Crece el escándalo en el convento San Bernardo de Salta y pedirían que el Papa se interiorice sobre lo que pasa
En las próximas horas declarará la monja que pidió salir del monasterio, cuya familia denunció a las carmelitas por privación ilegítima de la libertad
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CÓRDOBA.– A días de que comience la feria judicial de enero, no se detienen los escándalos que rodean al convento San Bernardo y su relación con el Arzobispado de Salta, por un lado, y con la fundación que administra todo lo relacionado con la “Virgen del Cerro”, por el otro. Después de la denuncia de la hermana de una de las monjas contra las autoridades del monasterio por supuesta privación ilegítima de la libertad, ya que no la dejaban cumplir su voluntad de salir, el arzobispo Mario Cargnello pediría al Papa Francisco que se interiorice de lo que sucede en el lugar.
La religiosa que finalmente pudo abandonar el convento el miércoles pasado, gracias a la intervención de la Justicia, declarará en las próximas horas ante el fiscal Ramiro Ramos Osorio. La denunciante, identificada con las iniciales S.D., hizo la presentación contra la priora Fátima y la subpriora María José; en el texto, al que accedió LA NACION, da cuenta de una serie de detalles que la pusieron en alerta y la llevaron a acudir a la Justicia.
Según relata, su hermana M.J., de 42 años, acompaña a otra religiosa enferma de cáncer (B.) y, aunque quiere seguir siendo carmelita, solicitó un permiso para salir del convento porque “recibían malos tratos de algunas de las hermanas, quienes no les hablaban”. Señala que en una oportunidad le “hicieron firmar un acta de amonestación y frente a otras hermanas fue humillada, sin saber cuál era el motivo”.
También describe que “en una oportunidad le privaron a ella el alimento sin darle explicaciones”, a la vez que le comentó “otras cosas que sucedían dentro del convento” y de las que le daría “detalles” cuando “pueda salir”. La monja, a su vez, también tuvo cáncer; fue operada de un tumor de tiroides en marzo pasado.
El 12 de este mes. M.J. y B. pidieron permiso a la priora para salir y esta las hizo hablar telefónicamente con Cargnello, quien le indicó a la superiora que mandara el pedido por escrito para él firmar el decreto de salida.
Ese mismo 12 –relata la denunciante– ella fue a visitar a M.J.; conversaron a través de las rejas de madera y, en un determinado momento, la llamaron. Cuando regresó, le dijo que la priora le pidió que llamara por teléfono nuevamente al arzobispo y que “se retracte”. “Mi hermana le respondió que, si lo hacía, le contaría toda la verdad”, agrega.
Al día siguiente la fue a visitar nuevamente y le detalló que “la obligaron a llamar al señor obispo y a leerle una carta no redactada por ella, o que no era de su autoría, donde se retractaba de salir; en la carta también decía que el pedido de salir de la hermana B. era un capricho, pero que ella no leyó esa parte y que sí le dijo al obispo que la hermana B. necesitaba los cuidados de un médico que ya no atiende a la comunidad de las carmelitas”.
M.J. redactó otra carta para la priora y se la mostró a su hermana, quien empezó a pedirle a la autoridad que agilice los trámites de salida. En unos párrafos, la denunciante añade que, en medio de las idas y venidas, se presentó el abogado de las religiosas, José Viola, quien la miró de modo “intimidatorio” y que la priora le “gritó” que le llevara ropa a M.J. porque saldría de “civil”.
Cuando volvió con una muda, le adviitieron que M.J. no quería salir “de esa manera” y que esperaría “hasta que lleguen los papeles”. M.J. le pidió que no hiciera la denuncia “porque le iban a hacer mucho daño”.
La mujer regresó con una escribana, a quien no le permitieron estar presente cuando fue a conversar con su hermana. Otras dos monjas, según describe, se sentaron al lado “a escuchar”. M.J. le mostró una carta de la superiora en la que le rechazaba el pedido de salida y le pedía que presentara por escrito “los verdaderos motivos por los cuales se quiere retirar”.
“Me lee la nueva carta que redactó –añade–, donde reitera que su principal motivo es el daño a su salud integral, física y espiritual, porque todas las situaciones de extrema tensión vividas en estos últimos ocho años la llevaron a tomar esa decisión porque no se siente bien allí”.
Como los días seguían pasando y no había novedades (incluso la priora le dijo a M.J. que tenían que avisar a Luis Belda Iniesta, el abogado del Vaticano, de la situación), ante la insistencia de su hermana de querer salir del monasterio, ella hace la denuncia judicial. También hace referencia a que “María Livia de Galliano”, la mujer que dice tener apariciones de la “Virgen del Cerro”, estaba adentro del convento.
En las próximas horas, los abogados de las monjas volverían a denunciar al aArzobispo, a quien –junto con otros tres sacerdotes– acusaron de violencia de género y económica en el inicio de la Semana Santa de este año. El vínculo de las carmelitas del San Bernardo con la fundación que gestiona todo lo relacionado con la “Virgen del Cerro” es el eje de la tensión con la Iglesia salteña, un conflicto que derivó en la intervención del Vaticano, que impulsó un acuerdo entre las partes, aunque no logró cerrar la grieta.
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