Con el tamaño aproximado de un pequeño bus y unos 360 kilos de peso, el ingenio forma parte del puñado de robots dispersos en las vastas planicies rojizas de ese planeta unido para siempre al nombre de Ray Bradbury, el escritor que colonizó nuestra imaginación con sus melancólicas crónicas sobre la llegada de expediciones humanas a Marte.
En la mente de los amantes de la aventura espacial, sin embargo, la nave Insight, que tras seis minutos y medio de terror descendió sobre esa geografía fantasmal el 26 de noviembre, está lejos de la tristeza y la soledad de las tramas de Bradbury. Como si el artificio mecánico tuviera alma, desde su cuenta de Twitter distribuye un detallado diario fotográfico de viaje que invita a la aventura. A falta de un giro mejor, se diría que parece dotada de "un espíritu optimista y burbujeante".
Estos son algunos de sus mensajes:
-Aquí hay una bella quietud. No veo la hora de poder explorar mi nuevo hogar.
-Aaah… Estoy absorbiendo la luz con mis paneles solares. Después de un largo viaje y un emocionante descenso, se siente fantástico poder estirarse y recargar baterías. Es justo lo que necesito.
-Ahora que el polvo del amartizaje se asentó, me estoy tomando un poco de tiempo para hacerme unos chequeos de salud antes de ponerme a trabajar.
-Paso a paso. Ahora que extendí mi brazo [robótico], puedo empezar a hacer un detallado mapa en 3D de mi espacio de trabajo. Es el área que me rodea y donde ubicaré mis instrumentos.
Como si estuviéramos allá, a bordo de la sonda, a varias decenas de millones de kilómetros, cada imagen nos revela secretos de ese mundo a la vez distante y cercano.
Equipada con instrumentos de última generación, la nave Insight se alista para iniciar su tarea de exploración. A diferencia de lo que ocurrió con los "rovers", durante dos años terrestres permanecerá inmóvil, clavada en el mismo sitio. Su sismógrafo atento a pequeñísimas vibraciones del suelo de fracciones de un nanómetro (la milmillonésima parte de un metro) debidas a ondas sísmicas que viajan a través del planeta, tal vez por el impacto de un meteorito. Su taladro, preparado para perforar unos cinco metros de la corteza marciana, tomará mediciones del calor proveniente de las profundidades para entender su actividad geológica. Éstas y otras observaciones proporcionarán información detallada sobre el tamaño del núcleo rico en hierro de Marte, ayudarán a determinar si es líquido y qué otros elementos contiene, y a entender cómo fue la formación de los planetas rocosos del Sistema Solar, hace 4500 millones de años.
Todo en ese dispositivo que atravesó el océano cósmico es para el asombro. Desde su velocidad prodigiosa hasta su precisión quirúrgica, que le permitió pasar de 20.000 a ocho km por hora en seis minutos y medio. E ingresar a la atmósfera marciana por una "ventana" de 10 km por 20 de lado, un área más pequeña que una ciudad.
Digno de Bradbury, que tuvo mucha razón cuando escribió que los viajes interplanetarios nos devuelven a la infancia.