Cuál es la principal causa de muerte de las mujeres argentinas y por qué no se presta la atención necesaria
La enfermedad cardiovascular se consideraba patrimonio, sobre todo, de los varones; ellas suelen priorizar los controles ginecológicos y destinados a prevenir el cáncer de mama
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En los años 90, una mujer que llegaba a la guardia de un hospital con molestias en el pecho era tratada como una mujer angustiada, cuyo dolor era, casi con certeza, psicosomático. La enfermedad cardiovascular (ECV) se consideraba patrimonio, sobre todo, de los varones. Así lo recuerdan las especialistas consultadas por LA NACION y aseguran que, aún hoy, las mujeres suelen priorizar los controles ginecológicos y aquellos destinados a prevenir el cáncer de mama mientras postergan el cuidado del corazón, cuando las cifras oficiales muestran que en 2020 murieron más mujeres (48.136) que hombres (48.123) por enfermedades circulatorias; en el mismo período, fallecieron 30.101 mujeres por tumores malignos, de las cuales 5594 padecieron un cáncer de mama.
Todas las cardiólogas entrevistadas coincidieron en la importancia de realizarse los chequeos correspondientes, sobre todo durante el embarazo y la etapa de transición menopáusica. Además, advirtieron que los factores de riesgo de las ECV son más agresivos en las mujeres que en los varones y resaltaron que hay tratamientos, como las pastillas anticonceptivas, que en mujeres hipertensas multiplican el riesgo de padecer un infarto. También señalaron que, por falta de concientización, las mujeres demoran más en buscar atención médica una vez que empezaron a sentir el dolor característico de un ataque cardíaco. Todos estos factores combinados hacen que ellas sean las que tienen el mayor índice de años potenciales de vida perdidos por ECV.
En 1997, la Asociación Americana del Corazón publicó la primera guía de prevención primaria enfocada en la mujer, que hasta el momento casi no tenía representación en los protocolos de investigación o en las campañas de concientización. En esa década comenzó a ser cada vez más notorio el aumento de la mortalidad por ECV en la población femenina, mientras que en los varones esa cifra tendía a la baja. El motivo estaba claro: nadie les decía que debían cuidarse el corazón.
“La ECV es la principal causa de morbimortalidad de la mujer, desplazando a la patología oncológica a un segundo lugar. La conciencia de la ECV como la principal causa de mortalidad en las mujeres aumentó lentamente. En 1997, solo el 30% de las mujeres estadounidenses encuestadas por la Asociación Americana del Corazón sabía que la ECV era la principal causa de muerte”, sostiene Lucrecia Burgos, médica del Servicio de Insuficiencia Cardíaca, Hipertensión Pulmonar y Trasplante Cardíaco del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA).
“Las mujeres pensaban que podían morir de cáncer, pero no del corazón”, señala Laura Brandani, coordinadora médica de los centros de prevención de la Fundación Favaloro.
“Empezó a bajar la cifra de fallecidas por cáncer porque se hacían cada vez más controles, pero se mantuvieron altas las muertes por ECV. Era impactante ver cómo las mujeres se morían del corazón y nadie le prestaba atención”, resalta Analía Aquieri, cardióloga especialista en hipertensión arterial y embarazo de alto riesgo en el Hospital de Clínicas José de San Martín.
Algunas cifras
Según el Ministerio de Salud de la Nación, la ECV en la mujer aún se encuentra subestudiada, subdiagnosticada y subtratada. “Tanto el personal de salud como la población tienden a subestimar el riesgo cardiovascular en la mujer. La evidencia internacional y nacional demuestra que el esfuerzo diagnóstico y terapéutico es menor en las mujeres”, indicaron desde la cartera sanitaria.
Paradójicamente, la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo 2021 mostró que las mujeres tienen una mayor interacción con los sistemas de atención de salud que los varones, pero son menos las mujeres que llegan a recibir algún tratamiento. Por ejemplo, el 83,8% de las mujeres alguna vez se midió la glucemia, mientras que en los varones ese porcentaje desciende al 74%. Sin embargo, cuando se analiza a los diabéticos que realizan un tratamiento al respecto, la relación se invierte: el 59,3% de los varones se trata la diabetes, mientras que en las mujeres esa cifra es del 47,4%.
