La oratoria fue siempre una de las claves de la expansión de estos grupos; hoy estas estrategias son usadas por grandes empresas y hasta en el gym
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¿Cómo venden las sectas sus ideologías para atraer a la gente y luego convencer a los miembros que dudan de que se queden? Y, ¿cuánto de sus estrategias se filtró en la vida cotidiana? Una de sus herramientas más poderosas es la palabra, y la usan de una manera tan seductora que penetró en otras áreas inesperadas, desde los negocios hasta el fitness.
Pero la palabra, como sabemos, depende del contexto. “Secta”, precisamente, es un ejemplo vivo de ello. Empezó siendo un término para nombrar a comunidades de miembros que compartían ideologías o creencias que los diferenciaban de otros conjuntos más grandes, quizás nuevas o poco ortodoxas, pero no necesariamente nefastas.
No fue hasta mediados del siglo XX que la palabra comenzó a ganar su reputación más oscura. El surgimiento de tantas religiones alternativas asustó a los conservadores, y las sectas se asociaron con charlatanes, herejes y pecadores. Luego, con los asesinatos de la familia Manson de 1969 y la masacre de Jonestown de 1978, “secta” pasó a representar una amenaza social y a provocar miedo.
Para diferenciar ciertas minorías de doctrinas religiosas o ideológicas concretas y evitar su persecución, en la década de 1980 surgió el concepto de “nuevos movimientos religiosos” y, en contraste, el de las llamadas “sectas destructivas”.
Palabras clave
Si bien el lenguaje utilizado por las sectas es la clave para atraer miembros, no funciona por sí solo para “lavarle el cerebro” a una persona para que se una, aclara la experta en idiomas Amanda Montell, autora del libro “Cultish: The Language of Fanatism” (De culto: el lenguaje del fanatismo).
El término “lavado de cerebro”, explica, es sólo una metáfora, no un fenómeno real o comprobable. No se puede convencer a alguien de que crea en algo sin que en la persona haya una pizca de voluntad. Pero, una vez que existe la voluntad, el lenguaje se vuelve clave, le dijo la experta a la serie de BBC Radio 4 Word of Mouth.
“Se necesita un lenguaje para oscurecer las verdades, para construir la solidaridad, para inculcar ideología, para dividir a las personas en un ‘nosotros’ y un ‘ellos’, para inculcar la filosofía de ‘el fin justifica los medios’, y para hacer todo lo necesario para ganar y mantener el poder”.
Sentirse especial
En primer lugar, una secta necesita convertir a la persona. Lo logran haciendo que su objetivo se sienta especial y comprendido. Muchos estudiosos del fenómeno usan el término “bombardeo de amor” para describir el proceso de colmar a alguien con atención personalizada y cumplidos, de modo que se sientan realmente vistos.
El objetivo de esta atención puede haber estado buscando durante mucho tiempo las respuestas a sus propios problemas, a los problemas del mundo, y se les hace creer que unirse a la secta les dará acceso a esas preciadas soluciones. Otro método de “conversión, condicionamiento y coerción” es el uso de un “lenguaje de código inclusivo”, dice Montell.
“Un líder de la secta introduce lentamente estas palabras cargadas de mucha emoción y una terminología especial que separa a los que están dentro de este grupo de los que están fuera”, señala. Además, pueden usar un glosario de etiquetas “nosotros, ellos”, “para animar a los que están dentro del grupo y criticar a los que están fuera de él”.
Términos cargados y cooptados
En 1978, un total de 918 personas murieron en un asentamiento en Guyana, un evento conocido como la masacre de Jonestown. Los medios lo describieron como un suicidio masivo, donde los comulgantes bebieron cianuro e intencionalmente se quitaron la vida.
La verdad fue que el líder de la secta, Jim Jones, dejó a sus seguidores sin opción: estaban rodeados de guardias armados. Si no tomaban el veneno ellos mismos, se les inyectaba o les disparaban. Jones usó términos y metáforas cargados para convencer a la gente de lo que iban a hacer.
Uno de los términos que utilizó repetidamente fue “suicidio revolucionario”. El día de la masacre, enmarcó el “suicidio revolucionario” como una declaración política contra los “gobernantes ocultos”, que era su término para lo que ahora podríamos llamar el “estado profundo”. Jones había adoptado el término de los Black Panthers (los grupos radicales afroamericanos).
