Cuál fue la última ola de calor récord en la Ciudad de Buenos Aires
Entre 2013 y 2014 se produjo un prolongado aumento en la temperatura que contabilizó víctimas fatales; además, provocó ocasionó piquetes y protestas masivas ante los cortes de luz
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La ola de calor que sufre la Ciudad de Buenos Aires esta semana tiene pocos antecedentes históricos para octubre, pero trae a la memoria de los porteños otros períodos prolongados de altas temperaturas en la ciudad. Para encontrar la ola de calor récord que elevó la vara en cuanto a sensación térmica, no se debe viajar muy atrás en el tiempo: entre diciembre de 2013 y enero de 2014 se extendió sobre el país y su capital una ola de calor que rompió todas las marcas de intensidad y duración.
Se trató de la ola de calor más extensa desde 1906, año en que el Servicio Meteorológico Nacional comenzó sus registros. El aumento de temperaturas sostenido comenzó el 11 de diciembre en la región central y la Patagonia. Ya para el 14 de ese mes, el pronóstico para la Ciudad de Buenos Aires de LA NACION marcaba que la sensación térmica llegaba a 32°C, manifestando lo inusual del evento: “aunque el calendario no indica aún que comenzó el verano, el termómetro, al parecer, se empeña en desmentirlo”.
Detrás de ese aumento de temperatura (que más tarde sería la ola de calor) se encontraba la Oscilación de Madden y Julian, la cual hizo que el anticiclón del Atlántico Sur se instalara sobre el continente, lo que provocó un bloqueo atmosférico que a su vez generó altas temperaturas y escasas precipitaciones.
El termómetro seguiría desafiando todos los pronósticos: el 20 de diciembre el calor se mantenía bien por encima de los 30 grados y el Servicio Meteorológico Nacional emitió un alerta amarilla, advirtiendo que en los días siguientes al temperatura no dejaría de aumentar.
El calor extremo disparó el uso de ventilación eléctrica, lo que condujo a una sobrecarga de la red eléctrica y a cortes de luz masivos que afectaron a miles de usuarios en la Ciudad, en algunos casos por más de dos semanas y hasta entrado 2014. En toda la ciudad de Buenos Aires, además, se registraron al menos 200 cruces semafóricos fuera de servicio por falta de luz.
Debido a la caída prolongada del servicio, proliferaron las protestas y los piquetes, según escribió entonces Mauricio Giambartolomei para LA NACION: “Las llamas y el olor a neumático quemado era, anoche, la postal de las esquinas porteñas. A los vecinos que arrastran el problema desde hace días se sumaron en las últimas horas zonas de Palermo y Las Cañitas, donde los cortes comenzaron entre el jueves a la noche y ayer por la mañana”.
Ante la crisis desatada en el sector energético, el Jefe de Gabinete Jorge Capitanich responsabilizó a las compañías Edesur y Edenor: “ante una ola de calor y un incremento de la demanda eléctrica de mucho tiempo de duración, se generan problemas en el sistema de distribución. Ese problema debe ser resuelto por quien presta el servicio”.
Las fiestas durante la ola de calor
Los porteños celebraron la Nochebuena y la Navidad entre el calor sofocante, los cortes de luz o el miedo a una interrupción de la energía. Para el 25 de diciembre, que cayó en miércoles, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) decidió elevar de “naranja” a “rojo” el nivel de alerta para la población en la ciudad de Buenos Aires y Rosario, una medida excepcional, debido a que la temperatura había superado los 37°C en Nochebuena.
Pero las altas temperaturas no sólo llegaban a la ciudad, y dos personas murieron en Santiago del Estero durante las fiestas: En Nochebuena, José Gauna, de 72 años, se desplomó en la esquina de Antártida Argentina y Pedro León Gallo, en la zona oeste de esta capital. En Navidad, Carlos Esteban Juárez, de 34 años, se acostó a dormir la siesta con su hijo de cuatro años, en su casa del barrio Mariano Moreno, pero no reaccionó cuando su pareja intentó despertarlo, alrededor de las 17: los médicos establecieron que había sufrido un paro cardíaco vinculado con el intenso calor.
El paso de la Navidad no trajo alivio en la Ciudad de Buenos Aires: el lunes 30 de diciembre la ola de calor registró 40.8°C, su marca máxima. Mientras tanto, seguían los piquetes por la falta de energía en distintos puntos de la Ciudad, y los cortes en los accesos a la Ciudad pidiendo por la normalización del Servicio volvieron a la capital un caos. Las protestas callejeras fueron variadas y espontáneas: en el Puente Pueyrredón, 30 vecinos cortaron los dos sentidos del acceso para reclamar la falta de energía eléctrica. “No somos piqueteros, sólo queremos luz”, decían.
El Año Nuevo llegó con condiciones aún peores que la Navidad, con miles de usuarios a oscuras y una continuación de los piquetes y las protestas por los cortes de luz. En Recoleta, una señora de 95 años que se iluminaba con una vela murió a causa del incendio de su departamento. A esa altura, los barrios con mayor predominancia de cortes de luz eran Flores, Caballito, Paternal, Almagro, Boedo, Parque Patricios, Villa Mitre, Monte Castro, Villa del Parque, Mataderos, Villa Lugano y Saavedra.
Hubo que esperar al año siguiente para tener algo de alivio: recién el jueves 2 de enero de 2014 la lluvia refrescó a los porteños, y la ola comenzó a quedar atrás, como un largo y pesado mal sueño.
Las consecuencias de la temperatura extrema de 2013/2014
El aumento en las temperaturas prolongado dejó consecuencias fatales: se registraron cinco muertos en Santiago del Estero, la provincia más castigada por el fenómeno, donde las temperaturas llegaron a 44°C. En la Ciudad de Buenos Aires, se registró el fallecimiento de cinco adultos mayores, ocurridos en distintos geriátricos de la capital en los últimos días de 2013.
Además, el calor atrajo fenómenos inesperados: el asfalto se levantó en tres zonas de Morón, quedando las calles quebradas y la capa asfáltica alzada como un techo a dos aguas. En Rosario, el aumento de la temperatura atrajo a la orilla a cardúmenes de palometas que el día después de Navidad atacaron a los bañistas a la altura de la rambla Catalunya, generando mordeduras y heridas en al menos 60 personas, entre ellas una niña de 7 años que enfrentó la amputación parcial de un dedo y un niño con fractura expuesta.
Así, el recuerdo de esta gran ola de calor podrá servir para relativizar el actual aumento calorcito, pero no debería quitarnos la preocupación por la constante suba de temperatura a nivel planetario.
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