Otro dato revelador es el que entrega el Registro Nacional de Infarto, publicado el año pasado por la Federación Argentina de Cardiología (FAC) y la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC). Allí evaluaron el tiempo que tarda el paciente desde que comienza el dolor cardíaco hasta que consulta: fue de 120 minutos en varones y de 150 en mujeres, cuando esa media hora podría significar la diferencia entre la vida y la muerte. “Estos resultados se explican porque en la mujer se presentan formas más atípicas del infarto, pero también porque hay un menor reconocimiento de los síntomas y del riesgo de poder padecer un paro cardíaco”, describe Burgos.
Si se evalúa los años potenciales de vida perdidos (APVP) por enfermedades no transmisibles, la ECV también afecta más a las mujeres que a los varones: representan un 70,6% y un 56,1% respectivamente, según la Dirección de Estadísticas e Información de la Salud (DEIS).
“Los factores de riesgo, como el tabaquismo, la obesidad, etcétera, que son los mismos para ambos sexos, son más agresivos en las mujeres. También se suman otros factores de riesgo, a veces poco difundidos, como el peligro de tomar pastillas anticonceptivas si la mujer es hipertensa o que, si fuma y toma pastillas, va a potenciar la acumulación de colesterol en sangre”, detalla Brandani. Aquieri agrega otro: la radioterapia. “Los rayos que se usan para tratar el cáncer de mama pueden generar fibrosis vascular o inflamación en las coronarias. Por eso los chequeos son muy importantes”, remarca la especialista.
Burgos suma otro ejemplo. Destaca que las mujeres diabéticas tienen un 40% más riesgo de sufrir una enfermedad coronaria que los varones diabéticos. Además, indica la especialista, las mujeres presentan una mayor tasa de complicaciones intrahospitalarias luego del ataque cardíaco. “El reconocimiento de la prevalencia de los factores de riesgo tradicionales, como también de los factores de riesgo que solo impactan en las mujeres, muestran la imperiosa necesidad de detectarlos y tratarlos con el fin de reducir la morbilidad y la mortalidad”, argumenta.
Un momento determinante para predecir cómo será la salud cardiovascular de la mujer es el embarazo. “El período de gestación es una ventana que nos permite ver el futuro. Si una mujer llega a tener diabetes o hipertensión gestacional, es muy probable que en 10 o 20 años esa madre si no se cuida tenga un problema serio en el corazón. Esto sucede en personas susceptibles a la enfermedad cardiovascular porque el embarazo despierta esa susceptibilidad”, explica Brandani.
Otra etapa a la que las mujeres deben prestarle especial atención es la transición menopáusica, que se inicia por lo general a los 47 años. La disminución de unas hormonas llamadas estrógenos hace que aumenten los riesgos cardiovasculares. “Los estrógenos aumentan la dilatación de los vasos y eso hace que las mujeres tengan la presión baja. Cuando perdés los estrógenos, aumentás el riesgo de estar hipertensa. Los estrógenos también bajan el colesterol malo y la presión arterial, y generan una protección vascular. Pero con la menopausia se genera el camino inverso. Por eso los varones padecen la ECV desde más jóvenes, pero a medida que avanza la edad las ECV afectan a los dos por igual”, detalla Aquieri.
¿Hubo avances?
Todas las especialistas coinciden en que se lograron grandes avances en los últimos años y aseguran que hoy las mujeres tienen mayor consciencia del cuidado cardiovascular. Aunque, lamentan, aún hay un largo camino por recorrer.
Las cifras que entregó el ICBA a LA NACION sobre la experiencia interna de ese instituto son alentadoras. En la última década observaron un incremento en el número de pacientes mujeres que se hicieron un chequeo cardiovascular. En 2011, de los 33.820 pacientes que tuvieron una consulta cardiológica por primera vez el 43% correspondía a mujeres. En la actualidad, este número ascendió hasta el 50%.
“Se lograron avances en muchos sentidos, pero eso no siempre se traduce en la práctica y las mujeres continúan recibiendo una atención médica diferencial. En comparación a los hombres con similar riesgo cardiovascular, las mujeres son menos propensas a recibir tratamientos preventivos. Esperamos y alentamos un nuevo futuro en la redacción de guías en las que se incluyan recomendaciones específicas por sexo basadas en la evidencia para generar conciencia, tanto en la comunidad médica como en las pacientes, con el objetivo de acortar la brecha que existe en cuanto al cuidado y los tratamiento entre ambos sexos”, concluye Burgos.
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