La reportera económica de la BBC en Nueva York Natalie Sherman analiza el impacto del "ataque regulatorio" y las demandas del gobierno contra grandes empresas del sector como Coinbase y Binance.
¿Está Estados Unidos tratando de matar las criptomonedas?
Tal vez.
Hace tres años, la mayoría de las firmas del sector en las que invirtió la empresa de Andrew Durgee tenían su sede en EE.UU.
Este año, estima que solo una de cada 10 estará en territorio estadounidense, un reflejo de que su empresa cree que el país se ha vuelto cada vez más hostil a los activos digitales como las criptomonedas y los tokens.
"El gobierno realmente ha apuntado contra la industria", dice Durgee, director gerente de la división de criptomonedas de la empresa de tecnología Republic. "La incertidumbre regulatoria hace que las inversiones en EE.UU. sean de mayor riesgo".
El sector ya estaba bajo presión, luego de que los precios de las monedas virtuales colapsaran el año pasado.
El daño adicional provino del colapso de varias firmas de alto perfil, incluida FTX, dirigida por el llamado "Crypto King" Sam Bankman-Fried, a quien los fiscales acusaron de realizar "uno de los mayores fraudes financieros" en la historia de EE.UU.
Conmocionados por la agitación, los reguladores estadounidenses intensificaron su vigilancia del sector, que según las autoridades ha sido advertido desde al menos 2017 de que su actividad infringe las normas financieras de EE.UU. destinadas a proteger a los inversores.
La campaña ha producido una serie constante de cargos contra empresas y ejecutivos de criptomonedas, alegando violaciones que van desde no registrarse correctamente con las autoridades y divulgar adecuadamente su actividad hasta, en algunos casos, reclamos más perjudiciales como el mal manejo de los fondos de los consumidores y fraude.
Bitcoin, que representa la mayor parte del valor en un sector en el que han circulado miles de monedas, es visto por los funcionarios estadounidenses como una mercancía, como el oro.
Eso significa que no se ha visto afectado en gran medida por el debate regulatorio actual, que depende de la cuestión legal de qué constituye un "valor", una inversión como una acción o un bono supervisado por la Comisión de Bolsa y Valores de EE.UU. (lSEC, por sus siglas en inglés).
En cambio, los esfuerzos se han centrado en las empresas que emiten tokens o monedas para recaudar dinero, y cada vez más en los intercambios en los que se compran y venden dichos activos digitales, que a menudo retienen los fondos de los clientes, ejecutan transacciones y participan en otras actividades que están separadas de las finanzas tradicionales.
Esta represión culminó este mes con acciones legales contra dos de las plataformas más grandes: Coinbase y Binance.
Gary Gensler, presidente de la SEC, defendió las medidas, comparando el estado de cosas en la industria con la década de 1920, antes de que EE.UU. estableciera muchas de las reglas que hoy están discusión: "Charlatanes, estafadores, artistas del fraude, esquemas Ponzi... El público haciendo fila en el tribunal de bancarrotas".
Will Paige, analista de investigación de Insider Intelligence, dice que el sentimiento se ha deteriorado significativamente desde 2021, cuando la industria valía más de US$3billones, según algunas estimaciones, y parecía estar lista para una mayor aceptación.
"Ha vuelto a estar en el margen de las finanzas", dice. "La confianza en el sistema está dañada y definitivamente ha empeorado".
A raíz de las demandas, los clientes retiraron miles de millones de dólares en fondos. Los bancos estadounidenses limitaron sus intercambios con Binance, obligándolo a dejar de aceptar dólares estadounidenses.
Robinhood, la aplicación para hacer transacciones financieras, dijo que dejaría de listar ciertos activos mencionados en las demandas, citando la "nube de incertidumbre" que rodea a los tokens.
Los críticos acusan a la SEC, bajo el mando de Gensler, de una hostil "regulación a la fuerza" destinada a impulsar su propio perfil político.
