Crisis por la pandemia: Cerró Nostalgia, un bar notable con más de tres décadas en Palermo
Hace poco menos de un mes, el restaurante situado en la esquina de Soler y Honduras bajó sus persianas
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Una barra de madera invitaba a pedir un café espumoso. Mesas y sillas tipo Thonet, de esas que permitían distinguir a lo lejos una confitería tradicional. Un barril lleno de maníes. Todos esos detalles quedarán grabados en la memoria de los asiduos visitantes del Bar notable Nostalgia.
Hace poco menos de un mes, bajó sus persianas este clásico del barrio de Palermo. En ese lugar quedó guardada una historia familiar —otra más—, que se vio afectada por una pandemia que nadie imaginó que algún día le tocaría vivir.
“Acabo de pasar porque vivo cerca y me llevé la triste noticia de que cerró para siempre. Cuánto se nos llevó la pandemia”, se lamentaba días atrás, a través de las redes sociales, una vecina. El restaurante, que se emplazaba en una de las cinco esquinas que conforman el intrincado cruce de las calles Soler, Honduras, Mario Bravo y la avenida Coronel Díaz, fue durante 34 años una visita obligada para los vecinos de la zona.
“Fue todo para nosotros. Era el lugar de referencia para mucha gente sola que en Nostalgia se sentía acompañada”, suspira Florencia Robles, una de las dueñas del bar, al otro lado del teléfono. Todavía está latente el dolor que le provocó entregar la llave al propietario del inmueble el último día del mes pasado. Tenía 10 años cuando ella entró por primera vez a la confitería.
Hoy Robles tiene 39 años. Y recuerda con dolor que el último día que la confitería sirvió un plato y ofreció un café fue el 29 de febrero. Entonces, todavía estaba al frente de Nostalgia su hermano Fernando, siete años mayor que ella. Pero el destino se ensañó con la familia Robles y, apenas unas horas después de eso, el hombre falleció.
“Es un doble duelo para nosotros”, dice Florencia, afligida. Su hermano Fernando estaba muy estresado, recuerda la mujer. Como casi todo en el sector gastronómico, Nostalgia también sufrió los embates de la pandemia del coronavirus. Y su hermano se había hecho cargo de llevar adelante la situación. Para atravesar el cierre del año pasado producto de la expansión de la pandemia, Fernando tomó la decisión de explotar el delivery, una modalidad de venta que hasta entonces no utilizaban en el bar. Las deudas económicas y financieras acechaban al negocio.
Florencia recuerda que con una promoción de $250 por platos tradicionales “Nostalgia logró recuperar muchos clientes” durante parte de 2020. El nombre del bar no podía ser más certero para ese particular momento. Las comidas que estaban reviviendo la confitería en uno de los peores capítulos de su historia habían sido elaboradas después de 1992 por la madre de los hermanos, María Beatriz, cuando compró el negocio y encaró este emprendimiento familiar.
“Mi hermano pudo sostener así el bar, pero las deudas siguieron acumulándose”, cuenta Florencia. La repentina muerte de Fernando fue un shock para todos. “Y no tuvimos más opción. Después de un intento frustrado de reabrir, nos dimos cuenta de que no podíamos afrontar la deuda y decidimos con mi otro hermano, Esteban, cerrar esta parte de nuestra historia”, cuenta Florencia.
Seis empleados se quedaron sin trabajo. Nostalgia significó para la mujer más que un negocio familiar: “Fue aprender el oficio de cocinar y el arte de relacionarse con los vecinos del barrio con un vínculo más fuerte, donde nos escuchábamos”.
Platos que aún se degustan
Transcurrió un mes desde que Nostalgia dejó de existir físicamente, pero algunos de sus platos sobreviven en las manos de los dos últimos chefs que cocinaron en el bar. “Les dejamos la cocina y otros elementos para que puedan trabajar como delivery”, cuenta Florencia.
Sergio Quiroga está agradecido por la oportunidad que le dieron a él, a su colega Lucas Aimar y al chico que hace el delivery. “Repartimos volantes y la estamos remando. Hay muchos clientes del bar que nos compran”.
La hamburguesa de cordero parecer ser uno de los platos más requeridos que se cocinan en el departamento de uno de los cocineros. Quiroga solo tiene lindas palabras para recordar a Fernando, uno de sus empleadores: “Siempre prefirió pagarle a los empleados. Trabajaba a la par de nosotros”.
34 años de vida
Ubicado en Soler 3599, el bar Nostalgia ocupaba la planta baja de un edificio de siete pisos construido por el arquitecto Scarpelli, en 1935. Su primer dueño lo fundó en 1987 y desde entonces lleva ese nombre.
En noviembre de 1992, María Beatriz de Robles adquirió el café tras quedar viuda y lo volvió un negocio familiar que, tras su muerte, heredaron sus tres hijos. Solía tratarse de un bar que ofrecía minutas, pero la madre de familia había comenzado a proponer platos del día. La confitería estaba prácticamente abierta las 24 horas. Eran otros tiempos. Fernando, el mayor de los hermanos, fue quien más tomó las riendas del bar.
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