Crisis educativa. ¿Cómo darte cuenta si la escuela de tus hijos está por cerrar?
El aumento de la morosidad, un repentino silencio en las comunicaciones y la falta de notificación de la matrícula para el año siguiente pueden ser algunos de los indicios
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Una semana antes de que les anunciaran el cierre definitivo del colegio de sus hijos, el Instituto Mancedo–Midlands College de Quilmes, Ramiro P., lo dijo en un asado con sus amigos. El tema eran las elevadas matrículas que les había llegado para el año siguiente. “A nosotros todavía no nos mandaron nada. ¿Me tengo que preocupar?”, lanzó. Los demás padres, entre risas le dijeron que se preocupara cuando se la mandaran para pagar en una sola cuota y cuando le comunicaran el valor del año próximo. Ramiro se quedó con la inquietud. ¿Tendré que buscar colegio?”, dijo. El remate fueron risas. Pero unos días después, cuando finalmente llegó ese mail de la escuela, no era el que él y su familia esperaban. Por el contrario, era un mensaje en el que los directivos anunciaban que esta escuela bilingüe, con más de 85 años de historia, cerraría sus puertas el año que viene, de forma definitiva.
Según contó este padre, la noticia los sorprendió y enseguida se dedicaron a buscar entre las propuestas educativas de la zona alguna alternativa que sea de similares características. No es una tarea sencilla, desde conseguir vacante hasta coincidir con las preferencias de los hijos que no quieren separarse de sus compañeros de toda la vida, de forma intempestiva. Así, mientras los padres priorizan el nivel educativo, los chicos quieren ir a donde van todos sus amigos y no siempre las dos elecciones coinciden y son posibles.
Ante este contexto, donde tantas escuelas atraviesan profundas crisis que a muchas las dejan al borde de la imposibilidad de continuar, la gran pregunta de los padres es cómo darse cuenta y cómo prever que el colegio al que van sus hijos está evaluando la decisión de cerrar. Uno de los indicadores, apunta Martín Zurita, secretario ejecutivo de Asociación de Institutos de Enseñanza Privada de la Provincia de Buenos Aires (Aiepba), es que los cierres no ocurren de la noche a la mañana. Existen distintas situaciones que pueden hacer prever a una institución que va a ser imposible continuar y planificar un cierre ordenado, llegando a finalizar el año lectivo, y colaborando con las familias para buscar vacantes en otras instituciones.
Un indicador clave, se explica, es si a esta altura del año la escuela envió el acuerdo escolar y el cobro de la matrícula o no. Porque, justamente, las instituciones privadas tienen tiempo hasta el 30 de septiembre para comunicar las cuotas del año siguiente, según establece el Ministerio de Educación y regula la Secretaría de Comercio de la Nación. Esta fecha finalmente se prorrogó, ante la dificultad de muchas escuelas de lograr a adhesión de más del 50% de los padres al nuevo contrato escolar, que establece los montos de las cuotas para el año siguiente. De todas formas, el hecho de que alguna institución todavía no haya comunicado esto o no haya enviado los datos para cobrar la rematriculación en varias cuotas, podría indicar que la situación no anda del todo bien.
Obviamente, los rumores de cierre también anteceden al cierre. Pero, se advierte, no todos son reales y muchas veces terminan actuando como una profecía autocumplida, porque precipita la decisión de los padres de cambiar a sus hijos de escuela, algo que agudiza la crisis y puede precipitar el final del proyecto educativo.
Desequilibrio por la inflación
“Cada vez se amplía más la brecha entre lo que pueden cobrar los colegios y los incrementos en costos de las instituciones que presentan severas dificultades para funcionar. En menos de dos años, la capacidad operativa económica de los centros educativos de gestión privada perdieron 43% en relación con la inflación de ese período”, explicó Zurita.
El último aumento que se autorizó en la provincia de Buenos Aires sigue en la misma línea. “Entre diciembre de 2021 y octubre de 2023, la inflación fue del 311%, los incrementos salariales que se dieron en paritarias acumularon 364% y los aranceles subieron 268%. “Otra vez esta autorización para una mejora en los aranceles queda debajo del aumento de los costos de los servicios en general y los salariales en particular, que deben afrontar las escuelas”, señaló Zurita.
