Crisis climática: la experta argentina que hace historia en la ONU revela los nuevos desafíos que enfrentan los meteorólogos
LA NACION dialogó con Celeste Saulo, flamante líder de la Organización Meteorológica Mundial; es la primera mujer y la primera persona latinoamericana en ser seleccionada para ocupar el cargo
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El 1° de junio, la licenciada en ciencias de la atmósfera Celeste Saulo, de 59 años, fue elegida como secretaria general de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), dependiente de las Naciones Unidas (ONU), para el período 2024-2027. De esta forma, se convirtió en la primera mujer y la primera persona latinoamericana en ser seleccionada para ocupar ese cargo en la historia del organismo.
Nacida en el barrio porteño de Caballito, Saulo se formó en la Universidad de Buenos Aires (UBA), institución donde luego se convirtió en profesora. En 2014 asumió la dirección del Servicio Meteorológico Nacional (SMN); también fue la primera mujer en ese puesto y lo ocupó hasta su reciente nombramiento en la sede de la OMM en Ginebra Suiza.
Tras su designación, LA NACION dialogó con Saulo.
–Sos la primera mujer y la primera persona de Latinoamérica en dirigir la OMM. ¿Qué se siente con ese logro?
–Estoy muy contenta. Se siente un enorme orgullo y satisfacción, pero también una responsabilidad grande porque los ojos están puestos doblemente en lo que una pueda hacer en esa función. Creo que el hecho de elegir a una persona con mis características como portadora de la voz global es un mensaje claro y muestra que el mundo considera que es tiempo de tener un perfil así.
–¿Te esperabas este reconocimiento?
–Trabajé mucho para esto. Fue un proceso largo y trabajoso, con un alto nivel de compromiso personal y de la Cancillería argentina. No voy a decir que lo esperaba, pero trabajamos para esto. Lo que más me sorprendió fue que el resultado fuera tan holgado y el apoyo tan generalizado. Tuve 108 votos a favor, mientras que el segundo candidato obtuvo 37.
–Tu CV resalta que te formaste en instituciones públicas. ¿Cuál fue la importancia de la educación pública en tu carrera?
–Ha sido central. Me formé en el ámbito público desde el jardín de infantes hasta la universidad y el doctorado. Luego quise devolver esa formación como profesora e investigadora en la UBA, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y el SMN. Mi perfil indubitablemente valora la importancia del Estado en las políticas públicas y en la gestión de cuestiones tan trascendentes como el cambio climático. La enseñanza pública me permitió, siendo de clase media, acceder a lugares a los que no hubiera podido acceder de otra manera.
–¿Cómo y por qué elegiste estudiar ciencias de la atmósfera?
–Elegí esta carrera porque en el secundario me gustaban mucho las matemáticas y la física, pero las carreras más clásicas no me convencían. Entonces me pareció más atrapante y apasionante estudiar y aplicar la física en un sistema que uno ve, es decir, en fenómenos tangibles que uno experimenta.
–¿Cuáles considerás que son hoy los principales desafíos en materia climática?
–No podemos no empezar mencionando el cambio climático. En realidad ya hablamos de crisis climática, porque el cambio está instalado e impactando con dureza a los países más vulnerables. Eso exacerba el desafío del cambio climático. Los servicios meteorológicos locales tenemos un rol muy importante porque tenemos la tarea de realizar las mediciones. Hace 100 años que venimos midiendo temperatura, presión, humedad, lluvia. Eso nos permite reconocer que hay variables que están cambiando aceleradamente. El segundo gran desafío tiene que ver con generar información y pronósticos a partir de esos datos que recaban los servicios meteorológicos. Eso se traduce en alertas tempranas para evitar que una población se vea dañada ante un fenómeno severo como una tormenta u olas de temperaturas extremas. Las alertas evitan daños mayores. Ahí aparece otra importancia: trabajar para la adaptación. Los fenómenos ocurren cada vez con más frecuencia. Una manera de hacer algo frente a esto es tratar de predecirlos con la mayor eficacia posible y comunicarlo para que las personas se puedan proteger.