Dicen que a pesar de los repetidos esfuerzos de la industria para proponer nuevas reglas, la agencia se ha negado a reconocer las distinciones entre los diferentes tipos de criptoempresas y las características de la tecnología, como el procesamiento automatizado descentralizado, que desafían los marcos existentes.
"Ha sido una experiencia muy frustrante", dice Bart Stephens, socio gerente de Blockchain Capital, una firma de capital de riesgo que ha invertido en cientos de criptoempresas, algunas de las cuales dice que han tenido dificultades para encontrar bancos dispuestos a hacer negocios con ellas.
"No hay duda de que se está produciendo un ataque regulatorio".
Bill Hughes, asesor principal de Consensys, una empresa de software con sede en Texas que utiliza la tecnología blockchain del cripto, lo expresa con aún menos rodeos: "La SEC esencialmente ha determinado que, bajo su supervisión, las cripto ya no deberían existir en EE.UU.".
Que las decisiones de la SEC puedan realmente acabar con la industria, en la que, según al menos una estimación, ha invertido uno de cada seis estadounidenses, es otra cuestión.
El valor de mercado de las cripto sigue siendo aproximadamente un tercio de lo que era en su punto máximo. Los volúmenes de negociación se han desplomado y el interés de los desarrolladores está cayendo. La confianza sigue siendo baja.
Las quiebras en marzo de algunos de los pocos bancos tradicionales dispuestos a hacer negocios con las cripto supusieron un nuevo golpe.
Hilary Allen, profesora de derecho en la American University, cree que las criptomonedas son inherentemente susceptibles a los ciclos de auge y caída, y a la manipulación interna, y cree que deberían prohibirse.
Ella dice que las medidas de la SEC podrían ayudar a volver a confinar las criptomonedas al ámbito de los entusiastas de la tecnología, dado el estado más amplio de la industria.
"Si combinamos estas acciones de las autoridades con la disminución de la confianza del público, y la posible disminución del interés del capital de riesgo, entonces tal vez no tengan futuro", dice.
Pero Stephens, quien ya ha superado dos "inviernos cripto", dice que cree que el futuro sigue siendo brillante, aunque corre el riesgo de terminar en el extranjero, dado el enfoque actual de EE.UU., que se considera menos amigable que otras jurisdicciones, incluidos Reino Unido y la Unión Europea.
Él destaca el precio de Bitcoin, que ronda los niveles de 2020, pero ha aumentado significativamente desde el comienzo del año. Ether también ha subido.
Algunos indicadores seguidos por la empresa de riesgo Andreessen Horowitz, como la cantidad de direcciones activas en blockchain y la cantidad de contratos inteligentes que se ejecutan, también están aumentando.
"No estamos viendo que los fundadores dejen de formar nuevas empresas o protocolos", dice Stephens, señalando que Blockchain Capital invirtió más dinero en los primeros tres meses de 2023 que en cualquier trimestre de los 10 años anteriores, ya que los precios cayeron y las empresas rivales se alejaron del sector.
Pero incluso si la industria prospera fuera de EE.UU., perder el mercado estadounidense limitaría severamente sus perspectivas, advierte Gina Pieters, una criptoexperta que enseña en la Universidad de Chicago.
"Sería un error pensar que EE.UU. podría acabar con la industria. Sin embargo, puede hacer que la criptoindustria sea absolutamente más pequeña", dice.
Muchos en el mundo de las criptomonedas esperan un indulto: de los tribunales, que podrían decidir que la SEC se ha excedido en su autoridad; del Congreso, donde se está revisando un proyecto de ley para la industria; o de un cambio en la Casa Blanca, lo que podría provocar un cambio de política.
Independientemente de cómo se resuelvan esas incógnitas, los problemas finalmente están llegando a un punto crítico, dice Angela Walch, investigadora asociada del Centro de Tecnologías Blockchain del University College de Londres.
"Estamos en un verdadero punto de inflexión", asegura. "El momento decisivo ha llegado".
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