“Lamentamos noticias de cierre como estas y recordamos que desde hace meses, junto a la Junta Nacional de Educación Privada (Junep), venimos advirtiendo de esta problemática. Claramente, para cualquier padre, el peor fantasma es llegar en febrero o en marzo y encontrarse con la escuela cerrada”, advierte Zurita. “En los próximos meses van a ser muchas las instituciones que enfrenten situaciones similares. Muchos colegios están cerrando cursos, unificando niveles y buscando la forma de seguir adelante, con una situación desesperante”, apunta.
Un relevamiento que realizaron en julio pasado desde Aiepba en las 2400 escuelas que nuclean, encontraron que hay unas 200 escuelas que se encuentran en situación crítica. Entre ellas, 53 son servicios con nivel maternales, 158 servicios con nivel inicial, 147 servicios con nivel primario, 134 servicios con nivel secundario, 16 servicios con nivel superior, 2 servicios con centros de formación profesional y siete servicios de modalidad especial. El 75% de las escuelas en crisis percibe aporte estatal. Ante la consulta de si las familias podrían soportar el último aumento de salarios docentes en los aranceles, el 45% dijo que sería imposible.
La morosidad, como indicador
El aumento de la morosidad en el pago de las cuotas este año fue notorio y superó en algunos casos a la pandemia. Según señala el informe, el 50% de los establecimientos educativos tiene entre un 20 y un 30% de morosidad en el pago de las cuotas, mientras que el 16% tiene un 40% de morosidad. Y aquí aparece un dato a tener en cuenta que puede preceder al cierre de una escuela. Por ejemplo, la Nueva Escuela Spegazzini, del partido de Ezeiza que la semana pasada anunció a los padres la decisión de no volver a abrir el año que viene, había acumulado una morosidad de más del 45% de las familias, algo que volvió inviable el proyecto, según contó a LA NACIÓN la directora del nivel primario, María de Sarro.
El informe de Aiepba da cuenta de que el 85% de las escuelas en crisis, no ha podido hacer inversiones en los últimos años y que el 43% proyecta disminuir personal en cargos y horas no obligatorios. Esto abarca cargos u horas fuera de planta, personal de administración o maestranza, señala el informe.
El 48% (96 escuelas) de las escuelas identificadas como en crisis de continuidad tiene un riesgo leve de cierre parcial. Esto es, tener que cerrar algún nivel, fusionarse, reducir cursos, etcétera. El 37%, (74 escuelas) tiene riesgo o ya está tomando decisiones de cierre parcial, lo cual implica cierre de un nivel, un turno o secciones. El 15% (30 escuelas) tiene riesgo de cierre total.
“En los establecimientos de gestión privada existe un compromiso muy importante con el proyecto pedagógico ofrecido a la comunidad. En tiempos económicamente duros se intenta que lo último a ser afectado sea el aula y los estudiantes. Por eso, muchas veces el cierre de una institución ocurre como una sorpresa, a pesar de que podría haber estado en dificultades por un largo tiempo. La escuela de gestión privada ha podido con todo, cambios de gestiones y estructura, planes de distinto tipo, una pandemia y cuarentena, pero poco puede hacer si no hay chicos, por la razón que fuese, económica o demográfica”, apunta Zurita.
Llevar tranquilidad
“La coyuntura económica que atravesamos afecta a todas y a cada una en forma particular. En nuestros relevamientos hemos detectado que unas 200 estarían en dificultades, lo que implica que la mayoría se encuentra a pesar de todo en una situación estable”, agrega. Se refiere a que las escuelas en crisis representan casi el 7% de las escuelas privadas de la provincia de Buenos Aires. Significa que la mayoría de las instituciones, a pesar de tener que hacer recortes y adaptaciones va a lograr salir adelante.
Un indicador de que algo no está marchando como se esperaba, podría ser la comunicación. Cuando una escuela que siempre fue muy abierta empieza a retacear la comunicación, podría ser un indicador de crisis. Y la recomendación no es alarmarse sino acercarse y preguntar. “Cuando la alianza escuela-familia no funciona, la comunicación no funciona. Y eso se vuelve evidente. Cuando una escuela pierde la voluntad de mantener viva esa alianza y tener vasos comunicantes ese es el indicio esencial. La comunicación entre la escuela y la familia tiene una dinámica que todos conocen. Cuando entra ruido y empieza a menguar, conviene ir a la escuela y ver qué está pasando”, señala Rodolfo De Vincenzi, presidente de la Confederación Argentina de Institutos de Enseñanza Privada (Caiep).
