Covid-19. Muchas muertes y pocos tests: la Argentina, cada vez peor en los ránkings
Cuarentena de 207 días, unos 10.000 casos de Covid-19 por día, más de 22.700 muertes con una carga de datos retrasada, un sistema sanitario estresado en gran parte del territorio, una positividad por encima del 50% que sigue alertando que los testeos son insuficientes y, sobre todo, un cansancio social que potencia el riesgo de que se relajen las medidas de autocuidado.
Mientras tanto, el coronavirus sigue dispersándose por el territorio con nuevos brotes que ubican al país cada vez más alto en los ránkings internacionales. En 19 provincias, los contagios subieron hasta un 32% en las últimas dos semanas, de acuerdo con las variaciones que monitorea LA NACION.
El escenario es preocupante. Con más de 850.000 casos confirmados en esta primera ola pandémica en el hemisferio sur, la Argentina está séptima en ese listado, luego de Estados Unidos, India, Brasil, Rusia, Colombia y España, que está atravesando una segunda ola de brotes. También ocupa el puesto 17 en fallecidos por millón de habitantes, con 510, luego de Perú, Italia, Suecia o Chile. La tendencia de las últimas semanas indica un crecimiento de este crítico índice.
"Luego de más de 200 días, la situación en el país es todavía crítica y en las últimas semanas aumentó mucho el número de casos por millón de habitantes y los casos activos en el país, lo que nos acerca a los niveles de los países más castigados de la región", describe Ariel Bardach, director del Centro de Investigaciones en Epidemiología y Salud Pública del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS) e investigador del Conicet. "Las tasas de positividad en los testeos son muy elevadas, si bien en algunas localidades están disminuyendo las consultas al sistema de salud."
Argentina con India, Estados Unidos, Brasil y Francia notificó la semana pasada el 60% de los nuevos casos en el mundo, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Hasta el martes, la región acumulaba más de 17 millones de casos y de 574.000 muertes por Covid-19, según detalló Carissa Etienne, directora de la OPS, durante una conferencia de prensa en la que participó LA NACION. "Seguimos concentrando en la región más de la mitad de todos los casos de Covid-19 y más de la mitad de todas las muertes a nivel mundial", sostuvo Etienne.
Desde que se informó el primer positivo en el país, en marzo pasado, académicos, especialistas y exfuncionarios de áreas técnicas de salud pública consultados coinciden en que las medidas oficiales lograron el objetivo inicial: ganar tiempo para equipar el sistema de salud. El jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, informó el miércoles al Senado que se agregaron 3500 camas de terapia intensiva o un 41% más "en solo cuatro meses" y se compraron más de 4000 respiradores o "un 66% de la capacidad instalada". Esto se hizo con una falta crítica de terapistas desde hace más de una década.
Pero las coincidencias terminan ahí. El diagnóstico es más crítico al señalar la ausencia de una gestión nacional de la respuesta a la pandemia, coordinada y sostenida en el tiempo. Junto con la falta de testeos suficientes para controlar nuevos brotes, esa es la principal debilidad frente a la pandemia. Y el miércoles, Jarbas Barbosa Da Silva, subdirector de la OPS, fue claro ante los medios de la región: "Todavía no tenemos cómo establecer en cuántos meses la pandemia estará controlada", advirtió.
El ministro Ginés González García es más optimista con el escenario local. "Nos espera una tendencia de tener manejada la situación, con una disminución del número de casos y una baja en la tensión que ha habido del sistema de salud", predijo el jueves en diálogo con la radio Aries, de Salta. Mientras que Córdoba y Neuquén están informando más de 1000 casos diarios, Tucumán y Santa Fe superan los 2000, aunque los números finales de la pandemia se conocerán recién dentro de un año.
"Siempre habrá tiempo hacia delante para evaluar lo que se hizo", concede Roberto Chuit, director del Instituto de Investigaciones Epidemiológicas de la Academia Nacional de Medicina. "Hoy –continúa–, la Argentina está cursando la primera ola de contagios por este virus y, por lo que está sucediendo en Francia, España o Gran Bretaña, es de esperar que esta situación se mantenga, con descensos relativos de casos en algunas áreas y, si la población no está preparada e informada, se produzcan nuevos brotes en lugares donde el virus ya estuvo circulando."
