Enigma médico: un estudio arroja datos e impulsa potenciales tratamientos para una enfermedad autoinmune hoy sin cura
Los investigadores encontraron caminos alternativos para regular la respuesta anormal característica del lupus
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WASHINGTON.– Un nuevo estudio sobre los mecanismos subyacentes del lupus presenta una novedosa y posible forma de tratar esa enfermedad autoinmune. Fue dirigido por investigadores de la Universidad Northwestern y del Hospital Brigham and Women’s, y publicado hace unos días en la revista científica Nature.
Los hallazgos plantean una “idea convincente” para una nueva forma de tratar el lupus, dice Deepak Rao, reumatólogo del Brigham and Women’s, profesor adjunto de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard y uno de los autores principales del estudio. Para el desarrollo de un tratamiento, de todos modos, faltan algunos años de investigación.
Se estima que los Estados Unidos hay más de 200.000 personas que tienen lupus eritematoso sistémico (LES), la forma más común de la enfermedad y generalmente llamada simplemente lupus, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) norteamericanos.
Los datos científicos
El lupus es una compleja enfermedad autoinmune en la que el sistema inmunológico ataca al propio cuerpo y produce anticuerpos que afectan la piel, las articulaciones, los riñones, el cerebro y otros órganos.
En el estudio, los investigadores compararon las muestras de sangre de personas con lupus con las de un grupo de control para medir la cantidad de ciertos glóbulos blancos, llamados células T. Los participantes con lupus tenían niveles más altos de una célula T específica, que está asociada con la producción de anticuerpos que pueden atacar el cuerpo.
Los investigadores trabajaron hacia atrás, siguiendo retrospectivamente la cadena de eventos en el sistema inmunológico, e identificaron la actividad insuficiente de un receptor en las células T –una proteína llamada aril hidrocarburo– como una posible causa de raíz de la enfermedad.
Ahora los científicos están analizando si es posible desarrollar una nueva terapia que active ese receptor, haciendo que las células T respondan como deben y, en última instancia, a través de una cascada de eventos en el sistema inmunológico curar la enfermedad.
La investigación se realizó en condiciones de laboratorio y se basó en muestras de sangre de un pequeño grupo de pacientes con lupus. Los estudios futuros deberán determinar si los hallazgos son aplicables a otras personas con esa enfermedad autoinmune.
“Esa cura para el lupus no llegará mañana, pero el hallazgo nos ayuda a entender que hay formas específicas de modificar una respuesta inmune anormal”, apunta Rao. “Somos optimistas porque esto puede derivar en nuevo conjunto de tratamientos para inhibir el desarrollo de enfermedades autoinmunes como esta”, agrega.
El estudio fue financiado por la empresa médica Merck Sharp & Dohme y por Janssen Research & Development. Cuando se realizó, algunos de los coautores eran empleados de la biofarmacéutica AstraZeneca y de Janssen.
Rao dice que ya presentaron una solicitud de patente para un medicamento basada en los resultados de la investigación, junto con los coautores: Jaehyuk Choi, profesor adjunto de dermatología y bioquímica en la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern y autor principal del estudio de Nature, y Calvin Law, estudiante de posgrado de la Universidad Northwestern.
La esperanza de una cura es prematura, pero los hallazgos del estudio marcan “un camino prometedor para observar y pensar una forma más sofisticada de tratar el lupus”, afirma Anca Askanase, profesora de medicina, directora del Lupus Center y jefa de ensayos clínicos de reumatología de la Universidad de Columbia.
Qué es el lupus
Los cuatro tipos principales de lupus son el antes mencionado lupus eritematoso sistémico (LES); el lupus eritematoso neonatal y pediátrico; el lupus eritematoso discoide y el lupus inducido por fármacos.
Por razones que todavía la ciencia no ha terminado de esclarecer, las mujeres, las personas afrodescendientes y quienes tienen antecedentes familiares de enfermedades autoinmunes corren un mayor riesgo de padecer trastornos autoinmunes.
