Cuál será el futuro del aeropuerto de El Palomar y qué impacto tuvo en la zona el fin de los vuelos comerciales
Las operaciones comerciales dejaron de funcionar hace un año y medio; los argumentos del Gobierno nacional para mantener la decisión, y las críticas de la oposición
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“¿Sabés si lo van a volver a abrir?”, preguntó esperanzado Agustín Ruiz Díaz, de 25 años, desde atrás del mostrador de la histórica churrería Del Carmen. El local está ubicado a seis cuadras del Aeropuerto de El Palomar, en la zona oeste del Gran Buenos Aires, que dejó de operar vuelos comerciales en 2020.
“Dios quiera que vuelva a funcionar”, se sumó Marcos Ertini, de 52 años y dueño del comercio, mientras bajaba maples de huevos y bandejas con mercadería de su auto personal.
En 2018, cuando este aeropuerto dejó de ser solo una base militar y se transformó en la primera terminal de aerolíneas low cost de la Argentina, la zona despegó a la par de miles de turistas extranjeros y locales que, en algunos casos, de la mano de las tarifas accesibles, se subieron a un avión por primera vez. En ese momento, el gobierno macrista habló de “la revolución de los aviones”.
Pero desde que cerró sus operaciones, las miles de personas que transitaban estas calles a toda hora arrastrando una valija desaparecieron. Y eso impactó de lleno en los comerciantes.
Según pudo saber LA NACION a través de fuentes del ministerio de Transporte de la Nación y del Organismo Regulador del Sistema Nacional de Aeropuertos (Orsna), El Palomar cerró sus operaciones durante la pandemia y no volvió a abrir sus puertas porque consideran que “no es viable su seguridad operacional para vuelos comerciales” y no está en los planes que vuelva a funcionar con fines comerciales.
Una historia breve
En agosto de 2019, la jueza federal Martina Forns hizo lugar a un reclamo realizado por algunos vecinos que se quejaban del ruido que generaban los aviones e impuso una restricción horaria para el funcionamiento del aeropuerto. La medida indicaba que las aeronaves no iban a poder operar entre las 22 y las 7. Esa decisión generó un fuerte impacto en las empresas low cost cuyo éxito comercial se basa en tener a los aviones funcionando la mayor cantidad de tiempo posible.
Luego llegó la pandemia de coronavirus y todo se puso en pausa. Mario Meoni, quien era el ministro de Transporte en aquel entonces, señaló que, cuando se retomara la actividad comercial, el aeropuerto de El Palomar iba a volver a funcionar. Sin embargo, si bien la actividad aerocomercial ya funciona al 100%, El Palomar nunca volvió a abrir sus puertas a los pasajeros.
Desde el Orsna señalaron a LA NACION que reabrir el aeropuerto de El Palomar no está en los planes porque requeriría de una enorme inversión, y eso postergaría la posibilidad de realizar obras en aeropuertos del interior del país. Además, agregaron que todas las operaciones de ese aeropuerto ya fueron absorbidas con éxito por Ezeiza y Aeroparque.
“La continuidad de la operación comercial del Aeropuerto de El Palomar exige realizar importantes inversiones no solo en la terminal de pasajeros para garantizar un servicio mínimo (por ejemplo, no cuenta con instalaciones contra incendios), sino sobre todo una importante inversión para reconstruir la pista de aterrizaje, hecha de losas de hormigón y que presentan un altísimo nivel de deterioro con una vida útil actual remanente de 0 años según estudios de seguridad operacional. Este deterioro incluye además a rodajes y plataformas. El monto de las inversiones requeridas tiene un valor superior a los 8000 millones de pesos. Hoy las compañías low cost que operaban en El Palomar no están solicitando volver a hacerlo ahí, muy por el contrario, los requerimientos son para incrementar sus operaciones en Aeroparque y Ezeiza”, indicaron fuentes del Orsna.
La semana pasada, Diego Santilli, diputado nacional de Juntos por el Cambio por la provincia de Buenos Aires, publicó en Twitter una imagen que mostraba cómo la empresa Flybondi se llevaba sus equipos de rampa que quedaron en El Palomar. “Miren cómo están desmantelando el aeropuerto de El Palomar. Por donde pasa este Gobierno, destruye lo que toca. No hay argumentos ni relato que puedan tapar su incapacidad”, escribió.
Guillermo Dietrich, ministro de Transporte durante la presidencia de Mauricio Macri, dijo a LA NACION que la actual gestión “destruye con mentiras” oportunidades de desarrollo para el interior del país. “Este Gobierno destruye sistemáticamente el federalismo. En febrero de 2020 El Palomar era el cuarto aeropuerto del país en cuanto al flujo de pasajeros, por lo que valía la pena seguir haciendo inversiones en esa terminal”, dijo.
Y agregó: “Sobre el sistema automático de incendios, no lo tenía, pero casi ningún otro aeropuerto del país lo tiene. Ni siquiera estaba instalado en las puertas de embarque de Ezeiza y lo pusimos nosotros. Y en cuanto a la pista, estaba operativa y había que hacerle mantenimiento y renovaciones como al resto de las pistas del país. Que sea de hormigón es intrascendente, hay muchas otras pistas de hormigón en el país. El gobierno de Alberto Fernández en la peor crisis de la historia tiene recursos para sumar más pilotos a Aerolíneas Argentinas, pero no para invertir en más federalismo”.
La nostalgia de los vecinos
Mientras Ertini acomodaba la mercadería, Fabián Ponte, que fue el dueño de la churrería Del Carmen durante 25 años, se sumó a la conversación: él vivió la intermitencia económica que generó el auge y caída del aeropuerto en solo dos años.
“Antes de que abrieran el aeropuerto la calle estaba destrozada, no había iluminación, nada. Luego, con el aeropuerto, todo mejoró. Conozco gente que abrió locales, que habían empezado emprendimientos de comida y tras el cierre, chau, se acabó todo. Algunas obras también quedaron en el olvido, por ejemplo, donde iba a haber un estacionamiento quedó el predio con el pasto crecido y ahora la gente lo usa para soltar a sus perros y que jueguen en el predio porque esta rodeado de un cerco”, contó Ponte.
Jorge Pozzebon, de 72 años, también es testigo de lo que sucedió en la zona hace 20 años. Él tiene una agencia de remises a pocos metros de la estación del tren San Martín, que en su momento trasladaba a cientos de pasajeros que, a diferencia de lo que sucede con el Aeropuerto de Ezeiza y Jorge Newbery, tenían la posibilidad de llegar en tren a la terminal aérea.
Pozzebon relató a LA NACION que muchos vecinos de la zona empezaron a viajar cuando nunca lo habían hecho y ahora reniegan porque el remis a Ezeiza sale 5000 pesos. “Una lástima el cierre. Habían abierto locales, cafeterías, le daban empleo a cerca de 2000 personas, pero bueno. Hasta que la política no cambie la cabeza y dejen de pensar que hay que deshacer lo que hizo otro gobierno, no vamos a ir a ningún lado”, dijo.
La nostalgia de los comerciantes por lo que vivieron durante los dos años en los que funcionó el aeropuerto se transmite a la nueva generación de emprendedores o empleados que llegan a la zona. Iván Cardozo, de 27 años, atiende un kiosco ubicado a cinco cuadras del aeropuerto y resaltó que todos los comerciantes de la zona extrañan a el sonido de los aviones: “Casi todos acá quieren que reabra el aeropuerto, dicen que había un montón de movimiento y eso, obviamente, ayudaba a las ventas”.
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