Para Bardach, el decreto que estableció el aislamiento social preventivo y obligatorio (ASPO) en marzo "fue adecuado, muy oportuno y salvó indudablemente muchas vidas, además de amesetar la curva de contagios". A la vez, y tras un primer mes de alto acatamiento, plantea que su renovación en el tiempo tuvo efectos adversos. "La gente terminó no cumpliendo, sea por necesidad o por hartazgo –afirma–. Algunas medidas se fueron relajando y, actualmente, es muy difícil retroceder cuando estamos en una etapa de alta circulación viral."
Es por eso que Chuit insiste en que hay que cambiar la comunicación con mensajes claros para cambiar actitudes de la población, como en Canadá o Uruguay, donde las intervenciones del Estado se combinaron con el compromiso social. "Es lo más importante en esta etapa", afirma el académico.
Las curvas epidémicas locales muestran un lento descenso en la ciudad y una meseta en el conurbano bonaerense desde hace varias semanas. Jujuy y La Rioja declaran una tendencia similar. En el resto de los distritos, los contagios crecen. "Tenemos un escenario totalmente distinto al de hace dos meses, en el que los recursos en las provincias son más limitados que en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y algunos distritos tienen una curva exponencial, por lo que hay que trabajar mucho para que no se sature el sistema de salud", detalla Eduardo López, miembro del comité asesor nacional para Covid-19 y jefe del Departamento de Medicina del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez.
Divide estos siete meses en dos. Hasta mediados de agosto, la pandemia se había instalado en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, con el 90-95% de los casos concentrados ahí, además de brotes en Chaco y Río Negro. Desde entonces, hay un descenso lento en las curvas de la ciudad y el conurbano, con un 60-62% de los positivos del país en el resto del territorio. "El 28% del total de casos en la provincia de Buenos Aires son del interior, sobre todo de Bahía Blanca, San Nicolás y Mar del Plata –describe López–. Casi el 48% de los casos están en cinco provincias: Neuquén, Tucumán, Mendoza, Córdoba y Santa Fe." Este es, para el infectólogo, un escenario de cifras no esperado.
"Estamos mal, con una situación sanitaria irresuelta después de siete meses de cuarentena", evalúa Adolfo Rubinstein, epidemiólogo y exministro de Salud de la Nación. "En los primeros dos meses –continúa–, sirvió para preparar el sistema, pero en los otros cinco se fue resquebrajando por la necesidad de trabajar y el hartazgo o la fatiga, lo que quedó en evidencia por el aumento de la actividad. Salvo el amesetamiento inicial a los 60 días, después la curva no dejó de aumentar. Nunca la velocidad de propagación fue muy fuerte y eso permitió la resiliencia de los servicios de salud, sobre todo en el AMBA. Pero, hoy, estamos parados ante un récord diario de casos y muertes que nos pone en los primeros lugares del ránking mundial."
Rubinstein prevé que por lo menos hasta mediados de noviembre no empezarán a bajar los casos en el país. "Aún queda mucho trayecto por delante, con más casos y más muertes", considera.
Bajos testeos, el punto débil
El punto más débil de la respuesta a la pandemia en el país –y que más cuestionamientos genera– es el bajo nivel de testeos y la falta de una estrategia más agresiva de búsqueda de casos y contactos, sin subestimar la proporción de posibles casos asintomáticos.
Marcos Espinal, director del Departamento de Enfermedades Transmisibles de la OPS, también señaló este miércoles esa dificultad en el país durante una conferencia de prensa. "Quizás lo más difícil para la Argentina es el sistema de rastreo de contactos, sobre todo en el Gran Buenos Aires. Está haciendo todo lo posible y llegará el momento en que la curva se aplanará –respondió–. Lo que puede mejorarse es el sistema de rastreo de contactos de positivos para aislarlos más rápidamente."
El plan Detectar, que incluye los ingredientes básicos de la investigación de brotes –detección temprana de casos, rastreo de contactos y aislamiento para frenar contagios–, se activó en mayo. Los primeros casos se empezaron a estudiar en Anlis Malbrán el 31 de enero, de acuerdo con el análisis de datos nacionales de LNData. El primer caso se confirmó el 3 de marzo y la mayoría, entonces, eran viajeros que llegaban al país. Los vuelos se suspendieron recién el 20 de marzo y, a los seis días, se decretó el cierre de las fronteras.
