Crisis del sistema de salud. Por qué hay hasta seis semanas de demora para consultas y estudios
En promedio, todas las prácticas tienen una demanda 42% superior al año pasado, cuando ya el pico del Covid-19 había pasado
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CÓRDOBA.- Los dos años más duros de la pandemia de Covid-19 y las cuarentenas extensas provocaron que, en materia de salud, la gente se focalizara básicamente en el coronavirus y desatendiera los controles de rutina e incluso el seguimiento de enfermedades crónicas. Recién en los últimos meses, coinciden las fuentes del sector salud consultadas por LA NACION, la “demanda reprimida” comenzó a liberarse y desembocó en un sistema -tanto público como privado- “estresado”. Hay demoras extras de entre cuatro y seis semanas para turnos y estudios.
Un trabajo, a mayo último, realizado por Adecra+Cedim (agrupan a unas 300 clínicas, sanatorios, hospitales privados, entidades de diagnóstico y tratamiento ambulatorio de todo el país) muestra que todas las prácticas crecieron 42% en promedio en la comparación interanual, aun cuando en mayo de 2021 ya las cuarentenas duras no existían.
Del análisis de ese relevamiento surge que ninguna prestación cae. El año pasado, la caída respecto de 2019 (prepandemia) se mantenía fuerte. Por ejemplo, las cirugías cardíacas centrales subieron 1,4% en el primer trimestre y en el resto, bajaron 30,5%, 9,5% y 19,8%; las sesiones de quimioterapia se redujeron, en cada etapa del año: 7,2%, 9,1%, 3,8% y 7,9% y las consultas generales por emergencias, en cada trimestre del 2021 seguían debajo del 2019 en 10%, 36,2%, 24,9% y 8,1%, respectivamente.
Alberto Alves Lima, integrante de la comisión de directores médicos de Adecra+Cedim y director médico del Instituto Cardiovascular, explica a LA NACION que la pandemia generó una “deuda epidemiológica; la gente se paralizó y lo único que tuvo en la cabeza fue el Covid”.
“En estos meses se cayeron una serie de barreras y los pacientes empezaron a volver -agrega-. El impacto de la ausencia es muy potente, sacó del eje la prevención que es el éxito de la medicina moderna. En términos de salud, es muy bueno el crecimiento de los volúmenes de consulta, pero las demoras para tratamientos y consultas están estirados en cuatro a seis semanas”.
Fuentes del sector de las empresas de medicina prepagas ratificaron a este diario que, en los últimos dos años, se “retardó mucho” la atención de síntomas que podían indicar problemas y también el seguimiento de pacientes que ya estaban en tratamiento. Estiman que el subdiagnóstico de patologías en 2020 y 2021 estuvo 50% debajo del promedio de la última década.
Alejandro Hershson, presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología y jefe de Cardiología de Fundación Favaloro apunta que, en 2020, las consultas en la especialidad cayeron 60%. Insiste en que quienes tenían “dolor de pecho e infartos” dejaron de consultar e, incluso, “muchos suspendieron” la medicación. Con la liberación de las restricciones y, fundamentalmente, de las vacunas, “empezó el regreso”.
“Pasamos a la situación actual de altísima demanda -refiere-, en la que seguramente confluyen los pacientes que no se habían atendido en los dos años previos, con los que concurren por seguimiento de patologías crónicas. Hay muchas dificultades para conseguir turnos. Hay sustanciales demoras. A su vez, muchos médicos dejaron de atender consultas, tanto para el sistema de obras sociales como para el de prepagas”.
Consecuencias de las demoras
Una encuesta de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) transparentó que en 53% de los países consultados se habían interrumpido parcial o completamente los servicios para el tratamiento de la hipertensión. En 49% ocurrió lo mismo para diabetes y complicaciones derivadas. En 42% para el tratamiento del cáncer y, en 31%, para emergencias cardiovasculares.
Hershson repasa las derivaciones de las demoras en hacerse atender. Los pacientes con infarto agudo de miocardio que se presentaron más tarde de la ventana óptima para una angioplastia primaria, registraron una duplicación en la mortalidad intrahospitalaria; tuvieron infartos más graves con mayores secuelas e invalidez. Después de los dos años de freno, hay más consultas por insuficiencia cardíaca e hipertensión arterial.
También señala que, la falta de “adherencia” de un paciente a dietas y estilo de vida, el no atenderse durante el pico más complicado, impidió el ”buen control” de las enfermedades con mayores fracasos terapéuticos y empeoró la calidad de vida, con una mayor probabilidad de recaídas y el agravamiento de las enfermedades. “Deberíamos haber aprendido que la pandemia no puede justificar la discontinuidad de los tratamientos”, dice el cardiólogo.
En la Asociación Argentina de Oncología Clínica también consignaron que, durante la pandemia, no se efectuaron los controles necesarios para la detección precoz y ahora se ven diagnósticos en estadios más avanzados de la enfermedad.
El presidente de la institución, Emilio Batagelj, repite que “todos” los sistemas –”público, privado, obras sociales”- están “saturados; hay más demoras con los turnos y con los estudios” porque, se está “retomando el ritmo de diagnóstico”.
“Durante dos años se dejaron los controles e incluso, algunos, la medicación. Había temor a salir o se desconocía cómo manejarse con la telemedicina. Ahora vemos presión arterial descontrolada y lesiones severas. El tiempo perdido para la población vulnerable se traduce en complicaciones en la rehabilitación y en más gastos para el sistema”, sostiene Silvia Gorban, presidenta de la Sociedad Argentina de Diabetes.
Entiende que se debería trabajar en el fortalecimiento del primer nivel de atención. “Abrir las puertas, hacer campañas para que se hagan los controles”, subraya Gorban y adelanta que, según lo “prometido” por el Ministerio de Salud el mes próximo se agregarían al Plan Médico Obligatorio (PMO) cuestiones claves como medicamentos de protección cardio renal; el monitor continuo para niños y adolescentes con diabetes 1 y educación alimentaria a través de talleres.
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