La causa del lupus se desconoce, pero según una revisión de casos “todos los factores genéticos, hormonales, inmunológicos y ambientales desempeñan un papel en el desarrollo del LES”.
“Si bien el lupus no es una enfermedad inmediatamente mortal, como el cáncer, le roba mucho tiempo de su vida cotidiana a la gente y también años de vida”, advierte Askanase.
Los síntomas asociados
El lupus puede afectar varios órganos y los síntomas también pueden variar, explican los especialistas. Las personas con LES generalmente sufren fiebre, fatiga y pérdida de peso.
Los síntomas pulmonares del lupus incluyen falta de aire, tos y dolor al respirar, mientras que las señales gastrointestinales incluyen náuseas, vómitos y dolor abdominal. Los síntomas cardiovasculares incluyen enfermedad de las arterias coronarias (EAC), pericarditis y miocarditis. Algunos pacientes también padecen anemia, leucopenia o trombocitopenia. En los cuadros de lupus también puede verse afectada la función renal, y alrededor del 50% de los pacientes desarrollan nefritis.
Cuando el lupus afecta las articulaciones, los pacientes sufren dolor, rigidez e inflamación. También puede diagnosticárseles artritis, artralgias o mialgias. Y aquellos con síntomas cutáneos, después de exponerse al sol suelen tener una “mariposa” o sarpullido rojo en la nariz y las mejillas. Otros pacientes pueden sufrir alopecia (caída del cabello) y llagas en la boca o la nariz.
Cuando el lupus afecta el sistema nervioso central, entre los síntomas que pueden presentarse están la depresión, la ansiedad y el deterioro cognitivo.
No tiene cura
No existe una cura para el lupus, pero los tratamientos están “evolucionando rápidamente”, sostiene Karen Costenbader, profesora de medicina en la Facultad de Medicina de Harvard y directora del Programa de Lupus del Hospital Brigham and Women’s, que también fue investigadora del estudio publicado en Nature.
“Antes los médicos trataban los síntomas con antiinflamatorios esteroides, que podían tener efectos secundarios graves, pero ahora existen varios medicamentos inmunosupresores nuevos y más específicos, y hay varios más en etapa de desarrollo”, señala Costenbader, quien también es presidenta del Consejo Asesor Médico-Científico de la Fundación para el Lupus de Estados Unidos.
Entre los fármacos para tratar el lupus se encuentran la hidroxicloroquina y otros fármacos antipalúdicos; muchos pacientes, en realidad, toman un cóctel de medicamentos. Son fármacos que pueden tener efectos secundarios, incluso graves.
“Muchas terapias para el lupus siguen siendo lo que en líneas generales llamaríamos inmunosupresoras –expresa Choi–. Si lográramos encontrar las causas moleculares del lupus, podríamos diseñar terapias más efectivas y con menores riesgos”.
Pero todos los expertos coinciden en que el diagnóstico y el tratamiento del lupus son un verdadero desafío.
“Podés tener 300 pacientes con lupus en la misma habitación y tener 300 manifestaciones clínicas de lupus diferentes”, detalla Jill P. Buyon, directora de la División de Reumatología y del Centro de Lupus de Langone Health de la Universidad de Nueva York, que no participó en el estudio.
“Por eso es difícil pensar en un tratamiento único para todos”, agrega Buyon. Los hallazgos de este estudio quizá “nos estén acercando a una medicina de precisión, donde podríamos categorizar a nuestros pacientes, como lo hizo maravillosamente Deepak Rao, y a aquellos que entren en ese paradigma será el tratamiento que deberemos brindarle”.
“Es un excelente estudio. Increíblemente bien hecho –analiza Buyon–. Ahora bien, ¿es esa la causa de raíz? No sé si es la causa de raíz. Pero bien podría ser una de las causas fundamentales”.
Por Teddy Amenabar, Lindsey Bever y Richard Sima
(Traducción de Jaime Arrambide)
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