–¿Cuáles serán las prioridades que regirán tu mandato en la OMM?
–Hay prioridades establecidas por los propios países. Este es un organismo conformado por 193 países que deciden sus prioridades y la secretaría lleva a la práctica eso. Priorizamos que se fortalezcan los sistemas de alerta temprana y que los países que no los tengan los puedan desarrollar con la organización. Lo otro que se estableció como prioridad es seguir midiendo todas las variables que explican la calidad del aire y la presencia de gases de efecto invernadero. Estas son prioridades muy importantes porque, si no observamos, difícilmente se puedan tener políticas de estado. Y, en lo personal, priorizaré la importancia de trabajar codo a codo con los países y en el terreno porque cada lugar es diferente.
–¿Cómo ves a la Argentina en cuanto a las acciones para mitigar el cambio climático?
–Estamos bien en relación a cómo está el mundo. Tengo una mirada sesgada, como directora del SMN, pero no menos realista. La Argentina genera productos de alta calidad y tiene la virtud de haber trabajado mano a mano con los usuarios de la información. No obstante, algo a resolver es la cantidad de observaciones. Es decir, la medición de todos los parámetros que definen cómo está la atmósfera: temperatura, humedad, presión, viento, etc. No son suficientes. Hace poco se suscribió un convenio con el Ministerio de Economía para fortalecer la red de observación. Es una pata central en cualquier política. La Argentina está en buen proceso. Hizo un enorme avance en los últimos años y estoy segura de que continuará avanzando. Hoy hay 125 puntos de observación de manera manual en la Argentina y otros puntos con redes automáticas. La idea es ampliar de manera sostenida las redes automáticas.
–¿Cuál es la importancia de la equidad a la hora de pensar en el medio ambiente, algo de lo que hablaste en tu discurso de nombramiento?
–A mí me resulta muy difícil separar el cambio climático de los problemas de inequidad que tiene el mundo. Las poblaciones más vulnerables son las que más sufren los efectos de un cambio que ellos no produjeron. La inequidad está aumentando lamentablemente. Las amenazas naturales cada vez más frecuentes ponen una peligrosidad mayor en aquellos más desprotegidos, ya sea porque sus casas no tienen las condiciones necesarias para protegerse, porque las zonas donde viven no son las mejores para tener una vivienda o porque la manera en que se ganan la comida de cada día es mediante prácticas que pueden no ser sostenidas cuando hay un fenómeno climático. Por ejemplo, si sos pescador y tu barco se rompe por una tormenta, tu medio de vida estará en jaque. El cambio climático afecta a todos de una u otros manera, pero con más recursos hay más maneras de protegerse. No quiere decir que no afecte a todos y todas, pero en las poblaciones más vulnerables los daños son mucho más catastróficos.
–¿Hay algún fenómeno natural más frecuente que otros?
–Es difícil contestar a escala global. Cada lugar es afectado de distinta manera. Hoy hay lugares muy afectados por sequías e inaccesibilidad al agua, otros por inundaciones, otros tienen exposiciones a olas de calor o de frío. De todas las amenazas estamos viendo una mayor frecuencia en los eventos extremos.
–¿Quiénes han sido tus referentes en esta carrera?
–Tuve distintos. La Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, con su cuerpo docente, colegas y estudiantes, siempre fue una fuente de inspiración. El SMN y su gente, y el Conicet, también. Y a nivel personal, hay un científica argentina llamada Eugenia Kalnay que en 1966, en la Noche de los Bastones Largos, se fue del país hacia Estados Unidos. Es una de las más destacadas meteorólogas y siempre mantuvo su mirada y apoyo a la Argentina. Para mí fue una enorme mentora y referente como ser humano. Y por supuesto, el SMN que me mostró una manera de hacer ciencia aplicada a cuestiones que afectan a la sociedad.
–¿Cómo cambiará tu vida a partir del nombramiento?
–Por lo pronto, he dejado de ser la directora del SMN y de aquí a que empiece mi cargo en enero me mudaré a Ginebra, donde viviré por cuatro años junto a mi esposo.
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