Crueldad animal. La Justicia investiga la extracción de sangre a yeguas preñadas
Según la presentación penal de una ONG, durante el procedimiento los ejemplares son tratados con violencia; además, denuncia el sufrimiento de los potrillos abortados
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En marzo de 2015, la organización Animal Welfare Foundation (AWF), de origen alemán, empezó a hacer investigaciones en la Argentina para documentar y dar testimonio acerca del sufrimiento de las yeguas preñadas utilizadas para la producción de la hormona PMSG (pregnant mare serum gonadotropin), un negocio que existe desde hace aproximadamente 30 años. Los compradores de esta hormona son compañías farmacéuticas que, a su vez, venden este producto con diferentes nombres a granjas de crías de animales, particularmente de cerdos, con el objetivo de sincronizar y organizar los celos de las madres para que las cerdas entren inmediatamente en celo una vez que las crías les son quitadas. De esa manera, el tiempo improductivo es mucho más corto y, por otro lado, se eficientiza el trabajo. Esta hormona también se utiliza en vacas, cabras y ovejas.
“Llegamos a la empresa Syntex, de origen argentino y cuya principal planta es en el partido de Ayacucho, provincia de Buenos Aires. Una o dos veces a la semana, les extraen a las yeguas preñadas hasta diez litros de sangre durante un período de aproximadamente tres meses. Como consecuencia, los potrillos son sistemáticamente abortados. La hormona solo puede obtenerse entre los días 40 y 120 de gestación. Pasado este momento, las yeguas vuelven a servirse y comienza el ciclo nuevamente. La consecuencia son unos 5000 abortos por año. En esta planta la empresa cuenta con un rodeo de aproximadamente 3000 yeguas. Cuando no pueden quedar preñadas, son enviadas al frigorífico. Hablamos con empleados, vecinos, veterinarios”, relató Sabrina Gurtner, gerente de Proyectos de la AWF. ”En uno de los videos filmados en la planta, se ve cómo las yeguas son forzadas a entrar en la manga con brutalidad, como les pegan con palos en la cabeza y usan picanas eléctricas. Otra yegua es golpeada por un empleado hasta que cae al piso”, describió.
Alejandra García, de la organización de derechos animales Fundación Franz Weber, ha presentado una denuncia penal contra Syntex SA (uno de los mayores fabricantes del mundo) por crueldad hacia los animales, hechos que perpetraría desde hace años en el contexto de la producción de la hormona. La presentación legal de la Fundación Franz Weber se refiere a la ley argentina de protección animal N° 14.346, que penaliza causar sufrimiento innecesario a los animales. “Es un negocio cruel que se debe detener. La extracción de la hormona de la sangre de yeguas preñadas ha provocado la muerte de miles de yeguas y potros en los últimos años”, explicó García.
“A pesar de las reiteradas garantías expresadas por los responsables de la granja de sangre, las condiciones crueles de la recolección no han mejorado. Syntex ha invertido principalmente dinero en protección visual y en defenderse contra nuestras inspecciones, pero no en bienestar animal”, recordó Sabrina Gurtner. La primera reacción de Syntex fue negar que las imágenes que se ven en los videos hubiesen sido tomadas en su establecimiento: ”Nuestras normas y prácticas internas en materia de bienestar animal no tienen absolutamente nada que ver con las prácticas que se muestran en el material publicado en los medios de comunicación en los últimos días”, dijeron. Poco después, la empresa reconoció que las imágenes fueron efectivamente filmadas en su propiedad y aseguraron además haber tenido una reunión en Zurich, Suiza, con integrantes de la AWF para trabajar sobre el tema y que están en permanente comunicación.
Leonardo Barnabá, letrado de ambas fundaciones en este caso, manifestó: “No hay dudas de que la actividad que realiza la empresa configura sufrimientos innecesarios en los términos de la ley 14.346. Además, nos ha llegado una cantidad importante de filmaciones presuntamente internas del lugar donde se observan también otras formas de malos tratos, como golpes a la cara de los equinos propiciados por trabajadores, patadas, zonas donde los animales no poseían agua a disposición”.
