Crespón. El árbol oriental que gana terreno en la Ciudad
Su presencia se hace notar cada año en marzo, días antes del inicio del otoño, cuando sus flores púrpuras, rosas y blancas se esparcen por los corredores de la ciudad
- 3 minutos de lectura'
Nadie sabe con exactitud cuándo los crespones llegaron al país ni tampoco quién introdujo los primeros ejemplares en el paisaje urbano porteño. Pero a partir de su arribo, que se calcula cercano al 1900, este árbol de origen chino ha ido ganando terreno en las veredas de los distintos barrios, hasta convertirse en una de las especies más emblemáticas de la ciudad.
Su presencia se hace notar cada año en marzo, días antes del inicio del otoño, cuando sus flores púrpuras, rosas y blancas se esparcen por los corredores de la ciudad como pequeños reductos de verano, mientras las hojas de otros árboles comienzan a empalidecer.
En la última década, con la entrada en vigencia del Plan Maestro de Arbolado Urbano del gobierno de la Ciudad, la plantación de crespones -también conocidos como lagerstroemia índica- se intensificó de manera programática, especialmente en calles y avenidas. Hoy, los ejemplares de esta especie no forman extensos corredores, como sí lo hacen los jacarandás y las tipas, pero están dispersos por toda la ciudad, especialmente en las comunas del oeste.
Según la cifras comparadas de los últimos dos censos de árboles de la ciudad (2010-2011 y 2017-2018), en los últimos diez años, la cantidad de crespones de la ciudad pasaron de ser 10.581 a 12.318, un incremento del 16%. En las calles y avenidas, este aumento, sin embargo, varía significativamente entre las distintas comunas. En Recoleta, por ejemplo, se registró un aumento del 500%, el mayor de la ciudad. Los datos surgen de un análisis realizado por LA NACION Data a partir de la base censal de la Dirección General de Arbolado.
El aumento de los últimos 10 años es producto del último plan de arbolado de la ciudad, que comenzó en 2013 y comprende, entre otras cuestiones, el incremento de ejemplares de seis especies de árboles: tilo, pezuña de vaca, lapacho, jacarandá, liquidambar y crespón. Las últimas dos son las únicas de la lista que no son nativas.
La plantación de estas seis especies se da, principalmente, a medida que otros árboles son removidos de la vía pública por podredumbre u otras razones. Según indicaron fuentes del gobierno porteño, cuando el árbol que se ve a extraer está ubicado en una vereda angosta, es probable que se elija reemplazarlo por un crespón, debido a su tamaño, que es considerado mediano. En el último tiempo, algunos vecinos porteños han notado este tipo de sustitución.
La distribución de los crespones de la ciudad nos es homogénea. Más de la mitad -un 54%- se encuentran en los barrios del oeste, en las comunas 11 -Villa General Mitre, Villa Devoto, Villa del Parque y Villa Santa Rita-; 10 -Floresta, Monte Castro, Vélez Sarsfield, Versalles, Villa Luro y Villa Real-; 12 -Coghlan, Saavedra, Villa Urquiza y Villa Pueyrredón-; y 9 -Parque Avellaneda, Liniers y Mataderos-, donde la cantidad de ejemplares triplica la media y ronda los 1.593.
La elección de esta especie para formar parte del plan de arbolado tiene dos razones principales. La primera es puramente decorativa. Según las fuentes consultadas, la Dirección de Arbolado considera que el crespón tiene un valor ornamental durante todo el año, incluso cuando no está florecido, ya que su follaje es caduco y vira al amarillo o rojo vinoso en otoño, antes de caer. La segunda está relacionada con su buena adaptación al ambiente de la ciudad.
Sin embargo, al no ser autóctono, los ejemplares de esta especie ubicados en Buenos Aires suelen padecer una enfermedad llamada oídio, que se ve como una eflorescencia blanca sobre las hojas y brotes, especialmente durante la primavera, debido al aumento de la humedad.