“Esto es lo que hacen muchos líderes de sectas”, dice Montell. “Adoptan el lenguaje de ideologías que respetan”. Jim Jones tomó prestados muchos de estos términos políticos para indicar que su ideología era políticamente radical. De manera similar, la Cienciología ha tomado palabras científicas como “engrama” (una estructura de interconexión neuronal estable) y les dio nuevos significados específicos de su sistema de prácticas y creencias religiosas.
Eufemismos para la muerte
Marshall Applewhite, cuyo grupo era un culto ovni de ciencia ficción, apocalíptico, de los años 90 llamado Heaven’s Gate, tenía un repertorio lingüístico ligeramente diferente. Usaba “largas cadenas de habla espacial esotérica y sintaxis derivada del latín para hacer que su pequeño grupo de seguidores pseudointelectuales se sintieran de élite”, describe la experta.
Al igual que Jones, usaba eufemismos para la muerte (la secta de Herff Applewhite también terminó trágicamente en un suicidio), pero con una combinación de los estilos del lenguaje de ciencia ficción y del Antiguo Testamento para decir cosas como que sus seguidores tenían que “superar sus vibraciones genéticas como una forma de salir de sus vehículos para que sus espíritus pudieran resurgir a bordo de una nave espacial y encontrar el siguiente nivel evolutivo por encima del humano”.
Se refería a nuestros cuerpos terrenales como “contenedores” que podían ser descartados para una existencia superior. “En los años 90, cuando la gente recurrió a la tecnología digital en busca de respuestas a las preguntas más antiguas del mundo, este lenguaje realmente resonó, al menos con ciertas personas”, dice Montell.
Clichés contra el raciocinio
Pero un líder de una secta no es capaz de ser un “genio iluminado” las 24 horas del día, los siete días de la semana, por lo que debe poder eliminar el pensamiento independiente y los cuestionamientos rápidamente.
Una de las formas en que lo hacen es a través de “clichés que ponen fin al pensamiento”. El término, acuñado a principios de la década de 1960 por el psicólogo Robert Jay Lifton, “describe una expresión común que se memoriza y se repite fácilmente y tiene como objetivo acabar con el cuestionamiento o el pensamiento o análisis independiente”, señala Montell.
El líder del grupo Nxivm, un “grupo metafísico de superación personal” de la Nueva Era, por ejemplo, decía cosas como “no te dejes gobernar por el miedo” para descartar cualquier preocupación válida sobre lo que estaba sucediendo. O socavaba cuestionamientos describiéndolos como “creencias limitantes”.
“Ese tipo de expresiones son realmente convincentes porque lidian con la disonancia cognitiva, o al menos alivian esa discordia incómoda que sientes cuando tenés dos ideas en conflicto en tu mente al mismo tiempo”. Este estilo de expresión común se manifiesta en nuestra vida diaria, subraya Montell, en forma de frases como “todo está en el plan de Dios” o “por algo suceden las cosas”.
En las grandes empresas
En su investigación, Montell detectó un tipo de lenguaje de secta en corporaciones tan grandes como Amazon. La compañía tiene su propia versión de los Diez Mandamientos que ellos llaman los “Principios de Liderazgo”, que los nuevos empleados deben memorizar. Se titulan con trivialidades como “Pensá en grande” y “Tené temple”.
“En el mercado transitorio y muy escéptico de hoy, donde hay tan poca lealtad a la marca, las empresas necesitan lo que se llaman ideologías organizacionales”, dice la experta. Estas son ideologías que implican que los consumidores y empleados no solo se inscriben para un trabajo o un producto o un servicio, sino para obtener una identidad.
Y a medida que nos alejamos cada vez más de los sitios tradicionales de comunidad y conexión como las iglesias, “buscamos marcas y empresas, casi para desempeñar un papel espiritual y religioso en nuestras vidas”, explica.
En el mundo del fitness
Un sitio moderno y secular que puede cumplir un propósito espiritual es el gimnasio. “Aspirar a inspirar”, “inhalamos intención y exhalamos expectativa” y “cambia tu cuerpo, emprende tu viaje” son apenas algunos fragmentos de la declaración escrita en la pared de cualquier sucursal de la empresa de fitness SoulCycle cuando entrás.
Varios estudios mostraron que cuando se les pregunta cómo y dónde satisfacen su espiritualidad, los jóvenes responden que en los lugares en los que hacen ejercicio. Tiene sentido cuando se considera cuánto amamos el progreso, la productividad y ser atractivos, dice Montell.
“La superación personal es nuestra religión suprema”.
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