Cruzada por “el chimpancé de mirada triste”: qué respondió el dueño del zoológico donde vive Toti
Defensores de los animales piden su liberación y Jane Goodall advirtió sobre el riesgo que atraviesa por estar sin otros de su especie
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“Le agradezco profundamente su preocupación por el bienestar de Toti. También agradecemos las recomendaciones que nos efectuara por medio de su filial argentina, que hemos seguido hasta que nos fue posible (pandemia mediante). Creemos que las condiciones de su alojamiento cumplen ampliamente con las exigencias establecidas por el ‘derecho de los simios’, de su Instituto Jane Goodall”, sostiene Julio Rajneri, el dueño del zoológico privado de Bubalcó, provincia de Río Negro, en una carta que le hizo llegar anteayer a la especialista en simios en respuesta a sus declaraciones sobre el chimpancé que allí vive. “El chimpancé de mirada triste”, como lo han empezado a llamar.
“Los chimpancés son seres extremadamente sociales. Para Toti, estar solo, sin nadie a quien acicalar o simplemente pasar el rato, es una forma de tortura. Ningún chimpancé debe estar confinado solo. Toti debe ser enviado a un centro especializado para la rehabilitación de grandes simios, donde pueda integrarse gradualmente a un grupo. Me preocupa mucho que continúe aislado, en un entorno tan árido. Espero que al menos se le proporcione mucho enriquecimiento”, dijo Jane desde África, donde reside actualmente, en medio de un reclamo de defensores de los animales para trasladar al ejemplar a un santuario.
Quedan en la Argentina cinco chimpancés, los seres vivientes más relacionados con los seres humanos. Todos viven en zoológicos y tres de ellos pasan sus días en completa soledad: el peor castigo para un individuo de esa especie. Ellos comparten el 98,5% de su ADN con los humanos modernos y el 99% si solo son considerados sus genes activos. Algunas autoridades científicas van aún más lejos y consideran que chimpancés, bonobos y humanos deben ser categorizados en el mismo género: homo.
Sasha y Kangoo, los dos chimpancés que aún viven en el ecoparque porteño, se preparan para partir antes de fin de año a Gran Bretaña, a un santuario, lo que se considera el mejor lugar para vivir en semilibertad luego de años de cautiverio.
“Toti es un chimpancé con una mirada tremendamente triste. Nació en cautiverio, en el zoológico de Jorge Cutini. De allí fue trasladado a un zoológico privado, donde su madre murió y quedó solo. Fue criado en una habitación, aislado. Cuando llegó al zoológico de Córdoba era un ser apático, casi autista. Sin duda lo que necesita es una compañera o un compañero. Él está hoy en un recinto modelo muy grande, muy estimulado y con mucho trabajo para él. Paralelamente, en los Estados Unidos hay muchos chimpancés que fueron sacados de los laboratorios para experimentación y no saben adónde ubicarlos. Traer uno de esos chimpancés, que no encuentran ubicación y son imposibles de reinsertar en su hábitat podría también ser una buena solución para Toti”, dice Alejandra Juárez, directora del Proyecto Carayá y del Proyecto Gran Simio Argentina. Ella conoce a Toti como pocos, ya que fue la encargada de enriquecer su vida durante muchos años en el zoológico de Córdoba, adonde él vivía y ella trabajaba. En ese tiempo, el chimpancé incluso solía dibujar con lapiceras y en papel que le proveía Juárez.
Es que la polémica por Toti viene de larga data, y mientras nadie se pone de acuerdo, sus días transcurren en soledad.
El Instituto Jane Goodall tiene una larga historia con Toti, recuerda Susana Pataro, miembro del board de dicha entidad. En 2010 fue a Córdoba Hilda Tresz, de origen húngaro, quien vivía en Estados Unidos, trabajaba en el zoológico de Phoenix y se ocupaba del enriquecimiento animal en estado de cautiverio. Jane le tenía mucha confianza. Un animal que está en cautiverio tiene necesidades acordes a su especie. Una de ellas es que no deben estar solos. Hilda hacia las presentaciones.
Ellos son como nosotros: no aceptan a cualquiera. No se los puede juntar con otro individuo obligadamente, porque podrían simpatizar o podrían matarlo, o estresarse –y enfermarse en consecuencia– si no se hicieran amigos. En ese momento, en el zoológico de Córdoba vivía Coco, otro chimpancé. Nadie se atrevía a juntarlos porque imaginaban que se matarían. Hilda hizo entonces la introducción: en la foto que sacó del día en que se juntaron están los dos riéndose. Pero Coco murió a los seis meses.
Luego se barajó la idea de transferir a Toti al santuario de Sorocava, Brasil, donde estaría con otros chimpancés. Sin embargo, tras marchas y contramarchas, Toti fue enviado al zoológico de Bubalcó en Río Negro, intercambiado con un tigre blanco que permanece todavía hoy en el predio de Córdoba.
“Desde su incorporación a Bubalcó, hemos tratado de conseguir miembros de su misma especie. Fuimos candidatos, en nuestra opinión injustamente relegados, a la incorporación de la chimpancé Cecilia de Mendoza y hemos estado abiertos a cualquier posibilidad proveniente del exterior”, dice la carta de Rajneri. “Consideramos que ninguna persona en el mundo está en mejores condiciones [que Goodall] para saber adónde existen una o más compañeras para Toti, que estén disponibles. Nosotros estableceríamos el contacto y nos haríamos cargo de todos los gastos inherentes al traslado. Seguramente el bienestar de Toti y su eventual compañía son una prioridad absoluta, que queremos compartir con su prestigiosa fundación”. Susana Pataro responde: “No tengo nada para decir por el momento”.
¿Cuál es hoy la condición judicial de Toti? “Toti es el único homínido al que se le presentaron tres habeas corpus. El primero lo presenté yo –explica Alejandra Juárez– en diciembre de 2013; fue el primero en la Argentina para un chimpancé. Luego se presentó otro en 2014 y más tarde otro, en 2020″. Todos tienden a tutelar sus derechos, con el objetivo máximo de que sea declarado persona no humana. “Cuando me preguntan hoy qué quiero para Toti, contesto ‘Lo mejor para él’”, agrega Juárez.
Toti espera que los humanos nos pongamos de acuerdo acerca de lo que es mejor para él, dejando todo interés de lado. Sí, los años de cautiverio dejan huellas imborrables, físicas y psicológicas, y hay pocos santuarios en el mundo a los que se lo podría trasladar. Un santuario es un espacio pensado para todos aquellos animales que alguna vez fueron robados a su hábitat y nunca más podrán vivir en él porque ya no saben, porque no sobrevivirían. Solo a algunos de ellos es posible reeducarlos y reinsertarlos en la naturaleza.
Los zoológicos fueron creados en el 1800 como espectáculo circense para el hombre. Hoy nuestra conciencia cambia lentamente con respecto a ellos y crece el rechazo a ver a un animal tras barrotes con el solo objetivo de “entretenernos”. Es ya una falacia el argumento de que no los conoceríamos si no existieran los espacios para encerrarlos.
Sin embargo, todavía el hombre avanza sobre el planeta y sobre las otras especies. Como en tantos otros casos, el único secreto serían los gestos de grandeza para reparar tanto daño y sufrimiento. “La destrucción de hábitats, el comercio de carne de animales salvajes y el tráfico de animales para entretenimiento suponen amenazas significativas para el futuro de la humanidad”, proclama Goodall.
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