Hace una semana, el presidente Alberto Fernández lanzó en Rosario el operativo Detectar Federal y prometió 100.000 testeos diarios o entre tres y cuatro veces más el número que declara el Ministerio de Salud de la Nación en sus informes nocturnos. Una de cada cuatro de las 2,1 millones de esas pruebas hechas hasta el jueves la aportó el Ministerio de Salud de la Nación a través de compras o donaciones. Hasta mediados del mes pasado, los tests diagnósticos desarrollados por laboratorios locales con asistencia financiera del Estado no representaban más del 35,9% de la capacidad de testeos del sector público, como publicó LA NACION.
El día del anuncio presidencial, la positividad de los testeos era del 55,6% con el mismo nivel de muestras analizadas. Este miércoles, en conferencia de prensa virtual, funcionarios de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) recordaron que un 5% o menos de positividad define un sistema de vigilancia y control de brotes adecuado. Un 10% de positividad es aceptable, pero superarlo quiere decir que se está testeando de manera insuficiente.
En los últimos 15 días, la positividad se mantuvo por encima del 50% y sin una diferencia en la cantidad de pruebas a la que se le puede atribuir la detección de más casos.
"El ASPO solo no alcanzó y la estrategia de rastreo de contacto y aislamiento de positivos para contener focos no logró gran impacto –agrega Bardach–. Hubo un gran retraso y un subregistro de muertes en varias provincias, que también se vio en otros países. Muchas de las muertes que se están informando son, en realidad, de julio y agosto. Existió falta de reactivos en todo momento, con niveles relativos de testeo muy bajos, algo que también se observó en algunos países de la región, como México."
En agosto, el Ministerio de Salud de la Nación actualizó la cifra de los que recibieron el alta: en 24 horas pasó de 108.242 a 170.109 casos. El mes pasado, el Ministerio de Salud bonaerense informó que había 3523 muertes que no se habían cargado en ese distrito al sistema nacional de vigilancia epidemiológica desde marzo pasado. La semana pasada, LNData detectó que más del 50% de los casos fatales de seis provincias habían ocurrido fuera del hospital Desde las provincias aclararon que eso se debía a una demora en la carga de la información.
Hacia delante
En adelante, y para no volver a las restricciones totales, Chuit y Bardach coinciden en que las autoridades sanitarias tienen que apelar a la responsabilidad social, brindar más información sobre las medidas preventivas e informar mejor sobre el grado de riesgo de las distintas actividades.
"Además de la indicación obligatoria de usar la máscara (el barbijo que tapa la boca y la nariz) en todo el país, también se deberían aumentar las campañas que estimulen su uso correcto e indiquen mantener la distancia física de 2 metros y evitar las reuniones de grupos numerosos y las actividades en lugares sin ventilación adecuada", propone el neurólogo Conrado Estol. Fue uno de los primeros médicos en insistir en junio pasado en el uso preventivo del barbijo social. "El crecimiento de la pandemia en las provincias ofrece una segunda oportunidad para implementar esas intervenciones no farmacológicas en una escala proporcional al grado de diseminación viral", afirma.
López propone cuarentenas focalizadas, muy restrictivas, de corta duración (10 o 15 días) y controladas, junto con rastreo intenso de contactos y aislamiento. "Como fue bueno implementar una cuarentena precoz y restrictiva, no fue del todo feliz la comunicación, que debió estar dirigida sobre todo a los más jóvenes por la tendencia a incumplir las pautas –agrega–. Y el plan Detectar debería aplicarse de forma permanente y con una búsqueda activa más agresiva."
Además del personal esencial (salud y seguridad), sigue siendo fundamental cuidar a los adultos mayores y la población de los barrios vulnerables, los geriátricos y las cárceles.
Reforzar el teletrabajo, que los comercios continúen con horarios reducidos, hacer cumplir las restricciones en los gimnasios, los locales de gastronomía, los clubes y los lugares religiosos también es clave para Bardach. "En las escuelas, para 2021, hay que evaluar y adaptar protocolos de asistencia parcial que se están utilizando en otros países si la situación lo permite y sabiendo que podrían existir lapsos de interrupción. Es incierto el plazo hasta que una vacuna logre ser efectiva a nivel comunitario, por lo que no podemos continuar virtualmente de modo indefinido", finaliza.
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