Por qué los padres tratan de vincularse con sus hijos con la ayuda de influencers
Bajo la guía de especialistas online como la doctora Becky y las mujeres detrás de Big Little Feelings, los millennials buscan nuevos modelos para relacionarse con los más chicos
- 7 minutos de lectura'
NUEVA YORK.- Cuando la palita de plástico golpeó contra el brazo de mi hijo, la mamá del otro nene pegó un salto y corrió al arenero con cara de “¡No me puedo relajar ni cinco segundos!”. Yo también me acerqué, probablemente con la misma cara y tratando de transmitir que estaba todo bien -mi hijo seguía jugando y apenas se había dado cuenta-, pero ella ya estaba arrodillada cara a cara con su hijo y hablándole con ese lenguaje que los padres millennials conocemos tan bien.
“Me doy cuenta de que estás frustrado”, decía con aire exhausto. “Querías jugar con ese baldecito, pero alguien lo está usando, y eso es difícil de aceptar”. Yo me atreví a hacer un chiste: “¡Ah! ¡Poner en palabras lo que sentimos!”, y comenté que mis hijos siempre terminaban el fin de semana convertidos en salvajes. Me hacía mal que ella sintiera que tenía que dar tantas explicaciones. Al fin y al cabo, ¡los nenes chiquitos revolean cosas y a veces se ponen locos!
Pero en los círculos de crianza actuales, la onda es esa: padres que parecen estar leyendo un guión que sacaron de Instagram, donde dice que tienen que hacer lo imposible para ser empáticos cuando el realidad alcanzaría con un “basta” o “porque yo lo digo”.
En las plazas y areneros no parece haber lugar para la ironía. Queda claro que Snark, el blog de crianza más influyente entre los padres pertenecientes a la generación X durante las décadas de 2000 y principios de la de 2010, está definitivamente pasado de moda. Guiados por influencers, los padres millennials se exigen a fondo y orgullosamente, convencidos de que un estilo de crianza más amorosa y respetuosa también es una forma de autosanación para ellos mismos.
El trabajo más difícil del mundo
La “crianza amable” o “crianza positiva” es un abordaje que se aleja de la idea de castigo y se enfoca en ayudar a los chicos a ser más conscientes de sí mismos. El concepto prendió mucho, pero suele usarse para englobar estilos de crianza distintos, pero todos enfocados en lo emocional, donde el valor primordial es reconocer y entender los sentimientos del niños y, al mismo tiempo, establecer límites, lo que a su vez ayuda a los padres a reconocer sus propios sentimientos.
“Los millennials son una generación que se toma muy en serio el aprendizaje y el autodescubrimiento”, dice la psicóloga Becky Kennedy, de 40 años, conocida como Dr. Becky por sus casi dos millones de seguidores de Twitter, calificada por la revista Time como “la vocera de la crianza millennial”.
“Hay mucha más aceptación de los sentimientos que son parte central de nuestro ser”, dice Kennedy. “Creo que los millennials saben que la vida es una sola, y quieren conocerse y sentirse bien consigo mismos.”
Kennedy comenta que después de una de sus charlas TED, alguien le dijo que la crianza de los hijos era el único trabajo del que la gente se acordaba en su lecho de muerte. “Me pareció humor negro, pero al mismo tiempo le di la razón”, dice Kennedy. “A esta generación que se toma tan en serio el autodescubrimiento, ahora le llegó la hora de hacer el trabajo más difícil del mundo, y el que más le importa.”
En su cuenta de Instagram, Kennedy comparte videos sobre temas como qué hacer cuando los chicos mienten o cómo lograr que se laven los dientes. Algunas publicaciones son específicamente sobre los padres, incluido un video reciente donde explica que tomarse tiempo libre sin los hijos no es egoísmo, sino una forma de autoabastecimiento. Hace unos días publicó un video llamado “Hoy dígale esto a su hijo”, donde camina por Nueva York discutiendo por teléfono cómo tratar con un niño que atraviesa en un etapa difícil.
“Esta noche acercate y decile al oído algo como esto: hagas lo que hagas y pase lo que pase, yo siempre te voy a seguir amando, ¿sabés?”, sugiere Kennedy.
“¿Es darle permiso para que se porte mal?”, se pregunta con voz cada vez más fuerte y más enfática. “¡No! Esa mentalidad no sirve. Para comportarnos bien hacia afuera, todos, adultos y niños, primero tenemos que sentirnos bien por dentro.”
