Un grupo de científicos quiere saber cómo dormimos los argentinos
Los argentinos siempre tienen a mano alguien a quien culpar por la falta de sueño. Entre los principales acusados figuran Netflix, WhatsApp, las tazas de café consumidas durante el día o el estrés del trabajo. A fines del año pasado un grupo de científicos argentinos lanzó un proyecto para dilucidar el origen de nuestros trastornos del sueño. Se trata de ‘Crono Argentina’: una convocatoria abierta para completar un cuestionario disponible en internet. Los únicos requisitos para poder ser parte del estudio son: tener al menos 13 años, vivir en la Argentina y disponer de aproximadamente 20 minutos para responder.
“El objetivo de Crono Argentina es estudiar cómo, cuándo y cuánto dormimos en la Argentina. En otras palabras: estudiar la calidad, los horarios y la duración de nuestro sueño”, dice María Juliana Leone, Doctora en Ciencias Básicas y Aplicadas de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) e investigadora del CONICET. Juliana forma parte, junto a Diego Golombek –UNQ y CONICET- y Marina Giménez –investigadora argentina en Chrono@work, Holanda–, del equipo de investigación que lleva a cabo el proyecto.
Datos y hábitos
En la primera parte de la encuesta se solicitan los datos personales –fecha de nacimiento, género, peso y la ciudad donde vive, entre otros– para definir las características de la población estudiada. Luego, el cuestionario avanza sobre las preferencias diarias o hábitos de sueño –si fuma, bebe alcohol o si utiliza aparatos electrónicos y en qué horarios–. También se realizan preguntas sobre la cantidad de horas que las personas pasan al aire libre tanto en días hábiles y libres. Desde la página se aclara que todos los datos son anónimos y confidenciales. Al terminar la encuesta, se puede ingresar, de manera opcional, un correo electrónico para conocer el resultado de nuestro cronotipo.
¿A qué se les llama cronotipos? A las preferencias horarias para hacer determinadas actividades. Según Leone, los horarios del sueño están relacionados con esos cronotipos y uno de los objetivos del proyecto es descubrir su variación en función de la edad de cada persona, aunque ya cuentan con un conocimiento preliminar: “Los argentinos tenemos costumbres más nocturnas en general”. Además de la masividad del estudio –no sólo apunta a las capitales, sino también a ciudades pequeñas de la Argentina– se busca representatividad: que participen jóvenes, adultos y ancianos.
El número ideal serían 450.000 respuestas, que corresponden al 1% de la población argentina
‘Crono Argentina’ es hasta el momento el proyecto de investigación sobre la calidad del sueño más grande realizado a nivel nacional. La convocatoria empezó en noviembre de 2017 y hoy ya cuenta con más de 10.000 respuestas. “El número ideal serían 450.000 respuestas, que corresponden al 1% de la población argentina”, dice Leone y agrega que el porcentaje de participación por género se divide entre un 60% mujeres y 40% hombres. Las regiones con más respuestas registradas son Capital Federal y la provincia de Buenos Aires, sobre todo La Plata y Mar del Plata. Respecto de la fecha límite, apuntan a tener datos preliminares para publicar a fines de 2018.
Qué factores influyen en el sueño
Al momento de analizar qué factores externos modulan nuestros hábitos de sueño, la luz es uno de los más importantes. “Como en toda la Argentina tenemos la misma hora, pero nuestro país es muy extenso tanto a lo ancho como a lo largo, los horarios del amanecer y atardecer cambian dependiendo de la ubicación geográfica”, explica Leone. Y ejemplifica: “Si una persona entra a trabajar en Capital a las ocho de la mañana durante el invierno, ya hay luz; en cambio en Mendoza, todavía es de noche”. El tiempo de uso de luz artificial es otro de los factores que se consideran.
Los hábitos también modulan el ciclo de sueño vigilia de cada persona. Este ciclo es la alternancia que existe entre el estado de vigilia –cuando estamos despiertos– y el sueño –cuando dormimos–. Aquí se consideran las actividades como el trabajo o el estudio y también los hábitos culturales, como dormir la siesta. “Si bien existen situaciones donde el acoplamiento del ciclo de sueño/vigilia con el ciclo de luz/oscuridad cambia, biológicamente estamos preparados para estar activos durante el día e inactivos durante la noche. Las situaciones donde esto se modifica, por ejemplo en trabajadores nocturnos, están asociadas a problemas como obesidad o trastornos gastrointestinales”, argumenta Leone.
Actualmente, durante los días hábiles nos despertamos muy temprano cuando nuestro organismo no se encuentra aún en condiciones de levantarse de la cama
Por último, la investigadora del CONICET identifica una variable más: el jet lag social. “Es la diferencia en los horarios de nuestro sueño entre los días hábiles y los días libres. Actualmente, durante los días hábiles nos despertamos muy temprano cuando nuestro organismo no se encuentra aún en condiciones de levantarse de la cama”.
Otros estudios
En el país, Daniel Vigo -doctor en Ciencias Fisiológicas e investigador del CONICET- publicó dos estudios sobre la calidad del sueño en la Argentina. Uno relacionado a la mejora en la calidad de sueño asociada a la transición de una vivienda mejor y, el otro, que habla de la incidencia que tiene en el sueño la seguridad del barrio y la casa donde vive esa persona.
Otro antecedente en esta clase de investigaciones se realizó en Alemania. Till Roennenberg, experto en cronobiología de la Universidad de Munich, detectó en una investigación que el sueño depende de los horarios de salida y puesta del sol. Además se detectó que las alteraciones en el ritmo circadiano pueden potenciar el desarrollo de tumores y causar obesidad.
En 2015 una publicación del Journal of Biological Rhythms, donde trabajaron muchos científicos argentinos, se comparó la vida de dos comunidades tobas en la provincia de Formosa. Separadas por varios kilómetros de distancia, una contaba con acceso a luz eléctrica y la otra no. Allí se detectaron cambios en los patrones de sueño según las estaciones del año. En ese estudio también se destacaba que los pobladores que vivían con luz natural dormían casi una hora más que los otros.
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