La denuncia, añadió, “se inició en noviembre de 2019 y tramita ante la UFIJ N°2 de Dolores a cargo de Diego Bensi, con la ayudantía fiscal de Ayacucho”. Consultado, Bensi confirmó que “el objeto procesal de la causa es establecer si en el marco de esta actividad, que es una actividad autorizada y permitida por el Estado argentino, existen acciones o conductas que puedan configurar algunas de las conductas ilícitas previstas por la ley de protección y maltrato de los animales”; no quiso realizar más comentarios sobre el avance del expediente. Voceros de Syntex recordaron a LA NACION que la empresa es regularmente auditada por el Senasa.
Desde Senasa, respondieron a LA NACION que la empresa tiene autorización del organismo para la producción de hemoderivados, pero revelaron que la normativa que rige la actividad está siendo revisada de acuerdo con el avance de las recomendaciones de organismos internacionales y que en las próximas semanas el proyecto normativo estará en consulta pública, sin dar mayores detalles al respecto.
“Ahora depende de la fiscalía tomar medidas y detener esta explotación de los animales”, agregó García. Y enumera algunas de las violaciones: los abortos sistemáticos en una etapa tan tardía del embarazo no solo son extremadamente dolorosos para las yeguas, sino que también arriesgan la salud y la vida de los animales. Además, son una tortura para los potros abortados, porque mueren en agonía sin anestesia. Según testimonios de veterinarios aportados en la denuncia ante la Justicia, los fetos sienten dolor, mientras que el tratamiento de los caballos durante la extracción de sangre es violento, muy poco profesional y cruel, ya que se utilizan medidas coercitivas: con ganchos de hierro, cuerdas, correas, palizas en la cabeza y dolor deliberado en los genitales externos.
La recolección de sangre de yeguas preñadas para la producción de PMSG no se realiza por casualidad en la Argentina. En la Unión Europea, sería más costosa y estaría regulada por la ley. “Por lo tanto, se ha elegido un país con leyes débiles, en el que la producción puede continuar sin control en un área gris legal durante décadas”, consideró Gurtner. Debido a la falta de regulación, a las yeguas se les extraen grandes cantidades de sangre en muy poco tiempo y con demasiada frecuencia. “Todo el proceso ocurre sin supervisión veterinaria real”, muestran las investigaciones de las ONG. En consecuencia, alrededor del 20% de las yeguas deben ser reemplazadas por otras nuevas cada año. Mueren o se vuelven infértiles y son enviadas al matadero.
Los compradores de la hormona de la fertilidad son de la industria de la reproducción de los agronegocios. La hormona PMSG sincroniza la producción de lechones en Europa, pero también se utiliza para aumentar las ganancias en la ganadería intensiva en los Estados Unidos, América del Sur y Asia. “Hay alternativas sintéticas, en todo caso, y no se necesita someter a las yeguas a esto. Es solo un enorme negocio”, indicó García.
Algunos de los clientes de Syntex eran compañías farmacéuticas de la Unión Europea. “Después de que la crueldad hacia los animales en las granjas de sangre de América del Sur fuera expuesta en Europa, varias compañías farmacéuticas dejaron de importar PMSG de Argentina y Uruguay. No quieren empañar su buen nombre”, concluyó Gurtner. Por ejemplo, el Laboratorio Ceva, que en su propia página web informa en qué fundó esta decisión. Sin embargo, los voceros de Syntex dieron otra versión a LA NACION, según la cual el laboratorio dejó de adquirir el producto por razones comerciales.
La decisión final está todavía por verse. Los tiempos han cambiado y la manipulación de los animales como si fueran cosas trae terribles consecuencias en el mundo. Además, cada vez más consumidores empiezan a mirar las etiquetas para asegurarse de que los procesos de elaboración sean exentos de sufrimiento animal.
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