Covid-19: “No tenemos aún buenas vacunas para cortar la transmisión”, dice un reconocido inmunólogo francés
Patrice Debré es profesor emérito de la Sorbona y tiene una activa participación en la lucha contra el VIH; ayer dio una conferencia en la Academia Nacional de Medicina
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Hijo de un artista plástico y nieto de un pediatra, Patrice Debré exhibe ambas facetas, pero está claro que una ganó: a sus 77 años es profesor emérito de la Sorbona y miembro de la Academia Nacional de Medicina en Francia, con una carrera que incluye trabajos con un premio Nobel y activa participación en la lucha contra el VIH-sida. Si bien Debré, que es inmunólogo, cree que la medicina combina ciencia con algo de arte, sobre todo en la investigación, “en definitiva se trata de una ciencia”, como definió durante esta entrevista en la ciudad. Llegó desde Brasil invitado por la Academia Nacional de Medicina (ANM) argentina, donde recibió un galardón como miembro honorario y dio ayer una clase magistral acerca de Luis Pasteur, cuya serie de descubrimientos aún lo asombran. En esta charla, se manifestó en contra de la actuación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) durante la pandemia de Covid que, por otra parte, podría terminar si finalmente se desarrollara una vacuna nasal que impidiera la transmisión del virus, según dijo.
–¿Cree que vivimos en una nueva era, marcada por los virus?
–No, para nada. Siempre existió esta convivencia con los microorganismos. Desde la prehistoria misma. Los humanos domesticaron a los animales y desde ahí apareció la primera zoonosis y la primera epidemia. Esa es la razón, la circulación de microbios entre animales y humanos. Y después siguió. Ahora quizá aumentada por la destrucción de selvas y ecosistemas; por eso hay que estar preparados para nuevas epidemias, pero lo cierto es que epidemias hubo siempre.
–¿Qué enseñanza deja el Covid?
–Lo que vimos con el Covid es la necesidad de educar a la gente y saber qué son los microbios y cómo se transmiten desde los animales. Y que se deben entender además las reglas de la higiene, el uso de barbijos y otros asuntos, como el buen tratamiento del agua. También hay que estar atentos a la resistencia a los antibióticos, que se ve cada vez más en ciertos países.
–Habló de la educación, ¿cómo vio la comunicación de la pandemia?
–El público debe ser entrenado por libros, películas, pero lo más importante es hacerlo desde chicos, en la escuela. Así pueden estar mejor preparados y pelear mejor ante nuevos peligros.
–¿Alcanza para lidiar con las noticias falsas que campearon durante la pandemia?
–Es que si no preparás a la gente, luego las noticias falsas se introducen fácilmente. Si estás bien educado, no te dañan tanto. Está comprobado que las personas más educadas viven diez años más, increíblemente. Eso es tal vez por entender mejor las reglas de higiene y tener buen estilo de vida. Lo discutí con el profesor (Juan Antonio) Mazzei (presidente de la ANM): educar para la salud es diferente en la Argentina, China y Europa, cada país debe tener su propia manera, pero compartir principios comunes.
–¿Cómo vio el papel que cumplió la OMS?
–Hubo críticas. No fue fuerte ni rápida en la respuesta. La gobernanza de la OMS y la participación de los estados es algo que debe ser más importante y modificado. Instituciones como las academias deben presionar para que esto suceda. Las academias en general deben tener un rol más político, no son solo doctores: es un cuerpo pujante que debe dar información y conocimiento a los ministerios, por ejemplo, y a los políticos en general para mostrar el camino.
–Usted escribió un libro acerca de la vida y muerte de las pandemias (Vie et mort des epidémiés; junto con Jean-Paul Gonzalez). ¿Cuándo cree que terminará la de Covid?
–No terminará tan fácil, porque no tenemos todavía buenas vacunas para cortar la transmisión. Y además tenemos la gente que las rechaza y así el virus se sigue diseminando por el mundo.
–¿Y por qué resultó que las vacunas no son buenas para cortar la transmisión (aunque sí para reducir la hospitalización y la muerte)?
–Las vacunas no inhiben la transmisión porque crean inmunoglobulina G, pero para detener la trasmisión hace falta la inmunoglobulina A. Una nueva forma de producir la inmunoglobulina A sería con las vacunas de spray nasal. Estas vacunas podrían funcionar mejor, pero no lo sabemos. Las empresas farmacéuticas están trabajando en esto. Ese podría ser el final de la pandemia.
–¿Y si no?
–Seguirá como ahora, como la gripe y su problema anual.
–Mirando el panorama completo más de dos años después, ¿cómo vio la respuesta mundial, tanto en Oriente como en Occidente?
–Creo que debió haberse generado una respuesta global consensuada. Porque es un virus global. Hace falta un cuerpo común de respuesta, es lo que decía de la OMS antes. Lo que sorprende es que tenemos un montón de instituciones, como para luchar contra el VIH, la malaria o la tuberculosis, pero hay que hacerlo ahora. Hay que reformar la OMS, sus misiones y su gobernanza. Hace falta un análisis de su rol y mejorar las respuestas para las próximas crisis.
–Usted trabajó mucho con el VIH-sida, ¿cómo ve el desarrollo tan postergado de una vacuna?
–Sigue siendo un problema. Ahora podemos darles a los pacientes una vida mejor, con buenos antivirales, eso está bien. Pero la vacuna se posterga porque se necesita una vacuna que genere inmunidad celular; contra el Covid alcanza que haya una respuesta de anticuerpos. Pero para el VIH-sida necesitás inmunidad celular y respuesta de anticuerpos. Muchos están trabajando en eso, pero es algo difícil. Hay algunos resultados interesantes y se está trabajando en ensayos clínicos, quizá tengamos un nuevo prototipo de vacuna hacia el otoño boreal.
–Para Covid hubo vacunas chinas, rusas, norteamericanas, inglesas y hasta cubanas, ¿por qué no hubo vacuna francesa? ¿Hay críticas al respecto?
–Hubo alguna esperanza con una vacuna del Instituto Pasteur, pero desgraciadamente no llegó muy lejos. No sé por qué se detuvo, pero somos conscientes de que Francia pudo haberlo hecho mejor. El desarrollo de las vacunas está bien apoyado financieramente por el Estado francés históricamente, pero en este caso no se llegó lejos.
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