Pero, advierte, se trata de situaciones puntuales. No de un cierre generalizado, suma intentando llevar tranquilidad. “Hay que visualizar que el país tiene 14.000 colegios privados. Si bien, se visibilizan las situaciones de los cierres, porque no es normar ni habitual, la situación postpandemia sumada a la crisis económica, hace que pueda surgir situaciones en algunos colegios terminen cerrando. Pero no hay un cierre generalizado de escuelas. La mayoría de las instituciones están logrando resolver sus crisis y seguir adelante. Hay situaciones puntuales que deben ser atendidas”, agrega De Vicenzi.
Preaviso de 30 días
Desde el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires se explica que la única obligación legal de los colegios, ante un cierre es comunicar con una anticipación de 30 días. Aunque en las buenas prácticas se considera que salvo situaciones extremas es una falta ética grave interrumpir las clases a mitad de ciclo, lo mismo que cobrar la matrícula y después declarar el cierre, o peor aún, no notificarlo y que los padres se enteren al comienzo de clases.
No son pocas las instituciones que se encuentran por estos días en estas condiciones de no poder seguir adelante con el proyecto escolar por la crisis económica, los aumentos de precios, la inflación, las paritarias docentes y la pérdida del poder adquisitivo de las familias.
Además del colegio de Quilmes, anunció su cierre el jardín de infantes bilingüe de Recoleta, Cinderella-El Centavo, que funciona en Juncal 1264. La semana anterior, otros dos establecimientos de Olivos habían anunciado que se fusionarían como estrategia para seguir adelante. Y no son las únicas instituciones que están evaluando cómo seguir adelante. Y el viernes anterior cerró de forma anticipada el jardín maternal Coghlan School por no poder llegar ni siquiera a terminar el ciclo escolar por la crisis económica.
“La crisis en los jardines de infante se hizo muy evidente. Tras la pandemia debieron cerrar unos 50 de ellos. Y por estos días, la situación es muy complicada. Hay más de 40 que atraviesan una gran crisis, unos seis o siete este año ya cerraron y al menos unas diez instituciones que ya están haciendo averiguaciones legales para presentar posibles quiebras o cierres definitivos, devolución de matrículas, pago de indemnizaciones, todo”, explica a LA NACIÓN Paola Signoretta, presidenta de CeNiCaba, la cámara que agrupa a las instituciones de nivel inicial en la ciudad de Buenos Aires. Uno de los factores que está pesando mucho en la decisión es el valor de los alquileres, con aumentos exorbitantes y en dólares, imposibles de trasladar a las cuotas. “Los jardines de infantes venimos a suplir un déficit enorme de vacantes que hay en el sistema público. Sin embargo, no recibimos subvenciones ni aportes estatales. Esto hace que para muchas instituciones sea inviable. Se suma a la baja en la matrícula, porque al tener que subir las cuotas, muchas familias, aunque necesitan ese cuidado para sus hijos, terminan optando por dejarlos en las casas de familiares para que los números les cierren. Es muy difícil el panorama”, explica.
“Además, muchas instituciones quedaron endeudadas de la pandemia, tomaron créditos para seguir adelante y ante la necesidad de salir a buscar otro edificio para mudarse por el tema de los alquileres y pagar todas las habilitaciones y permisos, terminan optando por cerrar, aunque tengan años en la educación. Es muy triste”, dice Signoretta.
La crisis de las escuelas privadas es transversal a todos los niveles educativos y sociales.
Las escuelas del segmento ABC1, que no cuentan con aportes del Estado, tienen dificultades para cerrar el acuerdo escolar con las familias y así consensuar los valores del año que viene, tras recibir el rechazo por haber propuesto cuotas excesivas.
En tanto, las escuelas privadas que atienden a familias de clase media y media baja, pero que no reciben aportes del Estado, se encuentran en muchos casos al borde del cierre. Hasta ahora, el eje de la crisis tenía que ver con el pago de los salarios, que representa entre el 80% y el 90% del presupuesto escolar. Ahora, se le suma el componente de los aumentos en el valor de los alquileres. Por eso, para muchas instituciones el panorama resulta incierto.
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