Otra cuenta muy popular es Big Little Feelings, creada por dos viejas amigas, Kristin Gallant, de 36 años, y la psicoterapeuta Deena Margolin, de 33 años, madres de tres hijos y dos hijos respectivamente. Big Little Feelings arrancó justo antes de la pandemia y actualmente tiene más de tres millones de seguidores en Instagram, y el estado de ánimo general del sitio es el de madres “en modo supervivencia”. Entre los consejos prácticos —”Cómo evitar que su hijo pequeño se golpee” o “Le dijiste de todo a tu ex delante de tu hijo y no sabés como arreglarlo”— también se vislumbra de la lucha de muchas madres que trabajan para poder cumplir con todo lo que se espera de ellas.
Los nuevos Dr. Spock
Cada generación de padres tiene sus propios gurúes. La generación del baby boom, por ejemplo, recurrió en masa a los consejos del doctor Benjamin Spock, y la generación X descubrió el estilo de crianza francés de “menos es más” a través de Cómo ser una mamá croissant, de Pamela Druckerman, y de la guía del pediatra Harvey Karp, El niño más feliz. Pero los padres de hoy tienen Instagram y TikTok, donde pueden armarse su propio panel de influencers en un mar de opciones, llevarlos literalmente en el bolsillo, y entrar al sitio las veces que lo necesiten.
Allí reinan mayormente las mujeres con niños pequeños. Además de las mujeres detrás de Big Little Feelings y de Dr. Becky, también está Jazmine McCoy, psicóloga clínica conocida como “La psicóloga-mamá”, la escritora y economista Emily Oster, y muchos otros más.
Entre los grupos de millennials de Instagram también hay algunos enfocados en problemáticas específicas: irse a dormir, aprender a ir al baño, jugar, comer. Solid Starts, que ayuda a los padres a introducir nuevos alimentos y a evitar que sus hijos se vuelvan quisquillosos con la comida, tiene 2,6 millones de seguidores. Taking Cara Babies, una guía para entrenar el sueño de los niños, tiene 2,4 millones de seguidores. Busy Toddler, una cuenta dedicada al juego reflexivo, tiene dos millones de seguidores.
El tono de muchas de esas populares cuentas de crianza en Instagram no solo suele ser instructivo, sino también tranquilizador y de apoyo: el mismo tono que se sugiere que los padres adopten al hablar con sus hijos: lo estás haciendo muy bien, no sos una mala madre, todos cometemos errores, criar hijos no es tarea fácil.
“Nos presionamos tanto a nosotros mismos que nuestra identidad queda reducida a enseñarle a dormir bien a mi bebé o a verificar si no le estoy arruinando la vida a mi hijo”, señala Gallant, de Big Little Feelings.
Las redes sociales tienen algunas respuestas, pero también son parte del problema. Más que nunca, los padres pueden compararse unos con otros -o al menos una versión filtrada del otro-, situación que genera una sensación de comunidad, pero también de ansiedad.
“La circulación de la información responde a una cultura milenaria”, dice Nicole Pappas Ferrin, de 39 años, directora de la guardería infantil Barrow Street en Manhattan y madre de tres hijos . “Hasta para comprar algo sencillo leemos las reseñas, pedimos recomendaciones a nuestros conocidos. Y la crianza de los hijos es algo mucho más importante y no queremos equivocarnos en nada.”
Cuando comenzó con la guardería Barrow Street, hace 15 años, “los padres te entregaban el chico, te pedía que lo dejes jugar, ¡y chau!”, recuerda Ferrin. “Pero ahora quieren saber por qué hacemos lo que hacemos, y cómo lo hacemos. Eso es muy positivo”.
Por Caitlin Moscatello
(Traducción de Jaime Arrambide)
Otras noticias de Salud
- 1
Ya tiene fecha el comienzo del juicio a la enfermera acusada de asesinar a seis bebés
- 2
Un vuelo de Aerolíneas Argentinas tuvo problemas cuando pasaba por Río de Janeiro y debió regresar a Buenos Aires
- 3
La advertencia de un psicólogo sobre los festejos en Navidad: “No hay que forzar a nadie”
- 4
En la ciudad. Lanzan un programa para que los mayores de 25 terminen el secundario en un año: cómo inscribirse