vendedores ambulantes nos hemos puesto mucho más estrictos y para devolverles la mercadería les exigimos la factura de compra".